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Perú: El Callao y cómo las mafias internacionales utilizan las rutas naúticas a nivel mundial

PERÚ: Cómo las mafias internacionales del narcotráfico infiltran el Puerto del Callao y las rutas naúticas a nivel mundial

Autor: Jorge Serrano Torres*



  • La realidad geopolítica mundial tiende a continuar ampliando el proceso de globalización, donde es inherente un mayor flujo del comercio marítimo internacional, facilitando un aumento y diversificación en el accionar de las mafias internacionales del narcotráfico a través de los Puertos y rutas náuticas, buscando nuevos mercados, así como conservar y ampliar los actuales, estimulados por la alta rentabilidad de la venta de cocaína en la eurozona, Asia, Oceanía y EE.UU.; siendo los cárteles mexicanos quienes ahora y en futuro previsible, controlan el comercio global de la cocaína elaborada en Sudamérica, teniendo al Perú y a Colombia, como mayores productores mundiales de esa droga.

En esa línea de reflexión, el libro ‘Mares de Cocaína’ (Ana Lilia Pérez, 2014), nos brinda elementos de juicio claves para confirmar que el mundo naviero es singular y desconocido para la mayoría de las sociedades, a pesar que constituye la columna vertebral del comercio mundial, incluyendo el tráfico ilícito de drogas. Esta circunstancia, determina que no sea el foco de atención principal de los gobiernos, y por consiguiente, su vigilancia sea restringida y defectuosa; permitiendo que en los puertos y rutas marítimas impere el crimen organizado y las mafias del narcotráfico.

  • La Comisión Especial del Parlamento Europeo sobre el Crimen Organizado, Corrupción y Lavado de Dinero (creada el 2012), identificó a los cárteles mexicanos (enlazados con las mafias italianas), como los que operan para introducir cocaína en Europa, mediante puertos como Liverpool (Reino Unido), y los italianos de Palermo (dominio de la Cosa Nostra), Gioia Tauro-Calabria (centro de operaciones de la Ndrangheta), y Nápoles (plataforma de la Camorra). Alternativamente, desde América Latina, las mafias mexicanas trasladan la cocaína hasta puertos de España, el norte europeo (Países Bajos, Bélgica y Reino Unido) y el Mar Negro, convirtiéndolos en puntos fundamentales de entrada y distribución de la droga en la eurozona, con modificaciones oportunas de rutas náuticas según las condiciones meteorológicas, logísticas y de reforzamiento de la vigilancia en los puertos europeos.

  • En ese lúgubre panorama, el Perú es un teatro de operaciones muy atractivo para los cárteles mexicanos, por la conjugación de varios factores: su ubicación geoestratégica en el Pacífico sur-oriental de América del Sur, con un extenso territorio total de 2.276.410,57 km² y costas de 3.079,50 km desde el límite con Ecuador hasta la frontera con Chile; que alberga 16 puertos y en el interior cuatro en los ríos y uno lacustre. Todo ello, distribuido en tres regiones naturales (Costa, Sierra y Selva Amazónica).

Limitando el Perú con Ecuador, Colombia, Brasil, Bolivia y Chile; pero vulnerable debido a bajos estándares de vigilancia y control de sus fuerzas de seguridad y defensa, lo que abre la puerta al contrabando de cocaína no sólo por las áreas portuarias en la costa, sino igualmente, por más de 100 desembarcaderos pequeños o informales. Frente a unos cárteles mexicanos que han demostrado su capacidad para quebrantar incluso sistemas portuarios de países con elevados índices de seguridad y baja corrupción.

Y dado el gran poder que tienen los cárteles mexicanos para horadar los puertos y rutas marítimas de naciones con más altos estándares de seguridad e inteligencia, así como el frágil control que ejerce el estado peruano sobre su territorio; es altamente probable que estén utilizando para el tráfico de cocaína la mayoría de los siguientes puertos peruanos en el océano Pacífico: por el norte, Zorritos (Tumbes); Paita y Talara (Piura); Pimentel y Eten (Lambayeque); Salaverry (La Libertad); Huarmey y Chimbote (Áncash); en la costa central, los puertos de Supe, Huacho y Chancay (Lima); al que se suman, tanto el puerto del Callao (adyacente a Lima); y fluviales amazónicos como el de Iquitos y Yurimaguas (Loreto) y Pucallpa (Ucayali); como los puertos sureños: General San Martín de Pisco (Ica); Ilo (Moquegua); Mollendo y Matarani (Arequipa), junto al fluvial Puerto Maldonado (Madre de Dios) y el lacustre sobre el Lago Titicaca (Puno).

Por estos cinco últimos puertos, se ubica la carretera interoceánica (IIRSA-Sur), construida para conectar el sur grande del Perú y los países vecinos de Brasil y Bolivia, uniendo así, al océano Atlántico desde costas brasileñas, con el océano Pacífico por la extensa costa del Perú. No obstante, aún el 90% del movimiento comercial del Perú con Brasil se hace por vía marítima entre Callao y Santos (Sao Paulo), ya sea por el canal de Panamá o por el estrecho de Magallanes; mientras que el resto se transporta por vía terrestre, pasando por Argentina y Chile.

Lo cierto y concreto, es que debido a las deficiencias en el lado peruano de la IIRSA-Sur, en los servicios aduaneros, sanitarios y controles policiales; las mafias del narcotráfico pueden utilizar esta otra ruta para el trasiego de la cocaína peruana hacia el mercado brasileño, convertido en el mayor consumidor de esa droga en América Latina, pero también Brasil es mencionado por otros 56 países como territorio de tránsito de la cocaína, ya sea en forma directa o pasando por África (Informe Mundial sobre Drogas, ONUDD, junio, 2015).

A su vez, como resultado del Plan Colombia, los puertos del Brasil (igual que sus similares del Perú), también se han convertido en pasos claves para el narcotráfico hacia México, EE.UU., Europa, Asia y África. Incluso, desde el 2011, la ONUDD, identificaba a Brasil, como el canal más importante para el contrabando de cocaína hacia el otro lado del Atlántico. Donde, Belém do Pará y Manaos (Brasil), potentemente penetrados por el cárteles de la droga, cumplen un rol vital gracias a su ubicación geográfica. Belém do Pará (estado de Pará), situado al centro de la selva amazónica, interconectado por mar, con el resto de Brasil y del mundo, en un puerto de 100 kilómetros río abajo, hacia el Atlántico, uno de cuyos brazos ensambla con el afluente más extenso del mundo: el río Amazonas.

Resulta, que parte de la droga que se produce en Perú, Colombia y Bolivia e incluso en el mismo Brasil, se introduce y desplaza por los afluentes que se originan en los ríos Apurímac, Ene y Mantaro, Ucayali, Marañón, Iquitos (Perú); también en Leticia (Colombia) y Benjamín Constant o Tabatinga hacia el Atlántico (Brasil); y esencialmente, en el llamado trapecio Amazónico, constituido en inhóspita triple frontera y ‘tierra sin ley’, donde confluyen las localidades de Leticia (Colombia), Tabatinga (Brasil) y Santa Rosa (Perú).

En simultáneo, la dificultad para resguardar tan compleja y extensa geografía peruana, se ha reflejado por ejemplo, en una extrema porosidad fronteriza traducida en un persistente contrabando de productos diversos (según la Superintendencia Nacional de Administración Tributaria del Perú, el contrabando asciende a unos 530 millones de dólares anuales), mayormente por la frontera peruana con Ecuador, Chile y Bolivia; es decir, casi las mismas regiones usadas por el narcotráfico.

Sobre el particular, el ‘International Narcotics Control Strategy Report-March/2015’ del Departamento de Estado de EE.UU. (INCSR-2015), ratifica que el Perú es el máximo productor de cocaína en el mundo y segundo cultivador de hoja de coca e indica que unas 115 toneladas de cocaína se trafican desde el Perú anualmente por las rutas marítimas. A la par, el INCSR-2015, añade que las organizaciones peruanas dedicadas al narcotráfico, siguen compartiendo territorio con los cárteles extranjeros, principalmente mexicanos y colombianos que mueven sofisticadas redes de contrabando de narcóticos en el Perú.

  • En ese panorama tormentoso, el puerto del Callao posee una ubicación  estratégica para las líneas navieras y para el comercio exterior por dos motivos: se haya en un punto equidistante entre los puertos de Buenaventura (Colombia) y Valparaíso (Chile) y permite una ruta directa a Asia. Juntamente, pertenece a la Provincia Constitucional del Callao, circunscripción político-administrativa que limita con la Provincia de Lima por el norte, este y sureste, y colinda por el oeste y el suroeste con el océano Pacífico; donde para complicar el asunto, el Callao tiene un régimen especial ya que siendo una Provincia, posee además, un gobierno regional propio y separado del gobierno municipal.

  • Adicionalmente, la provincia del Callao -con un paisaje mayormente urbano y unos 982,800 habitantes- es sede de la ciudad del Callao, puerto natural de Lima (capital política y económica del Perú), ubicada a unos 15 kilómetros del Callao, puerto que a su vez, congrega las mayores infraestructuras portuaria e industrial del país (en tráfico y capacidad de almacenaje). Además, tiene una extensión de 147 km², que no incluyen a 18 km² correspondientes a las islas San Lorenzo (la mayor isla del litoral peruano), El Frontón, Cavinzas y las Islas Palomino, todas próximas a su litoral. A nivel internacional, es uno de los puertos más significativos de América Latina, instalándose en el 7º lugar y 1º lugar en la región Pacífico Sur en el 2015.

  • En definitiva, el Terminal Portuario del Callao (y sus concesiones ‘Dubai Ports World’, ‘APM Terminals’ y ‘Consorcio Transportadora Callao S.A.’), en la estratégica costa central peruana (donde también se ubica el más significativo aeropuerto, la principal base naval militar y la mayor refinería del Perú); se ha constituido en la vía por donde se exporta la mayoría de entre 270 y 320 toneladas de cocaína producidas cada año en Perú, especialmente hacia la eurozona, Asia y Oceanía (incluso África en camino a otros mercados más lucrativos).

Desde este punto, explicaremos que no obstante carecer de cálculos oficiales sobre la cantidad de producción de cocaína en el Perú; ya desde el 2014, el entonces jefe de la Dirandro (agencia antinarcóticos peruana), general Vicente Romero (actual director de la policía nacional), había declarado: ‘El 80% de las exportaciones de droga -sobre un estimado de 320 toneladas al año- salen por el puerto del Callao y, en menor medida, del puerto de Paita’ (La República, Lima, 21/05/2015). Casi coincidiendo con dicho estimado, el presidente de Devida -entidad rectora en la lucha contra las drogas en Perú- aseguró que la producción potencial de cocaína peruana, puede estar calculada en ‘no más de 270 toneladas validadas’ (Website de radio RPP, Lima, 16/07/2015).

Bajo una coyuntura propicia para estas mafias, pues la Policía Nacional del Perú incauta menos del 10% de toda la producción de cocaína anual, mientras Colombia decomisa, por ejemplo, 15 veces más cocaína y 20 veces más insumos químicos (según el estudio ‘Lucha contra el narcotráfico en el Perú: una estrategia para el gobierno 2011-2016’-PUCP). En dicho escenario, la ola de criminalidad desatada en el Callao, obligó a la administración Humala a declararlo en emergencia en diciembre del 2015, para que las fuerzas del orden reviertan esa situación. Empero, la criminalidad y el flujo incesante de droga hacia el exterior, siguen vigentes en el Callao; ya sea por las raíces estructurales de la violencia, o los limitados recursos humanos (3 mil 200 policías para casi un millón de habitantes), logísticos y tecnológicos; así como por las descoordinaciones, deficiencias y/o corrupción, entre las fuerzas del orden, operadores portuarios, instituciones de aplicación de la ley y las autoridades políticas.

Otros datos suministrados por el Ministerio del Interior del Perú (Mininter) ante el parlamento, corroboran la dimensión de la criminalidad que se ha cimentado en el Callao: sólo entre diciembre del 2015 y marzo del 2016, la policía incautó 465 armas de fuego, desarticuló 131 bandas delictivas, y se han detenido a 27 sicarios (Perú21, Lima, 12/04/2016). Por su parte, el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), ratificó que a nivel nacional y el 2014, después de Lima Metropolitana (408 muertes) y La Libertad (258 muertes); el Callao (148 muertes) fue la tercera región con la mayor cantidad de homicidios, esencialmente, por tráfico de drogas y extorsiones; donde la tasa de homicidios por cada 100.000 habitantes del Callao (14,8%), es más del doble que el promedio nacional (6,7%) y tres veces más que la de Lima: 4,7% (‘Homicidios en el Perú, contándolos uno a uno 2011-2014’, INEI-CEIC, octubre del 2015).

Una manifestación más de que el crimen organizado y el narcotráfico, han convertido al puerto del Callao, en su centro de gravedad, se pudo apreciar cuando en marzo del 2016, el ministro del Interior, difundió la primera lista de los ‘quince delincuentes más buscados por la PNP, sindicándolos como cabecillas de peligrosas bandas criminales o haber cometido delitos muy graves, por quienes se entregará recompensa a quien brinde información infalible de su paradero (varios de los cuales, ya fueron capturados tras este anuncio).

El punto es, que en esta nómina figuraba con la más alta recompensa ofrecida, Gerson Gálvez Calle (33), alias ‘Caracol’, acusado de tráfico Ilícito de drogas y crimen organizado, como capo de una red denominada ‘Barrio King’ dedicada además, a la extorsión, robo agravado, reglaje, sicariato y lavado de activos en el puerto del Callao, en Lima y otras ciudades, habiendo provocado unas 100 víctimas, entre ellas, unos 28 estibadores asesinados por sicarios a órdenes de ‘Caracol’. Sobre este sujeto, el jefe de la Dirección Nacional de Investigación Criminal (Dirincri) de la PNP, general José Luis Lavalle, enfatizó que junto a su organización, estaba a punto de convertirse en un verdadero cártel del narcotráfico (‘Barrio King: Así operaba la temida banda liderada por Caracol’, RPP, Lima, 30/04/2016).

Por todo ello, ‘Caracol’ tenía ‘circular roja’ de Interpol, cuando el 30 de abril del 2016, fue capturado en Medellín, por la Policía Nacional de Colombia para luego extraditarlo al Perú. Tan peligroso es este criminal, que tras su captura el ministerio de Defensa de Colombia, dijo que es señalado por la policía peruana y la ONUDD, como el ‘nuevo Chapo Guzmán de Latinoamérica’ (‘Capturado en Medellín el principal capo del Perú’, website del Mindef de Colombia, Bogotá, 30/04/2016).

Ciertamente, la captura de ‘Caracol’ ha representado un duro golpe al narcotráfico que opera en el Callao, pero no desquicia la exportación de cocaína a través del sembrado de contenedores que salen a diario al extranjero. Según información de Inteligencia, ‘Caracol’ tenía el monopolio del cobro de cupos a todas las obras de construcción civil en el Callao, mediante extorsiones perpetradas por Barrio King, y exigía a las otras mafias que exportaban cocaína desde el puerto, el pago del 20% del valor total del cargamento que se iba a enviar al exterior.

Empero, la meta de ‘Caracol’ era integrarse a una red regional de narcotraficantes de países vecinos, donde sus contactos más vigorosos los tuvo en Panamá, junto a Ecuador y Colombia; aunque llegó a establecer nexos con el cártel de la Federación de Sinaloa, con el cual coordinó remesas de cocaína, mayormente hacia Europa (‘Mafias del Callao se reorganizan tras caída de ‘Caracol’, El Comercio, Lima, 07/05/2016).

Tal era el poder de la organización manejada por ‘Caracol’, que el fiscal y el juez peruanos que investigan su caso, basándose en escuchas telefónicas mediante el sistema ‘Constelación’ de la DEA, detectaron referencias a los traslados de cocaína del Vraem hacia Lima o el Callao, mediante helicópteros militares que cumplen funciones en esa zona de emergencia, gracias a la complicidad de algunos militares que a cambio de sobornos infiltran droga en vuelos de transporte del personal, que luego la mafia de ‘Caracol’, acondicionaba para su exportación e infiltraba en los terminales portuarios del Callao administrados por las compañías mencionadas en párrafos anteriores (‘Caracol usaba helicópteros militares del Vraem para trasladar droga hacia Lima’, La República, Lima, 23/12/2015).

Mediante pesquisas de la Dirandro, se ha determinado que si bien es poco probable, que aparezca en el corto plazo otro ‘Caracol’, con el mismo nivel de violencia y capacidad de expansión; se ha producido un reacomodado y los segundos en la cadena de mando de cada mafia desarticulada, han tomado la posta, para dominar los envíos de cargamento de cocaína -básicamente- al mercado europeo; esta información se revela en un informe de Inteligencia, que detalla los planes de ‘Caracol’ para desatar una escalada de asesinatos destinados a imponerse en el control de la droga y la extorsión dentro del Callao (siguiendo el formato de las mafias mexicanas). En un contexto, donde -según el actual jefe de la Dirandro- el Perú sigue siento el primer exportador de cocaína en el ámbito mundial, y el Callao es el principal puerto por donde sale esa droga (‘Mafias del Callao se reorganizan tras caída de ‘Caracol’, Ibídem).

Junto a ‘Caracol’, hacen parte de la lista de ‘los más buscados’, otros operadores del narcotráfico y del crimen organizado en el Callao, como Luis Chacón Núñez (50), alias ‘Lucho’, cabecilla y financista de la organización criminal ‘Cervellón’; Bhel Bhoy Santillán Ríos, alias ‘Servando’, integrante de la ‘Banda Barrio King’; y los componentes de la organización criminal de Gerald Oropeza: Carlos Antonio Sulca Cruz (32), alias ‘Chato Catri’ y a Juan Berríos Navarro (33) alias ‘Cara de chancho’. Es decir, cinco de los ‘quince delincuentes más buscados’ en el Perú, han estado perpetrando su accionar en el Callao.

Esta coyuntura empeora, por la ausencia de una estrategia de prevención e inteligencia criminal acorde con el complejo fenómeno delictivo del Callao, infiltrado por organizaciones del crimen organizado nacionales al servicio de cárteles de la droga mexicanos que buscan crear ‘zonas sin ley’ propicias para su desempeño criminal (sicariato, extorsión y proliferación de armas, droga al menudeo y pandillaje), con uno de los modus operandi más sangrientos del mundo que incluye la corrupción, intimidación o asesinato a todos los niveles.

Este alto volumen de droga, mantiene la efervescencia de las mafias internacionales del narcotráfico en el Perú, como se constató en junio del 2014, cuando uno de los más grandes proveedores de cocaína a Europa, el italiano Pasquale Bifulco, vinculado a la poderosa mafia italiana Ndrangheta (región de Calabria), con órdenes de captura en Italia y Brasil, fue capturado en Lima por la Interpol, y según la policía antinarcóticos del Perú, este capo se encargaba de cerrar acuerdos para enviar cocaína vía marítima desde el Perú, Ecuador, Colombia y Brasil; además, las escuchas telefónicas y vigilancia que se hicieron a Bifulco, descubrieron que había montado una millonaria operación financiera para lavar su dinero en el Perú, mediante la compra del 35% de una mina de oro y hierro (El Comercio, Lima, 18/04/2015).

Esta penetración en el Perú es viable, ya que las mafias de Italia tanto como sus pares de Colombia y México, se caracterizan por basarse en la corrupción de estructuras gubernamentales y privadas, tanto como por su expansión internacional; consiguientemente, en distintas etapas, diversos espacios geográficos y con variada intensidad, se ha desarrollado una vinculación criminal armoniosa entre la Cosa Nostra, la Ndrangheta y la Camorra (Italia), con organizaciones del narcotráfico de Cali; el Clan Úsuga; del Norte del Valle y del Pacífico (Colombia); además, con el cártel de la Federación de Sinaloa, el  de Jalisco Nueva Generación y Los Zetas (México).

Todos ellos, para el traslado de cocaína desde los puertos colombianos de Buenaventura y Cartagena de Indias; el Callao y otros puertos peruanos, así como mediante la ruta por el río el Amazonas, para el transbordo al Atlántico, por Belém y Manaos, para ser llevados a Europa, Australia o Asia en contenedores dentro de buques cargueros, graneleros y petroleros. Resulta que según el periodista y escritor Johannes von Dohnanyi, especializado en mafias italianas, estas organizaciones se han globalizado al máximo, edificando novedosas alianzas que abarcan desde Venezuela hasta Rusia, EE.UU. y China, incursionando en negocios legales e ilegales (‘Mares de Cocaína’ por Ana Lilia Pérez, 2014).

Para tener una idea más clara aunque muy preocupante sobre lo que puede llegar a ocurrir en el Callao; tomemos como referencia lo que ya sucede en Colombia, donde las ciudades portuarias de Tumaco y Buenaventura, son flageladas por la violencia que incitan las mafias del narcotráfico mexicanas y colombianas, al igual que en los puertos de Lázaro Cárdenas, Acapulco o Veracruz en México; en los cuales, las principales víctimas son pescadores, estibadores, agentes aduanales, personal de seguridad, operadores y funcionarios portuarios o marinos; junto a simples ciudadanos cuyo único pecado fue estar en el lugar y el momento equivocado durante uno de los enfrentamientos entre los cárteles de la droga.

Así lo denunció el 2015, la organización Human Rights Watch, que supervisa la crisis humanitaria en Buenaventura por el terror que han implantado las bandas criminales que libran una guerra sin tregua por el control de las rutas del narcotráfico. Y antes, la Red de Desaparecidos y Cadáveres de Buenaventura, registró entre el 2006 y el 2012, unos 400 casos; mientras que el 2013, hubo 61 desapariciones forzadas, junto a unos 80 asesinatos; y el 2014, se llegó a unos 200 asesinatos, muchos de ellos, torturados y descuartizados (un modus operandi típico de los cárteles mexicanos).

Estas luchas despiadadas que se perpetran en los puertos, tienen a la codicia como su mayor motivación, ya que está en juego el predomino en un rentable negocio criminal, si tenemos en cuenta que al llegar a México, el precio de 1,100 dólares de la cocaína en la región del Vraem (Valle del ríos Apurímac, Ene y Mantaro), ubicada en Cusco, Apurímac, Ayacucho, Huancavelica y Junín en Perú; se habrá multiplicado unas doce veces; en la eurozona más de 40 veces y en Rusia unas cien veces; incluso en Oceanía, un sólo gramo de cocaína puede costar 785 dólares (‘Mares de Cocaína’ por Ana Lilia Pérez, 2014).

Al respecto, en junio del 2015, la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC, en inglés) de EE.UU., declaró a SL-Vraem una ‘organización criminal narcoterrorista responsable por traficar cocaína a toda Sudamérica’, y lo incorporó en la lista Kingpin (incluye a grandes criminales vinculados con el narcotráfico). La OFAC recalcó, que durante la última década, SL-Vraem se ha involucrado en todas las fases del narcotráfico, desde el cultivo y trasformación, hasta el acopio, cobro de cupos, compraventa y traslado, soportando la presión de las fuerzas del orden peruanas.

Agregaremos, que fuentes de la policía y analistas especializados en narcotráfico en el Perú, aseguran que las ganancias que mueve este negocio criminal por el Callao, también es elevado para los estándares peruanos, ya que una vez infiltrado en el puerto, por ese mismo kilogramo de cocaína las mafias pagarían entre 6,000 y 8,000 dólares para ser implantado en contenedores, estructuras de los buques, ocultos por tripulantes, en sitios especiales internos y externos disimulados o en cualquier rendija rellenable de los navíos, hasta concretar su salida hacia la ruta marítima escogida; y se paga una cifra muy superior, al materializarse la llegada a su destino final, en una siniestra y eficaz división del narco-trabajo (La República, Lima, 18/04/2016).

Según la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito(ONUDD) y la Oficina Mundial de Aduanas, los puertos del Perú, Ecuador, Colombia, Brasil y Venezuela, se usan para el envío de cargamentos de cocaína hacia Europa utilizando el paralelo 10 (diez grados al norte del plano ecuatorial del planeta Tierra, considerando a Sudamérica la ‘zona cero’ de la cocaína), que los narcotraficantes denominan la ‘Autopista 10’.

En torno a ello, tanto José Ferreira Leite, Director del Centro de Análisis y Coordinación Marítima para Narcóticos (MAOC-N, en inglés), y fuentes de la Organización Marítima Internacional (OMI), la Organización Mundial de Aduanas (OMA), y la ONUDD, confirman el incremento del tráfico de drogas y sus precursores químicos mediante contenedores; pues según la OMA, sólo se inspecciona menos del 2% de todos los contenedores, y entonces, la probabilidad de detectar los alijos de narcóticos a través de registros aleatorios, es muy reducida.

Lo anterior genera mucho sobresalto, pues de acuerdo a un boletín de la Comunidad Andina-CA (‘Tráfico de contenedores de la Comunidad Andina’, 2014), durante el año 2014, el puerto del Callao tuvo el mayor tráfico de contenedores entre los principales puertos de la CA, con 1 millón 023 mil TEUS (unos 5,000 diarios), equivalente al 37% del total movilizado en la CA, muy superior al volumen del puerto de Guayaquil (Ecuador) con 630 mil TEUS; así como, al de Buenaventura con 591 mil TEUS y al de Cartagena con 491 mil TEUS, ambos en Colombia.

A propósito de lo anterior, en enero del 2013, Stratfor de EE.UU. (empresa privada especializada en análisis de inteligencia estratégica), alertaba que los cárteles mexicanos se habían expandido por los cinco continentes, controlando la cadena de producción, distribución y venta de cocaína; estas actividades criminales ‘producen miles de millones de dólares que motivaron y financian la expansión global de los grupos mexicanos del crimen organizado, al permitirles comprar barcos y aviones, pagar contrabandistas y sicarios o sobornar a funcionarios de gobierno’, dice la empresa. (‘Special Report: Mexico's Cartels Will Continue to Erode in 2016’ by Stratfor, Jan 25, 2016).

Para entender mejor cómo se desenvuelven en el Perú las mafias mexicanas, mencionaremos que las investigaciones de Stratfor (‘Special Report: Mexico's Cartels Will Continue to Erode in 2016’, Ibídem), sobre estas estructuras criminales, sugieren que operan mediante distintos nodos y enlaces personales y organizacionales basados con grupos criminales locales. Es decir, muy pocas veces actúan con personal mexicano fuera de México. Y por eso mismo, prefieren tercerizar a grupos locales para que apliquen un tipo de 'joint venture'. Por ejemplo, el cártel de la Federación de Sinaloa tiene directos enlaces con los proveedores/mayoristas de cocaína en Colombia y Perú, con quienes se encargan directamente de negociar e instituir acoples, sin invertir sustanciales recursos en esas actividades.

Stratfor agrega, que en Colombia, estos grupos incluyen a las FARC, al Clan Úsuga y a otras ‘Bandas Criminales Emergentes (Bacrim), encargadas de abastecer ciudades como Bogotá y Cali. Similares ligaduras, existen entre poderosos intermediarios en América Central y grupos del narcotráfico mexicanos; particularmente en Honduras, Guatemala y en menor grado, en Costa Rica.

  • Por otro lado, si bien las autoridades antinarcóticos peruanas han venido afirmando los últimos años, que el cártel de la Federación de Sinaloa y Los Zetas (dirigido por Omar Treviño alias ‘Z42’), son los que han manejado la mayoría de las exportaciones de cocaína desde el Perú; a pesar de ello, investigaciones recientes de la agencia Stratfor de EE.UU. (‘Special Report: Mexico's Cartels Will Continue to Erode in 2016’ by Stratfor, Jan 25, 2016); de la DEA (‘United States: Areas of Influence of Major Mexican Transnational Criminal Organizations, May-2015’) y datos del libro ‘Mares de Cocaína’; refieren que ahora el predominio en el contrabando de cocaína peruana, lo tienen el cártel de la Federación de Sinaloa-CFS (encabezado por Ismael ‘El Mayo’ Zambada y antes por ‘El Chapo’ Guzmán), y también el cártel de Jalisco Nueva Generación-CJNG (liderado por Nemesio Oseguera ‘El Mencho’) considerado como el más peligroso y de más rápido crecimiento en la esfera internacional.

En el Perú, tanto el CFS como el CJNG tienen como socios operativos directos a sus similares colombianos, y como fabricantes, acopiadores y/o proveedores de cocaína a los clanes y grupos criminales peruanos, incluso Sendero Luminoso-Facción Vraem; logrando así una posición privilegiada, pues en la práctica el Perú es el mayor productor mundial de cocaína, ya que cuando Colombia produce más droga, también logra incautaciones de cocaína y precursores químicos muy superiores a las del Perú.

Como si fuera poco, estos dos cárteles mexicanos emplean los puertos en la costa del Pacífico en general (como los ubicados en Perú), para traficar cocaína a nivel internacional, gracias al control de las rutas náuticas y puertos a nivel global, apuntalado por las redes y coaliciones que han forjado con otras mafias del narcotráfico y del crimen organizado en los países donde proveen cocaína. Recordemos adicionalmente, que el CJNG surgió como el brazo armado del CFS en su feroz enfrentamiento en México con Los Zetas y Los Caballeros Templarios, hasta que el 2011, cuando el CJNG se escindió del CFS; hechos que explicarían una posible confabulación actual, entre el CJNG y el CFS, para el contrabando de cocaína peruana desplazando a un enemigo común: el ahora menguado cártel de Los Zetas.

Es más, la policía antinarcóticos peruana detectó la presencia de la mafia mexicana de Los Cuinis, y su accionar en Perú sería viable por su ligazón con el CJNG, ya que sus dos cabecillas son cuñados (‘Vinculan a Tuesta con el poderoso cártel Los Cuinis, Correo, Lima, 23/05/2016). En adición, tanto el CJNG como el CFS y Los Cuinis, sintonizan muy bien con sus pares italianos (Cosa Nostra, Ndrangheta y/o la Camorra), entre tanto, hay indicios razonables de la presencia de la Camorra y la Ndrangheta para el contrabando de cocaína desde el Perú hacia Europa. Y cerrando el círculo vicioso-criminal, tanto las mafias italianas, como las mexicanas y colombianas, han construido a nivel internacional una vinculación armoniosa para el tráfico de cocaína y otras drogas, creando así, las condiciones para que también confabulen desde el Perú.

  • En simultáneo, se conoce el gran poder que tienen los cárteles mexicanos para horadar los puertos y rutas marítimas en los cinco continentes, con la versatilidad para cimentar trabazones de igual forma, con narcotraficantes gallegos, venezolanos, británicos, africanos, indios, japoneses, coreanos, jamaiquinos, turcos, chinos o rusos e incluso, con organizaciones del terrorismo islamista como Hezbollah o Al Qaeda y narco-estados africanos; peor todavía, un informe de Europol (‘EU Drug Markets Report-2016’), confirma que la cantidad de organizaciones criminales involucradas en el tráfico de cocaína en Europa se ha incrementado, y que en ellas participan grupos del crimen organizado de México, Colombia, Italia, Holanda, Gran Bretaña y España.

Completando el cuadro, sustentados en un informe publicado por la DEA (‘United States: Areas of Influence of Major Mexican Transnational Criminal Organizations, Mayo-2015’) y en datos del libro ‘Mares de Cocaína’ por Ana Lilia Pérez; podemos aseverar que el trayecto del océano Pacífico tiene un valor estratégico para los cárteles internacionales del narcotráfico mexicano, tanto en el transporte de la cocaína desde Sudamérica hasta América del Norte y Asia; como para que las mafias asiáticas provean precursores químicos, drogas sintéticas, tabaco, productos de piratería y migrantes indocumentados; donde resulta vital, un puerto-ciudad mexicano en el Pacífico, como Ensenada, en el estado de Baja California, a 80 kilómetros de la frontera México-EE.UU.; integrando un circuito narco-comercial en el que también están otras ciudades mexicanas en el Pacífico, como: La Paz, Manzanillo, Mazatlán, Acapulco y Lázaro Cárdenas. Junto a las estadounidenses de San Diego y Long Beach (California).

A los puertos antes citados, se suma el Puerto Quetzal (Guatemala), que sirve como alacena de drogas y armas para las mafias mexicanas; así mismo, en el Pacífico centroamericano, el puerto y el canal de Panamá; en el Pacífico sur, Valparaíso (Chile) y Honolulú (Hawaii-EE.UU.); en el Pacífico sur-oriental, el puerto del Callao (Perú); adicionalmente, en la ruta Asia-Pacífico se encuentran los puertos de Yokohama y Hong Kong, en la región productora de efedrina, que -mayormente- llega a México por el puerto de Manzanillo, desde donde se remite a Tampico, Lázaro Cárdenas y Acapulco. En esta telaraña náutica-criminal, las mafias mexicanas suelen usar buques con matrícula en Asia, para que transporten la cocaína desde Sudamérica hacia México, buscando ocultar el origen de esta carga.

La empresa Stratfor (‘Special Report: Mexico's Cartels Will Continue to Erode in 2016’, Ibídem), especifica al respecto, que el supply chain (cadena de suministro) de cocaína, influye en el comportamiento tan sanguinario de los cárteles en México, los cuales habitualmente se dividen en: 1. Los que operan y provienen del estado de Tamaulipas; 2. Aquellos originarios de Tierra-Caliente (una de las ocho regiones geoeconómicas que conforman el estado de Michoacán y también comprende ciertos municipios del estado de Guerrero y del estado de México); y en menor grado, del estado de Oaxaca; 3. El cártel de la Federación de Sinaloa, cuyos grupos integrantes gozaban de gran autonomía -hasta antes que el ‘Chapo Guzmán’ fuera recapturado en enero del 2016- al punto de operar casi como si fuesen otros sub-grupos.

Por si fuera poco, la agencia Stratfor subraya, que en México los cárteles enfocan sus mayores esfuerzos para controlar el corredor de infraestructura de la costa del Pacífico, y es aquí, donde adquiere una importancia clave el Perú, a través del puerto del Callao y otros más, como canal decisivo para suministrar cocaína a aquellos cárteles del narcotráfico mexicano que busquen diversificar sus rutas de embarque-abastecimiento; cuando no deseen articularse con sus similares colombianos o con círculos mafiosos de la Guardia Nacional de Venezuela (‘cártel de los Soles’), y que tampoco quieran pasar por América Central (‘Special Report: Mexico's Cartels Will Continue to Erode in 2016’ by Stratfor, Jan 25, 2016).

De acuerdo a MC, Panamá es el paraíso de las ‘banderas de conveniencia’ para el narcotráfico, tanto como para el contrabando, donde maniobran diversas mafias: mexicanas, colombianas, italianas, israelíes, rusas y mercenarios de muchos países, con no pocos choques sangrientos pero sin niveles de violencia tan alarmantes como para entorpecer sus negocios criminales, llamando la atención de las autoridades; donde la Ciudad de Colón, es el eje del sistema náutico y portuario de América Central, en un país con 26 puertos y un Canal de Panamá que moviliza más de seis millones de contenedores anuales.

Una prueba de lo anterior, ocurrió en abril del 2016, cuando el mundo conoció (por medio del diario alemán 'Süddeustche Zeitung' y el ‘Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación’), la divulgación de más de 11,5 millones de documentos (‘Panamá Papers’) del despacho de abogados panameño Mossack Fonseca, uno de los cinco mayores registradores de sociedades 'offshore' en el mundo. Los documentos revelan información oculta de 214.488 sociedades 'offshore' conectadas con más de 200 países; donde la firma ha ejercido de guardián del secretismo de sus clientes, incluso al descubrir que eran miembros de organizaciones criminales, traficantes de droga, políticos corruptos o evasores fiscales.

  • A modo de conclusión

Podemos aseverar que lo más sensato para el estado peruano, es que primero recurra a la cooperación internacional con la finalidad de asesorarse en la indispensable y urgente reconstrucción de su central de inteligencia nacional, a fin de que sea capaz de proporcionar los análisis de inteligencia estratégica necesarios para que los líderes más altos del estado, tengan el conocimiento que les permita una correcta y oportuna toma de decisiones sobre ésta y otras amenazas o riesgos para la seguridad interna y defensa nacional.

En base a todo lo expuesto y guiados por la experiencia y asesoría internacional (EE.UU., Reino Unido, Israel, Canadá, Australia, Francia, España, Colombia, Interpol y Europol); proponemos que debería  acondicionarse a la realidad peruana una doctrina y un sistema de inteligencia criminal -que incluya la fundación de una Dirección Nacional de Inteligencia Criminal autónoma pero con altos estándares de interoperabilidad con la central de inteligencia nacional y el Ministerio del Interior-; que brinde a los altos dignatarios del estado, inteligencia estratégica sobre las características y tendencias de las organizaciones del narcotráfico, crimen organizado y terrorismo, así como de individuos u otros grupos que cometan delitos complejos, reiterativos o de alto impacto, sin que puedan ser neutralizados por las fuerzas policiales ni las entidades encargadas de aplicar la ley.

Por último, podría fomentarse a nivel regional la implementación de un ‘Centro de Análisis y Coordinación Marítima Antinarcóticos’, como el que componen eficazmente las fuerzas policiales, fuerzas armadas y agencias de inteligencia de Portugal, Italia, Francia, España, Reino Unido, Irlanda y Países Bajos (con el acrónimo, MAOC-N, en inglés); para desquiciar a las mafias del narcotráfico que emplean los puertos y las rutas marítimas internacionales interconectada y pluriofensivamente; dando frente a ellas, una respuesta antinarcóticos conjunta, coordinada, complementaria y simultánea, donde participen por su ubicación geoestratégica: Perú, Colombia, Chile, Ecuador, Argentina, Brasil, Panamá, Honduras, Guatemala, República Dominicana, Costa Rica, México, EE.UU., Canadá y Venezuela (post Maduro).

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* Peruano. Analista en Inteligencia Estratégica y Contrainteligencia. Miembro del 'Foro de Profesionales Latinoamericanos de Seguridad' (Buenos Aires). Ha trabajado con el Centro de Investigación de Inteligencia Estratégica del National Defense Intelligence College (Washington DC). Ha sido catedrático y asesor del Centro de Altos Estudios Nacionales (CAEN); Ministerio del Interior y Fuerzas Armadas, entre otros. Sus ensayos han sido traducidos al inglés y francés y publicados en una docena de países.


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Perú: El Callao y cómo las mafias internacionales utilizan las rutas naúticas a nivel mundial

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