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"In Memoriam" Ayn Rand. La virtud de la vida

“In Memoriam” Ayn Rand. La virtud de la vida

Erick Yonatan Flores Serrano
Coordinador General del Instituto Amagi  Huánuco

“¿Cuál es la cura del cáncer, Eric?, ¿la cura para la propia muerte? Se llama inmortalidad, creando un legado, viviendo una vida digna de ser recordada, es cuando se alcanza la inmortalidad. Pero ahora las cosas han cambiado, yo continuaré la obra de John después de su muerte y tú eres mi primer objeto de prueba, ahora tú eres quien está encerrado, indefenso, solo y sin esperanza. Se acabó el juego”.

Amanda Young a Eric Matthews. Fragmento del diálogo final de la película: “Saw. Juego Macabro II”.

Para los que no han tenido la dicha de ver la película completa -es la segunda entrega de una saga de 7 películas-, Amanda se refiere al legado que John Kramer, personaje principal y su mentor, ha construido en base a una idea, una muy coherente filosofía de vida que podría resumirse en una de las frases que suele repetir John: “..los que no aprecian su vida no merecen vivir”. Con cáncer y habiendo perdido al hijo que esperaba su esposa, John decide iniciar su gran obra, invadido por una decepción general de la vida, decide recorrer el camino que lo llevará a ser recordado por muchas generaciones y dejará lecciones imborrables en cada persona que él elije para sus juegos. Evidentemente John no es un ejemplo a seguir y no entraré en más detalles sobre la película, será mejor que, ustedes, lectores, se deleiten personalmente con la genialidad de James Wan, el director de la película.

Un legado y una filosofía de vida, lo más importante que debemos rescatar del párrafo anterior. Vivir una vida digna de ser recordada, permanecer en la mente de generaciones enteras y, pese a la crueldad del tiempo, gozar de envidiable vigencia. Todas las generosas expresiones que pueden escribirse se quedan cortas cuando hablamos de Alisa Zinóvievna Rosenbaum, mejor conocida como Ayn Rand. Sin embargo, aquí no me ocuparé de analizar su importantísima contribución académica, tampoco su influencia política, mucho menos los pasajes trascendentales de su vida. En esta oportunidad sólo me ocuparé de una frase exclamada por uno de los personajes más afamados para ella, el mismo que tiene vida en una de sus mejores novelas, me refiero a John Galt y la frase es la siguiente:

“Juro por mi vida y mi amor por ella, que jamás viviré para nadie, ni exigiré que nadie viva por mí”.
Para los que no tienen la dicha de haber leído la novela, esta es la parte final del discurso de John Galt, personaje símbolo de la trama en la novela: La Rebelión de Atlas.


Ahora, ¿en verdad esta frase merece todo un artículo?, la verdad es que no, esta frase, por lo menos, se merece un libro entero. Aun siendo un asiduo lector de Rand y un aplicado estudioso de su filosofía -me considero randiano en plenitud-, me es sumamente difícil expresar, en este corto artículo, todo el maravilloso contenido que encierra tan solo esta frase. Sin embargo, el día de su cumpleaños, el esfuerzo lo vale. En adelante, trataré de hacer una reflexión sincera sobre lo que trata de decirnos Rand, a través de Galt.

Si bien es cierto, la novela se circunscribe a los Estados Unidos y es la trágica narración de la destrucción de la sociedad norteamericana en manos de los saqueadores, que institucionalizan su persecución a los productivos, a través del intervencionismo estatal. Lo que Ayn Rand nos trata de hacer ver es que la vida del Ser Humano está en medio de dos formas de ver el mundo, en sus propios términos, la pugna es entre el individualismo y el colectivismo, ambas escuelas filosóficas antagónicas con valores contrapuestos.

Como dice Ernesto Selman, gran amigo y hermano de causa, el ser Humano, desde su origen, siempre ha estado en medio de la eterna disputa de las dos únicas filosofías que existen, la filosofía de la libertad y la filosofía del poder. Este antagonismo siempre estará presente, la historia de la humanidad es la historia del ser humano y su lucha constante por conservar su libertad frente a todos los enemigos coyunturales que fueron surgiendo. La iglesia, la monarquía absoluta, el totalitarismo, los Estados (todos) y las diversas manifestaciones del colectivismo, siempre se han encargado de cercenar, en mayor o menor medida, en una infinidad de formas, la libertad del ser humano.

En este contexto, el juramento por la vida que hace Galt, no sólo demuestra su inquebrantable compromiso por la causa que persigue, también refleja el profundo significado ético que tiene la independencia y la individualidad del ser humano frente a la amenaza del colectivismo, colectivismo que no plantea una alternativa voluntaria para la vida social, sino que impone, por la fuerza, una forma de vida en la que el individuo es sistemáticamente despojado de su condición. No vivir para nadie, ni pedir que nadie viva para uno, es la esencia del individualismo y la principal fuente de ética en la filosofía de Rand. Para ella, el objetivo ulterior del ser humano en la tierra, es la búsqueda de su propia felicidad, felicidad que sólo se puede conseguir partiendo de su esfera individual, siendo individuo y no como un simple apéndice del colectivo. Hasta podría decir, sin temor a equivocarme, que la felicidad del ser humano, en forma indefectible, depende del grado de individualidad que ostenta. Y aquí es en donde surgen las críticas más desatinadas sobre la filosofía de Rand, la reivindicación de la individualidad del ser humano no significa la exclusión de su naturaleza social, de ninguna manera. Individualismo no es atomismo, no se pondera la idea del Robinson Crusoe ni se denigra la vida social, Rand, lo que trata de hacer, es devolverle al hombre, a través del individualismo, su condición de ser humano, alejarlo del camino que lo lleva a convertirse en parte de rebaño inerte y carente de pensamiento que es el colectivo, y devolverle su esencia virtuosa que radica en su individualidad.

John Kramer y John Galt son dos personajes ficticios y famosos que han construido su legado en base a las firmes convicciones que han regido sus vidas, al margen de la ponderación que podemos hacer sobre las causas y consecuencias de las acciones de ambos, lo que termina siendo incontrovertible, es el grado de notoriedad que ambos han alcanzado. Y es lo que cuenta, trascender en la vida.

Un día como hoy, 02 de febrero, en 1905, el mundo recibía a una de las mentes más brillantes de toda la historia de la humanidad. Un día como hoy, nacía Ayn Rand, una de las defensoras más importantes del capitalismo de libre mercado, del individualismo, del egoísmo racional y de la filosofía objetivista. Y hoy, el día de su cumpleaños, ante un contexto de amenaza perpetua a las libertades del individuo y como un declarado y recurrente lector de Rand, no podía dejar de escribir este humilde artículo para recordar una parte del extraordinario legado de Rand, legado que, a juicio personal, se puede condensar en un intento. El invaluable intento de devolverle la virtud a la humanidad.

Con el ánimo de seguir escribiendo pero consciente de los límites en la redacción, sólo me queda terminar diciendo: ¡Gracias, Ayn Rand, muchas gracias! El espíritu independiente y virtuoso de los que vivimos, será el motor que emane nuestro más inquebrantable sentimiento, nuestro amor por la libertad terminará la opresión de Atlas y nosotros, individuos en esplendor, seremos los encargados de continuar la lucha hacia la victoria del “yo” y encontrar, al final del camino, el ideal desconocido.

Hasta siempre, Alisa..


IN MEMORIAM
AYN RAND
1905 - 1982


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