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Un programa para que efectivamente la política sea una herramienta de transformación social

Los análisis de Cristina Fernández de Kirchner contienen abundantes referencias históricas, anécdotas, análisis de coyuntura nacional e internacional. En suma, contexto. Y no es menor, de hecho, marca una diferencia astronómica con buena parte del resto dirigencia política. La clase magistral del pasado jueves en el renovado Teatro Argentino de La Plata no fue la excepción.

La ponencia, titulada “La Argentina circular. El FMI y su histórica receta de inflación y recesión” en el marco de la presentación de la Escuela Justicialista Néstor Kirchner trazó le línea histórica que vincula los procesos de endeudamiento externo, en particular los derivados de la relación argentina con el Fondo Monetario Internacional (FMI), con los procesos inflacionarios enmarcados en una estructura económica bimonetaria en el que la dependencia de la cotización del dólar normalmente atenta contra el valor de la moneda nacional propiciando etapas de marcada caída del poder adquisitivo del salario por vía del encarecimiento del costo de vida.

Esto ha llevado a crisis políticas-sociales-económicas cíclicas algunas de las cuales, fundamentalmente la del 2001, adquirieron dimensiones apocalípticas.

El momento actual nos presenta a una Argentina con un muy alto nivel de inflación a la vez que las políticas económica y monetaria están sometidas a lo que disponga el FMI en el marco del acuerdo promovido por el ex ministro de Economía Martín Guzmán a instancias del presidente Alberto Fernández y que generara un quiebre dentro del gobernante Frente de Todos que al día de hoy se mantiene.

Ese acuerdo establece una serie de restricciones respecto de la utilización de herramientas, emisión monetaria y ajustes en diversas áreas.

En ese sentido, tres ejemplos: no obstante su aprobación en el Congreso de la Nación, la negativa del FMI a dar el visto bueno a la ley de moratoria previsional, el ajuste sobre los planes sociales que en base a diversas excusas ejecuta la Ministra de Desarrollo Social de la Nación Victoria Tolosa Paz y la imposición al Banco Central de no utilizar reservas para combatir las corridas cambiarias.

Respecto de eso último, el Ministro de Economía Sergio Massa en la semana que concluyó decidió desoír la imposición para salir a atajar la corrida que llevo al dólar ilegal a tocar los 500 pesos.

Lo que queda en claro que el actual programa del Fondo implica dependencia por la restricción a la utilización de herramientas propias del Estado Nacional lo que hace que, en un escenario complicado por las propias ineficiencias del gobierno y el permanente ataque especulativo del poder concentrado la inflación, como suele decirse, “suba por el ascensor mientras que los salarios lo hacen por la escalera”.

El elocuente 7,7% que como suba arrojó el mes de marzo habla por sí solo. La situación es especialmente paradójica y grave cuando nos topamos con que el índice de empleo mejora (6,3% en la última medición cuando la anterior daba 7%) y, la economía crece (10,4% en 2021 y 5,2% en 2022).

Entonces, la conclusión es fácil: el crecimiento de lo están quedando 4 vivos, tal y como anunció en tono de advertencia Cristina Kirchner en diciembre del 2020, si es que no se aplicaban fuertes medidas redistributivas alineando salarios, jubilaciones, tarifas y crecimiento para que no se generaran descalabros. Las medidas no se tomaron, y el resultado está a la vista.

En su clase Magistral, volviendo al principio, Cristina Kirchner planteó que Argentina vive en una circularidad en la que en el presente el pasado se instala con fuerza haciendo que el país atraviese una crisis más de endeudamiento con las consabidas consecuencias, habilitando de paso la revitalización de los discursos de la derecha que, acaso como nunca, de manera desbocada prometen ajuste y represión, privatizaciones y recorte de derechos, sumisión del Estado y por ende del pueblo al capricho del capital concentrado nacional y transnacional. Claro que mientras que dirigentes políticos del campo opositor prometen lo que prometen, lo hacen asegurando que es el único camino para la recuperación del país.

90´s dixit

Cristina en su clase magistral aseguró (de hecho, era parte del título de la ponencia) que Argentina es circular, porque siempre vuelve a los mismos fantasmas y humildemente agrego que, si no vuelve, parece mirar con ganas.

Una de las decisiones políticas con fuerte impacto social y económico que tomó el gobierno de Cristina Kirchner fue la de reestatizar los fondos de jubilaciones y pensiones en el 2008 retornando a un esquema solidario y enterrando de esta manera el sistema de capitalización que mediante la Ley 24.241 sancionada en 1993 concretó la reforma previsional que a la larga transfirió la casi totalidad de esos fondos a empresas privadas.

Una salvedad (no menor): en el sistema solidario de reparto, para explicarlo muy sintéticamente, las jubilaciones se pagan gracias al aporte de los trabajadores activos, con lo cual cuanto mayor sea el nivel de empleo, tanto mejor se financiará el sistema que, además, tras la reestatización cuenta con el Fondo de Garantía de Sustentabilidad como una formidable herramienta que sirve también para financiar diversas políticas públicas.

El sistema de capitalización, por su parte, se sostenía con el aporte compulsivo de les trabajadores y ese dinero no iba a un esquema de reparto, sino que iba a una cuenta de la cual el trabajador, una vez jubilado, cobraría su haber.

Pero el neoliberalismo es el neoliberalismo y la trampa era mortal.

A cada trabajador, la respectiva AFJP le cobraba una comisión que iba del 30 al 54% y no solamente eso.

Al perder el estado una enorme cantidad de recursos por causa de la privatización del sistema, se hacía necesaria la búsqueda de financiamiento y quienes comenzaron a prestar al Estado fueron… las AFJP.

Así, el Estado pasó de administrar esos recursos a transferirlos a privados que luego a su vez los prestaban al mismo estado imponiendo golosas tasas de interés.

No se recuerda que Clarín, La Nación y la derecha en su conjunto salieran a denunciar que las empresas se quedaban con la plata de los jubilados. Antes bien, participaron del negocio vendiendo a estas administradoras acciones, en muchos casos, sobrevaluadas. Las de medios, siderúrgicas, productoras de alimentos, y muchas más vendieron acciones, las que luego fueron utilizadas para crear el FGS una vez reestatizados esos fondos.

Esas AFJP eran 10: Arauca Bit, Consolidar, Futura, Met, Nación, Orígenes, Previsol, Profesión + Auge, Unidos y Máxima. Para esta nota, nos interesa esta última especialmente.

Máxima AFJP estaba constituida por fondos provenientes de Estados Unidos (New York Life International con un 39,99%), Reino Unido (HSBC con 39,92%), HSBC Chacabuco Argentina (20,07%) y Oscar A. Ataide (0,01 %). De este grupo, Máxima, el actual pre candidato a presidente por “La Libertad Avanza”, Javier Milei, fue economista jefe.

Tal vez esto explique dos cuestiones: por un lado, su enjundiosa oposición a la moratoria previsional aprobada en el Congreso de la Nación que permitirá a decenas de miles de personas acceder a una jubilación a pesar de no contar con la totalidad de los años de aportes requeridos, y por otro, su expreso deseo de retornar al régimen de capitalización.

Publicidad de Máxima AFJP con una joven Viviana Canosa y Francisco Cabrera, ex ministro de Producción del gobierno de Mauricio Macri, como gerente general.

El pasado viernes, en diálogo con la clarinista Radio Mitre, Milei aseguró que “es toda su intención” volver a las AFJP apurándose a aclarar que “sin vulnerar derechos” y a posteriori de una reforma del Estado que “implica bajar el gasto público, bajar impuestos, desregular, flexibilizar el mercado laboral, abrir la economía y, en paralelo, terminar con el peso, que es una máquina de estafar gente".

En la misma secuencia, el ex economista jefe de Máxima y ex asesor del genocida Antonio Bussi en Diputados, no descartó un aumento, si llega a ser presidente, de la edad jubilatoria tal como se ha aprobado la semana pasada en Uruguay.

“Para eso, hay que hacer los cálculos en función de la evolución de la transición demográfica argentina", aseguró, y agregó que “ahí el core tiene que ver con la relación entre los que aportan, los pasivos, y lo que tiene que ver con cómo va evolucionando la población”.

En síntesis, una de las ideas de Milei en el marco de su propuesta de destrucción del Estado es la de retornar a un sistema cuya cobertura llegó a encontrarse por debajo del 70% de las personas en edad de jubilarse, que a los aportantes les cobraba estrafalarias comisiones que iban del 30 al 54%, y cuyos fondos eran utilizados para comprar acciones de empresas muchas veces sobrevaloradas y prestarle, con el beneficio de las tasas de interés mediante, dinero al Estado.

Ese mismo dinero que el propio Estado administraba antes de la privatización del sistema previsional.


Quise detenerme en el tema del sistema previsional porque es absolutamente paradigmático de lo que explicó Cristina en su clase magistral en La Plata.

La Argentina circular se topa a cada paso con los fantasmas de un pasado que no se va, que pugna de manera constante para hacerse con el presente y el futuro para profundizar su trabajo histórico: socavar al Estado en sus funciones de regulación e igualación social para ponerlo al servicio de intereses concentrados que pretenden realizar toda clase de negocios y obtener toda clase de beneficios aún, y sobre todo, a pesar de pasar por encima de los intereses, necesidades y derechos de todo un pueblo.

Entiendo que tal vez mis últimas notas puedan parecer reiterativas pero resulta fundamental entender el contexto en el que se desarrollan los hechos de la actualidad, tanto sea la coyuntura específicamente Argentina, como fundamentalmente como esa coyuntura nacional está inserta en un escenario global de un mundo en guerra y atravesando diversas crisis en el que los sectores concentrados se apoderan de porciones cada vez más importantes no solamente de riqueza y poder, sometiendo a las grandes mayorías mundiales al oprobio.

Es en este marco en el que Cristina Fernández de Kirchner pide de caras a las elecciones y el contexto de las internas del Frente de Todos que se diseñe un programa de gobierno para que, entre otras cosas, no todo dependa de una sola persona (lecturas electorales al margen).

Es acaso imperdonable que FdT no haya tenido un programa de esas características al nacer, pero aún peor es que tras el traspié electoral de las legislativas de 2021 no se haya modificado el rumbo y que, tozudamente, el gobierno de Alberto Fernández desoyera tanto a Cristina como a diversos sectores que le señalaban al presidente Fernández que ese no era el rumbo.

En este plano, la consideración final es la fundamental: el problema más grande que hoy tiene el país es el collar de plomo que significa el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional que, por su carácter recesivo e inflacionario (tal y como lo describió Cristina) a la vez que impositivo, funge de impedimento para que el Estado, ejerciendo su soberana independencia, pueda hacer uso de todas las herramientas a su disposición para transformar la realidad porque, finalmente, se sabe que eso es la política, una herramienta de transformación social y más cuando un cuerpo de ideas a través de representantes se hace con la administración del Estado.

Un programa para que efectivamente la política sea una herramienta de transformación social es una publicación original de El Ágora Digital.



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