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Sobrevolando la coyuntura / Mirando al futuro (Another BRIC in the Wall)

“Rompiendo con China, perdemos un mercado de 15 mil millones de dólares. Tachemos 15 mil. Rompiendo con Brasil y el Mercosur, rompemos un mercado de 12 mil millones de dólares. No sé cómo van a hacer para llevar adelante la actividad industrial sin importaciones de bienes intermedios de esos países”, dijo el candidato a Presidente por Unión por la Patria y Ministro de Economía Sergio Massa en su exposición en el Concejo de las Américas el pasado jueves, apenas llegado de Washington tras culminar negociaciones con el FMI, hablándole al bolsillo de un grupo de empresarios.

Estas declaraciones de Massa se produjeron con posterioridad a las formuladas, en el mismo foro, por el candidato “libertario” Javier Milei y la macrista Patricia Bullrich, quienes coincidieron en señalar que en hipotéticos gobiernos suyos, quitarían a Argentina del BRICS.

Es que el mismo jueves, se sabe, y a contramano de lo que como información circulaba en días precedentes, el bloque de países emergentes reunido en Johannesburgo aceptó la incorporación de Argentina junto con Egipto, Irán, Etiopía, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos.

Blandiendo lugares comunes del tipo “son todos comunistas" (Milei), o poniendo como excusa el conflicto Rusia-OTAN localizado en Ucrania (Bullrich), uno como la otra pusieron por delante de las posibilidades de inserción de Argentina en un bloque hoy más potente que el llamado “Grupo de los 7” un compilado de motivaciones ideológicas manifestando a la vez una inequívoca vocación de alineamiento con la potencia del norte.

De hecho, Milei fue taxativo afirmando que un gobierno suyo se alinearía en materia internacional con Estados Unidos e Israel.

Abriendo el lente

Sin contexto, la coyuntura es solo eso: coyuntura. Es imprescindible expandir la mirada para construir una comprensión al menos algo más precisa sobre la naturaleza de los fenómenos históricos.

En notas anteriores, hemos intentado establecer algunos elementos de análisis contextual: la actual crisis argentina se manifiesta fundamentalmente en un proceso inflacionario arrollador, de apariencia indetenible, que deteriora sistemáticamente el ingreso de los sectores salariados y fundamentalmente de quienes se encuentran en la informalidad laboral en sus diversas formas y más aún, en el desempleo. Y si bien es cierto que por el lado amable el nivel de empleo ha crecido sostenidamente desde que Alberto Fernández asumió la presidencia, no es menos cierto que el nivel salarial se desploma día a día.

A este respecto, es imprescindible señalar que el endeudamiento con el FMI concretado por Mauricio Macri durante su presidencia es de hecho el principal condicionante para las posibilidades de desarrollo de nuestro país por su carácter restrictivo e inflacionario, ya que no solo impone una política de ajuste para bajar el famoso déficit fiscal, sino que obliga a devaluaciones periódicas que inevitablemente impactan en el proceso inflacionario.

Esta dinámica se complementa con un comportamiento del gobierno de Fernández que, al mostrarse dubitativo desde el primer momento y falto de decisión para confrontar con el poder económico y con el propio FMI, habilitó espacios de descontento social y de desbocada especulación en materia de precios, fundamentalmente en el rubro alimentos, por parte de actores económicos híper-concentrados.

Tampoco ayudó a la situación general la sequía que afectó al país y que produjo una pérdida estimada en 20 mil millones de dólares.

Por el lado amable, al ya mencionado aumento del nivel de empleo, debe sumarse la inversión en infraestructura estratégica, especialmente el gasoducto Néstor Kirchner que permitirá no solo avanzar en el autoabastecimiento energético con el ahorro que es implica al dejar de importar gas, sino que pone a Argentina a las puertas del superávit comercial ante el potencial exportador que se abre y que, por caso, tendrá a Bahía Blanca como protagonista gracias a las obras anunciadas en el Puerto de Ingeniero White.

Mencionados estos aspectos en apariencia estrictamente locales, es tiempo de mirar más allá. El triunfo electoral de Lula en Brasil significó un gran espaldarazo a Argentina, ya que el presidente de Brasil se cargó al hombro la defensa de nuestro país en cuanto foro contara con su presencia poniendo el foco en lo ruinoso del acuerdo con el FMI, y promoviendo fuertemente el ingreso albiceleste a BRICS, en el entendimiento que los dos países, trabajando de manera conjunta, pueden ganar peso en el escenario internacional aprovechando posibilidades de inserción y de intercambio comercial con el conjunto de países que representan el 40% de la población mundial y un PBI que supera al G7 (las 7 naciones más desarrolladas del mundo).

No solo eso, sino que se abren posibilidades de financiamiento que pueden significar en un plazo razonable el salvoconducto para escapar a los condicionamientos del FMI y un agregado que no es menor en tiempos de promesas de dolarización: la posibilidad de salir del corsé económico que significa tener al dólar como moneda de referencia. En este sentido, recordar que nuestro país ya pagó “una cuota” al FMI con yuanes, moneda China, mientras que Brasil avanza con la propuesta de una moneda común para el Mercosur y, en el mientras tanto, que el intercambio comercial con nuestro país sea justamente en yuanes.

A todo esto, y ante la promesa de Bullrich y Milei de sacar a Argentina del BRICS si algune de elles llega a la presidencia, es menester tener en cuenta algunos datos. Según la Bolsa de Comercio de Rosario, el intercambio “comercial con China fue en 2022 el mas grande de la historia.

En su web, la entidad señala que “la República Popular China se ha convertido en el segundo socio comercial de nuestro país. En 2022 el gigante asiático fue destino del 9,1% de las exportaciones nacionales, sólo detrás del Brasil, que se lleva el 14,2%. En este sentido, la agroindustria tiene un rol preponderante en nuestra canasta exportadora hacia China”, y agrega que “de esta manera, el gigante asiático es el principal destino de las carnes y el poroto de soja que se exporta desde nuestro país.

El año pasado el 92% del poroto de soja argentino exportado se embarcó hacia China, al tiempo que este país fue destino del 57% de las exportaciones de carne argentina. Entre ambos complejos tenemos más del 66% de las exportaciones argentinas a este destino en 2022.”

Indica también la nota que el gigante asiático “es el principal socio comercial de Chaco, Santiago del Estero, Entre Ríos, San Luis, La Pampa y Catamarca. Más aún, es el segundo socio comercial de las tres provincias más exportadoras de la Argentina: Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba.”

En el debe, señala la Bolsa de Comercio de Rosario que son 15 los años de déficit comercial de nuestro país en relación con la potencia económica de mayor crecimiento en lo que va del siglo, lo que acaso tenga que ver con el hecho que Argentina exporta fundamentalmente materias primas e importa productos terminados, es decir, valor agregado con lo cual, la fácil conclusión (omitiendo una serie de complejidades inherentes) es que para evitar estos números nuestro país debe profundizar la senda del desarrollo industrial para incrementar las posibilidades de exportación de valor agregado, de trabajo Argentino.

Finalmente, en esto de intentar ampliar la mirada, es por demás interesante leer al politólogo Atilio Borón, quien en una nota titulada “El irresistible ascenso del policentrismo ", analiza que “la sorpresiva ampliación del BRICS, no porque no estuviera ya en los planes de la organización sino por la decisión de resolverla a último momento en la Cumbre de Johannesburgo, ratifica la modificación sustancial producida en el tablero geopolítico y económico internacional. Ya no se trata de un proceso en curso que avanzaba de la mano de la lenta pero inocultable declinación del poderío global de Estados Unidos, manifestado en el área económica con la creciente pérdida de gravitación del dólar en la economía mundial y en el terreno militar por la ignominiosa retirada de Afganistán luego de veinte años de guerras, para no citar sino dos ejemplos. Estamos en cambio frente a un proceso que ya ha llegado a su término, cristalizando una nueva configuración del poder mundial que puso fin al unipolarismo estadounidense y a la primacía global de Occidente.”

Agrega Borón que “la ampliación del BRICS incorporó a seis nuevos países de los cuales cinco son ricos en recursos energéticos: Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Irán y gas en Argentina y Etiopía) mientras que la vieja elite económica mundial del G7 se caracteriza precisamente por su dependencia de las importaciones de petróleo y gas, no en el mismo grado para todos sus miembros. De ahí los lamentos y las críticas de los pensadores y estrategas del imperio ante el BRICS ampliado. Para la Argentina el ingreso a esta organización no podría haberse producido en momento más propicio: diversificará nuestro comercio exterior, permitirá acceder a nuevos financiamientos para obras de infraestructura y desarrollo industrial y será una palanca valiosísima para poner fin a la nefasta influencia del FMI en los asuntos internos de nuestro país. Como era previsible, la derecha sin distinción de matices se manifestó en contra del ingreso al BRICS, descargando una serie de gastados lugares comunes tipo “nuestro lugar es en Occidente” y otros por el estilo.”

Sigue dependiendo de Argentina

Ante una situación económico-social angustiante en el que la política se ha mostrado ineficiente en poner freno a la expansión del poder económico concentrado y especulativo, en garantizar el ejercicio de derechos básicos con un alto porcentaje de trabajadores en la informalidad, con salarios formales insuficientes, con nulas posibilidades para vastos sectores de acceder a la vivienda y al crédito, pudiera parecer que las novedades de los últimos días carecen de relevancia. La urgencia por reparar el daño impide observar las potencialidades en desarrollo y valorar correctamente las acciones que desde una mirada estratégica se han hecho bien, y pueden generar resultados positivos en el futuro próximo.

Sin embargo, es imprescindible señalar que, justamente, esas novedades abren un panorama que puede significar un despegue para Argentina. Para esto, dos ítems es necesario completar: eliminar la dependencia del FMI encarando con firmeza el problema inflacionario y a la par la recomposición de los ingresos ciudadanos y aprovechar, con un fuerte sentido soberano, las posibilidades que se presentan en la reconfiguración del tablero geopolítico que menciona Atilio Borón.

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