Hace algunos años publiqué un post bilingüe titulado "The Real Ratzinger / ¿Quién es Ratzinger? - ¿Quién es Benedicto XVI?" Mea culpa, porque fallé miserablemente en mencionar en ese instante que lo escrito no era de mi cosecha, sino una especie de divertimento de la Iglesia Católica con una buena dosis de verdad acerca de la naturaleza del carácter del Papa que acaba de anunciar su renuncia: un intelectual de alto rango que podría enfrentar hasta a San Pedro. 

Es por eso que algunos vaticanistas dudan de los problemas de salud como la razón de la renuncia "sorpresa" (OMG! ¡Un Papa está mintiendo!). Es que el mayor reto que asumió Benedicto XVI fue la lucha contra el relativismo moral de la civilización occidental y el laicismo fundamentalista actualmente en boga. Con el discurso de Ratisbona, se hizo bastante claro que no es posible que un Papa pueda participar en un debate abierto sobre las diferentes culturas (por no hablar de las religiones) en términos absolutos debido a la mentalidad políticamente correcta que impregna la nuestra. Sin Embargo, la posición de la Iglesia se mantuvo tal cual, como era de esperarse. 

Y mientras tanto (según los expertos) el así llamado ex "Cardenal Panzer " no pudo manejar la guerra civil entre facciones de Cardenales. En pocas palabras, Benedicto XVI es un gigante de la doctrina, pero un estadista no tan bueno. Sin embargo, eso podría ser cuestionable, ya que él se comprometió a depurar el Banco del Vaticano y cumplió, por no mencionar también la decisión de dejar para siempre la actitud contraproducente de mantener bien barrido bajo la alfombra el escándalo de pederastia de tantas décadas de duración, el cual generó un rechazo justificado de la opinión pública y un daño inmenso. 

Para nuestra desgracia, lo único en que podía estar de acuerdo las facciones cardenalicias en esta ocasión es que el próximo Papa será de nuevo un italiano. Sólo Dios sabe si esto podría ser una buena decisión en esta época cuando la gente ya está muy acostumbrada a percibir que el Papado es una institución universal y no meramente un privilegio italiano. 

Y unos pocos expertos sostienen algo con lo que estoy de acuerdo: los representantes de Benedicto XVI por todas partes (por no hablar de su rebaño) son sólo vagamente conscientes de su estatura intelectual, y no recurrieron a ella, para nuestra gran desventaja. Esto sólo puede perjudicarnos. Roma locuta, causa finita.