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EL ALCALDE (Parte II: El detonante, Alcoy 1873)




PARTE II EL DETONANTE




EL ALCALDE





   Agustín Albors


Soy Agustín Albors Blanes,
hijo deL papel y deL progreso
desde niño abracé la milicia
y el partido que alzaba la justicia
contra el poder, la tiranía y el opreso.
Me casé con Rita Gueritó Corts
y tuve dos hijos: Julia y Modesto
que fueron mi orgullo y mi consuelo
en los momentos de dolor y de zozobra.

Admiré al general Espartero,
pero luego me hice demócrata
y más tarde republicano,
por influjo de Orense y Martín.
Participé en la insurrección
del valiente Pantaleón Boné,
y por ello fui desterrado
y perseguido por la ley.

Regresé a mi tierra natal
con negocios y propiedades,
textiles, papeleros y diligencias,
que me dieron prosperidad.

Y me dediqué a la política
con fervor y lealtad.
Fui teniente de Alcalde y juez,
y también comandante militar,
y cuando el cólera asoló
la ciudad, supe ayudar.
Recibí la cruz de Isabel
por mi obra humanitaria,
pero nunca renuncié
a mis ideales de cambio.

Al producirse el pronunciamiento gaditano

dirigí el levantamiento demócrata de Alcoy

y presidí la Junta revolucionaria
que se encargó de la defensa de la población.

Tomé rehenes, monté barricadas,

amenacé con fusilar a dos isabelinos

si las tropas disparaban o entraban en Alcoy,

y recibí ochenta mil duros por el rescate
de los insignes partidarios de Isabel II.
Militando en el Partido Demócrata Republicano Federal

fui elegido diputado por Alcoy en las Cortes Constituyentes

y defendí una candidatura mixta de monárquicos y republicanos

que me atrajo la enemistad de parte de mis correligionarios.
Y en noviembre no asistí a la votación

que eligió a Amadeo como rey de España,

pues yo quería una República Federal.

Fui alcalde de Alcoy dos veces,
y en la primera República
me enfrenté a la revuelta obrera
que pedía pan y trabajo.
Ordené disparar al pueblo
que se había sublevado,
y por eso fui asesinado
en la calle del Mercado.

Así acabó mi vida trágica,
entre sueños y fracasos,
entre luces y sombras,
entre el amor y el odio.



Penal de Cádiz. El cuarto por la derecha es Albors



fuente de este poema; PERSONALIDADES NOTABLES DE LA HISTORIA DE ALCOY | Facebook



EL ALCALDE
En el ayuntamiento se encontraron
la comisión de trabajadores y el alcalde
para dialogar sobre la huelga
y buscar una solución al conflicto.
Pero el alcalde, que era soberbio,
no quiso escuchar sus demandas
y les habló con desprecio y arrogancia:
“¿Qué queréis de mí?"
Los trabajadores, que tenían dignidad,
le contestaron con valor y coraje:
“Se acabó tu tiempo y tu farsa.
Queremos tu dimisión”.
El alcalde, que tenía una trampa,
les dijo con falsa bondad:
“Eso tendría que consultarlo al gobernador,
no puedo decidirlo yo solo”.
Y cuando salió la comisión
disparó al aire desde el balcón
era la señal acordada
para que tres policías
ocultos en el campanario
disparasen a los manifestantes.
Cuando Albors volvió a entrar en la sala,
les dijo: "Ahora ya saben que tenemos armas".
Se produjo el primer muerto,
un obrero que cayó al suelo sin aliento
y la multitud se llenó de furia
y gritó: “¡Abajo el alcalde, viva la revolución!”.

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La Revolución del Petróleo


En la noche del siete de julio de 1873.

En la plaza de toros de Alcoy se decide ir a la huelga

por las penurias laborales y la solidaridad
con los papeleros de Els Algars que resisten desde abril
y se le notifica al alcalde Albors la voluntad.

Ocho de julio, Albors no quiere ceder ni negociar
y escribe un bando que desprecia a los obreros
dice que quien quiera trabajar que trabaje
y quien no quiera que se aguante o que se calle.

Ante tal desdén y tal desaire

los obreros claman por la renuncia del alcalde.

Al día siguiente sigue la huelga general

y los piquetes por el pan y por la dignidad


Albors telegrafía al gobernador civil
pidiendo tropas para reprimir el movimiento
y evitar que se le escape el control.

El miércoles nueve de julio, mediodía, era la una
el alcalde cita a la Comisión de los trabajadores
y les pide un plazo de unas horas para responder.
A las tres, Severino Albarracín les habla desde el balcón.
A continuación baja a la plaza.


Pero a las cuatro de la tarde todo cambia

se desata el caos cuando Albors dispara al aire 

y tres guardias municipales desde el Campanar
abren fuego contra la multitud y cae el primer obrero muerto.

Entonces empieza la revuelta popular
se levantan barricadas, se toman rehenes, se toma la cárcel
se quema petróleo y se asedia el ayuntamiento
donde Albors y los suyos se refugian y aguantan.

Durante toda la noche y parte de la mañana
se oyen disparos, gritos, campanas y explosiones
la ciudad arde y sangra en guerra
y los obreros luchan por sus derechos y sus razones.

A las diez de la mañana, ya jueves diez de julio

sin munición  se rinden los guardias del Campanar

y no se les perdona su traición y su crueldad


A las doce del mediodía se encuentra a Albors escondido
entre montones de paja en una casa de la calle San Lorenzo,
en la casa de Elena Barceló,

desde allí es bajado a la calle y ajusticiado.


A primera hora de la tarde 

cuando el sol ardiente rozaba los 38 grados 

y en Alcoy terminaba una revuelta sin cuartel 

que marcaría para siempre su destino y su pasado


Una horda de chiquillos enfebrecidos

 al son de un tambor rasgado y malherido 

arrastraban al alcalde Albors por la calle 

como gato despellejado y sin detalle


"Al río con él", gritaban con furia y desdén 

"No más verdugos y tiranos del pueblo", decía la bandera 

que habían tomado del ayuntamiento 

y que ondeaba una niña con alma de guerrera,

Elena era su nombre; "La Francesa". 


Así terminan las veinte horas de la Revolución del Petróleo
que dejaron quince o dieciséis muertos según las fuentes
y una huella imborrable en la historia de Alcoy
donde los trabajadores se rebelaron contra los poderes.




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