“Al ser humano no se le mide de los pies a la cabeza, sino del corazón a la cabeza”. Con esta frase el actor Fernando del Águila empieza narrando los obstáculos que tuvo que sortear y las duras pruebas a las que se enfrentó para hacer realidad su más grande sueño: llegar a la TV. Tiene 61 años de edad, mide 96 cm. y su pareja 1.70 m.. Un mal genético le impidió crecer con normalidad. Sufrió discriminación y rechazo. Actualmente, integra el elenco de actores de El especial del humor. “Soy un pequeño gigante, nada me amilana”, asegura.

Vuelves a la televisión después de 10 años. ¿Cómo te sientes?
Estoy feliz. Extrañaba la tele y a mis compañeros. Reencontrarme con ellos fue lo más bonito que me pudo haber pasado. Hacer comicidad es mi plato fuerte. Volver a trabajar con Jorge Benavides es un regalo de Dios.

¿Cómo llegaste a la televisión?
Fue hace 30 años, en “Estrafalario” (programa cómico de Canal 7) con Felipe Sanguinetti (productor del espacio). Me presenté en su programa, le dije que había trabajado en circos y me aceptó. Fue una gran época, estuve con los mejores: ‘Melcochita’, Miguel Barraza, Alicia Andrade, Guillermo Rossini, entre otros.

¿Recuerdas cuál fue tu primer personaje?
Fue un hippie, salía con el “Loco” Ureta y Guillermo Rossini.

¿Y el más querido?
Fue Cháterman. Era la imitación que le hacía a César Hildebrandt. Fue mi primera imitación.

¿Qué satisfacciones te ha dado la TV?
Gracias a la popularidad que obtuve pude viajar a varios países. En mis viajes tuve la oportunidad de conocer a Ricky Martin, Shakira, Celia Cruz, Magneto,Locomía. ¿Cómo los conocí? Cuando grababa en los programas a los que me invitaban.

¿Qué hacías antes de llegar a la TV?
De todo un poco. He trabajado en circos, he vendido repuestos, cosméticos, iba a Tacna a traer mercadería para venderla en Lima. Una vez que comencé mi carrera artística no paré. Estuve en todos los canales. Trabajé en Canal 4, Canal 5, también estuve con Carlos Álvarez, con Ricky Tosso y en Frecuencia Latina con “La paisana Jacinta”. También he hecho series, como “Golpe a golpe” y “Rita y yo”.

Leí que tuviste problemas con Carlos Álvarez. ¿Qué pasó?
No lo sé. Trabajamos diez años juntos y nunca hubo un intercambio de palabras, pero me perjudicó bastante porque me apartó de la TV. Cuando quise volver fue la persona que se opuso a que vuelva. No me gusta hablar de ese tema, prefiero dejarlo ahí.

Estuviste diez años alejado de la televisión. ¿Qué hiciste en ese tiempo?
Fueron años difíciles. Había guardado pan para mayo, pero el problema de mayo es que tiene 31 días y se acaba el pan. Me dediqué a hacer refresco de maracuyá y chicha. Vendía en el jirón de La Unión, me iba bien, hasta que llegó el invierno y cambié los refrescos por las golosinas. La falta de dinero también hizo que venda mi carrito.

¿Y ese carro lo manejabas tú?
Claro. ¿Usted cree que mi carro era a control remoto? (risas) Le puse unos fierros grandazos al pedal y una plataforma, luego levanté el asiento. Ahí me sobraba piernas. Manejaba tan bien que Lima me quedó chico.

¿El ser pequeño tiene alguna ventaja?
En verano, cuando las chicas utilizan minifalda, no tenemos que agacharnos para ganarnos bien (Risas). También me ayudó a llegar a la televisión. Ver a un enano en el circo es gracioso y verlo en la televisión aún más.

¿Cuánto mides?
96 centímetros.

¿Tus padres son pequeños como tú?
Mis papás son de talla normal. Lo mío no es hereditario, tuve un problema en los pies. Me operaron cuando tenía 3 años, a eso se debe mi enanismo. Padecí de acondroplasia (trastorno genético que se presenta en 1 de cada 25.000 niños nacidos vivos). Mis hijos (Fabiola de 18 años y Carlos de 11) son altos.

¿Y tu esposa?
Mide aproximadamente 1,70 m. Es una mujer admirable, estuvo conmigo en los momentos más difíciles, cuando no tenía trabajo y tenía dos hijos que mantener. Quería que la tierra me tragara. Fue una época muy dura.

¿Cómo la conquistaste?
Los chicos hacemos cosas grandes y cosas de grandes también.(Risas) Me subí a una banquita y le hablé. Ahí nació el romance. Hubo bastante química, siempre nos hemos llevado bien. Como buen cusqueño, siempre he sido divertido. Lo curioso es que soy del Cusco y llevo el apellido Del Águila, que es de la selva. Parece que ese águila pasó por el Cuzco volando y se le cayó un huevito y nació esta cosita.

Una de las chapas que la gente más recuerda, fue el de “Largo”. ¿Cómo surgió?
Prácticamente fue un personaje en “Estrafalario”. Me pusieron así por “Largo” de “Los locos Addams”.

Pese a ser pequeño siempre lograste tus objetivos.
Así es. Yo creo que todos somos iguales, somos obra de Dios. Al ser humano no se le mide de los pies a la cabeza sino del corazón a la cabeza.

*¿Has sido víctima de discriminación?*
Muchas veces, y estoy seguro que no fui el único. Alguna vez nos hemos sentido discriminados, sobre todo viviendo en un país que no está desarrollado y donde hay bastante ignorancia. Gracias a Dios he sabido superar todo lo malo y hoy en día me resbala lo que puedan decir de mí. ¿Qué es lo que más me molesta? Que me agarren la cabeza y me den un golpecito, eso me incomoda; pero que me digan “chato” o enano, no me hace daño.

¿Fue difícil lograr que esas cosas no te afecten?
Cuando era pequeño me costó mucho aceptarlo, pero cuando crecí y tuve la madurez necesaria para afrontarlo, todo fue más sencillo. De grande fui muy seguro.

¿Qué sabes de Justo Espinoza, “Petipán”?
Parece que tiene un resentimiento contra la sociedad. Él nunca superará eso porque es especial. Es un poquito renegón y eso hizo que la sociedad lo reproche y él se aleje. Una vez le quisieron hacer una entrevista y se negó. Nosotros nunca hemos tenido amistad, de lejos nomás.

¿Y con José Almanza ‘Chatin’?
Con él sí tengo una amistad, pero no de mucha unión. Hace muchos años, creo que en 1988, formé una asociación de gente pequeña, que terminó por falta de apoyo y dinero.

¿Qué opinas de su participación en ““El gran show”“? ¿Le seguirías los pasos?
Me gustaría, pero no puedo bailar por el impedimento que tengo en la pierna.

Querías volver a la televisión y lo lograste. ¿Qué otras metas tienes?
No tengo ninguna ambición. Para mí pasar los 50 años ha sido una felicidad. Vivo la vida como si tuviera 30 o 40 años.