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Axel, Wado, Máximo: tres dirigentes con el bastón de mariscal en mano que protagonizarán 2023

Hace un año, la desesperanza por lo que depararían las elecciones de 2023 reinaba en el seno del oficialismo y se hacía por demás palpable entre la militancia y las bases. Un año después, el pesimismo persiste en parte, al tiempo que despunta una luz de esperanza en la lenta pero sostenida mejora económica, sumada a la interna descarnada entre las distintas bandas del macrismo y la indolencia característica del radicalismo de la UCR.

Uno de los principales escollos que deberá sortear el Peronismo es la carencia de un candidato natural, título que le habría correspondido al presidente si no se hubiera obstinado en tropezar sistemáticamente con la misma piedra: su falta de definición política que la vicepresidenta ingeniosa y tácitamente graficó como «amague y recule».

Héctor Magnetto, el proscriptor intelectual de la vicepresidenta, junto a Alberto Fernández. Foto de archivo de 2019.

No son pocos quienes creen que la obstinación de Alberto Fernández en habilitar el tratamiento de la eliminación de las PASO, responde a que si no hubiera internas en el oficialismo en 2023, se quedaría sin chances de estar en una boleta. Tristemente, estar en una boleta en las PASO del año venidero tampoco le garantizaría sortear una contundente derrota.

Como sea, con la devaluación de Alberto y la proscripción de Cristina, el peronismo adolece la falta de un «candidato natural». Sin embargo, tres dirigentes del oficialismo exhiben el proverbial «bastón de mariscal» al que el mismísimo Juan Domingo Perón hacía referencia en sus clases de formación política.

Pim pum para Axel la reelección

No. El autor de esta nota no enloqueció (todavía). La referencia es uno de los spots que Kicillof utilizó en la campaña 2019 en la que se consagró como gobernador destronando por casi 15 puntos porcentuales a la entonces gobernadora María Eugenia Vidal.

La misma «Mariu» que pocos meses atrás era tanteada por un sector del «círculo rojo» como reemplazo de la candidatura presidencial del alicaído Mauricio Macri.

Si a nivel nacional el peronismo carece de un candidato natural, en la Provincia -el principal distrito electoral-, el gobernador Axel Kicillof es ficha puesta para la reelección y hasta el momento, ningún dirigente de su espacio ha manifestado públicamente lo contrario.

Fiel al pedido de Cristina en Avellaneda, Axel no pide permiso, como no lo pidió en 2019 cuando sectores que hoy conforman el Frente de Todos lo miraban de reojo mientras recorría los 135 distritos bonaerenses en el mítico Renault Clío de Carlos Bianco.

«Cada dirigente, cada militante, tiene su bastón de mariscal en la mochila. Sáquenlo y no le pidan permiso a nadie para sacarlo» manifestó CFK este lunes y fue Kicillof quien respondió al llamado en primer lugar y de la forma más explícita.

“Nos pidieron que tomáramos el bastón de mariscal (…) Tomamos el bastón de mariscal y vamos a recorrer la Provincia para explicar que estamos defendiendo nuestro futuro.”

Así cerró el gobernador su alocución ante vecinas y vecinos en una plaza de la capital bonaerense, en una de sus ya clásicas mateadas que demuestran -y refuerzan- su vínculo y cercanía con la ciudadanía de a pie.

Previamente, Axel había mantenido un encuentro con gremios estatales, cerrando la paritaria 2022 garantizando una suba salarial suplementaria del 10% promedio y asegundando un piso anual del 97%

Kicillof venía de un encuentro con los gremios estatales para cerrar las paritarias de 2022. Les garantizó una suba salarial suplementaria de un 10 por ciento promedio, que significa un piso anual de un 97 por ciento para entre -otros gremios- docentes y judiciales.

Kicillof podría refugiarse en su propia gestión y evitar referirse a la proscripción de CFK, pero la miopía política y la falta de definición no son características que puedan atribuírsele.

“Estos son los métodos que tienen ellos. Si no les alcanzan los votos, van a tocar las puertas de tribunales. Es importante darse un plan de trabajo, una estrategia de cara al año que viene. Ya sabemos con qué se vienen, acá en la Provincia es defender todos y cada uno de los derechos que tenemos, que ampliamos y reconocimos»

«El año que viene, Argentina y la Provincia decide si quiere a la derecha o sus derechos. Estamos defendiendo el derecho al futuro, a un futuro mejor” expresó Kicillof, avisando que irá por la releección y sabiendo que el disciplinamiento no es contra Cristina Kirchner, sino contra la política y la ciudadanía, a través del encarnizamiento contra Cristina.

Wado, convicción, diálogo y un estilo propio

Eduardo «Wado» de Pedro es hijo de desaparecidos y estuvo él mismo apropiado durante un breve periodo, cuando apenas era un bebé.

En 2001, volvió a mirar al Terror a la cara cuando fue secuestrado por la misma policía que reprimía en Plaza de Mayo a las Madres, a quienes Wado se había acercado a proteger.

Este secuestro fue aún más breve y por un accidente -automovilístico y figurado-, De Pedro pudo escapar a lo que se preanunciaba como una segunda desaparición. Aún así, no zafó de los golpes y la picana.

El joven Wado de Pedro siendro secuestrado (nuevamente) y torturado en el contexto de las movilizaciones del 19 y 20 de diciembre

Durante su niñez y adolescencia padeció su tartamudez (o disfluencia), pero con el paso de los años ha sabido convivir y sobrellevar esta situación, constituyéndose como un ejemplo de superación, especialmente para aquellos jóvenes que adolecen esta condición.

Wado es otro de los dirigentes que sacó el bastón de mariscal, incluso ya en 2021 tras la derrota del oficialismo en las PASO. Fue entonces que puso se renuncia a disposición del titular de la Casa Rosada, desatando una catarata de renuncias que forzó al Presidente a escuchar -aunque sea brevemente- lo que el grueso de los funcionarios de su riñón se empecinaba en esconderle: los puntos flojos de su gestión.

Si bien políticamente se posiciona dentro del kirchnerismo e incluso de La Cámpora, no cuadra en la imagen construida por los medios del establishment sobre los dirigentes de la «orga».

Wado es un hombre de diálogo, pero no que no se corre de sus convicciones. Tiene una excelente llegada a gobernadores, nada como pez en el agua en los medios y por lo bajo, gran parte de la oposición le reconoce su vocación de consenso.

También empresarios de primer nivel han mostrado interés en escucharlo, dando cuenta de que lo reconocen como una figura política en ascenso.

También ayuda que Wado no tenga pruritos en presentarse como un «hombre de campo» y hablar con productores como un par, en tanto administra su propio campo en Mercedes.

También se ganó el mote de «canciller» cuando en abril de este año emprendió una gira por Israel junto con 7 gobernadores, y meses más tarde -y luego de visitar España, Italia y el Vaticano-, partió con otros 10 mandatarios provinciales a Estados Unidos.

Cuando le preguntan por una eventual candidatura presidencial en 2023 declina la pregunta y responde que es parte del Ejecutivo y por tanto está abocado a la gestión.

Lo cierto es que hace tiempo que Wado sacó el bastón de mariscal y suena cada vez más fuerte como candidato del kirchnerismo para la primera magistratura. En algún momento incluso se habló de una eventual interna presidencial con Sergio Massa, antes de que el tigrense declinara el convite.

Hay quienes creen que Massa podría cambiar de postura (la experiencia empírica así lo sugiere), pero en caso de que lo hiciera, encontraría un sólido oponente en la eventual primaria del Frente de Todos.

Recientemente, bastón en mano, asestó un golpe al manifestar que «cuando los políticos se sientan a acordar a puertas cerradas, la gente pierde» y que la discusión debe ser «lo más pública posible para que la gente vea quién es quién».

En ese contexto, redobló la presión sobre el presidente para que convoque a la mesa política del Frente de Todos.

«No hay una mesa institucional con todos los dirigentes, que es lo que muchos pretendemos, pero creemos que se va a conformar. Sí hay mesas políticas en las provincias».

«El Partido Justicialista bonaerense funciona, se junta, eso es oportuno tenerlo en 2023» agregó tirándole un centro al presidente del PJ bonaerense, Máximo Kirchner, otro de los mariscales del peronismo.

Máximo Kirchner, liderando desde la retaguardia

Portador del mismo apellido que dos presidentes, Máximo Kirchner ha sido ninguneado como «el hijo de» e incluso, antes de su debut público en 2014, los medios más furiosamente antiperonistas lo presentaban como un inútil que jugaba a la PlayStation y no tenía dotes para la política.

Se equivocaron. Para 2014 ya era tangible el crecimiento de su organización, La Cámpora, aunque la duda que sobrevolaba es qué pasaría con la agrupación cuando Cristina dejara la Rosada.

Máximo Kirchner en Argentinos Juniors, durante su primer discurso en público (2014)

La historia es conocida. Mientras que otros sectores del panperonismo fueron seducidos por los cantos de sirena del macrismo, las y los jóvenes -y no tan jóvenes- que engrosaban las columnas de «la orga» siguieron en las calles y en los barrios.

En 2017 fue uno de los principales artífices -tras bambalinas- de la construcción de Unidad Ciudadana, el espacio que le permitió a CFK llegar al Senado y constituirse como la líder de la oposición, frustrando los planes de Mauricio Macri de tener una oposición de diseño, dócil y domesticada a fuerza del látigo y la chequera.

Los mismos dirigentes que habían denostado primero a Cristina, sobre el final de su mandato, y al propio Máximo Kirchner y su organización, fueron a golpearle la puerta de su despacho.

Kirchner en el cierre del Plenario de la Militancia en Ensenada (2017)

Con pragmatismo y sin rencores, Máximo recibió a todos y a cada uno de ellos. Desde su entorno bromeaban -o no- sobre dirigentes -o pretendidos dirigentes- que acampaban en los pasillos de los despachos del Congreso a la espera de una audiencia. Tarde o temprano se concretaban, aunque fueran breves e irrelevantes.

Máximo no dejó a nadie afuera, siendo la figurita más valiosa la de Sergio Massa, la estrella fugaz que había probado las mieles del triunfo en la provincia en 2013, para apenas obtener poco más que el 11% de los votos en las legislativas de 2017, quedándose fuera del Senado.

Estaba claro que en 2019 no era posible el Peronismo Sin Cristina, pero tampoco era posible sin unidad. Máximo fue una pieza clave para el reencuentro de la hoy vicepresidenta con quien fuera su jefe de gabinete.

Antes de que Massa confirmara que jugaría en la unidad del peronismo, Máximo era ficha puesta para encabezar la boleta de diputados nacionales bonaerenses.

No sólo relegó el protagonismo para hacerle lugar a Massa, sino que le cedió la Presidencia de la Cámara de Diputados, cargo que tradicionalmente se le otorga a quien anota su nombre en el primer lugar de dicha lista.

En diciembre de 2019 fue electo jefe de bloque del peronismo unificado y en 2021 asumió como presidente del PJ bonaerense. Tampoco tuvo reparos en correrse de la centralidad política unos pocos meses después, el 31 de enero de 2022, cuando denunció que el acuerdo con el FMI empeoraría ostensiblemente la situación de las y los argentinos.

Luego vinieron las críticas a las gestiones de ministros del riñón albertista como Martín Guzmán o Matías Kulfas.

No se equivocó; como un niño caprichoso, Guzmán presentó su renuncia un sábado adelantando la crisis económica que el propio Kirchner había pronosticado como corolario del nuevo acuerdo con el FMI y que el discípulo de Stiglitz había prometido que llegaría solamente si no se cerraba con el organismo financiero internacional.

La salida de Kulfas fue igual o peor, pese a que con el pasar de los meses y gracias al vertiginoso ritmo de la política en Argentina, ya son muchos quienes olvidaron que el exministro tuvo que renunciar después de difundir una supuesta denuncia de corrupción contra su propio gobierno.

Como digresión, quien escribe reconoce que muchas veces ha recibido información «en off» ante alguna pregunta, pero jamás recibió un comunicado «en off», justamente, porque un comunicado está necesariamente «en on».

Matías Kulfas y Martín Guzmán. Difícilmente haya habido dos funcionarios que hayan sido más nocivos para el actual gobierno y para el liderazgo del presidente

Volviendo al llano, ni pateó el tablero rompiendo el bloque, ni apuró una candidatura (como muchos le propusieron). Por el contrario, quienes lo frecuentan dicen que antes de preocuparse por su futuro político prefiere apuntalar a aquellos compañeros y compañeras con potencial y convicciones.

«Mis compañeros son mejores que yo» dijo en su debut público, y hasta ahora no se ha corrido de esa máxima.

¿Hay peronismo sin Cristina?

Según el diputado Gerardo Milman, implicado en el intento de magnicidio de la vicepresidenta, «hay peronismo sin Cristina». De manera contrapuesta, Andrés «el Cuervo» Larroque, lo cruzó: «no hay peronismo sin Cristina».

Las proposiciones son contradictorias y mutuamente excluyentes. Si una es verdad, la otra no puede sino ser falsa. ¿O hay una tercera opción? Vamos por partes…

El «diputero» Gerardo Milman y su (¿ex?) jefa política, Patricia Bullrich

La expresión del «diputero» Milman se refería a la desaparición física de la dos veces vicepresidenta y expresaba su deseo de ese peronismo dócil que Macri no logró domesticar. En esto bien podría coincidir su par neoprocesista, Javier Milei, quien se deshace tanto en insultos contra el peronismos como en elogios para con Carlos Menem, el hombre que le dio nombre a la casta más dócil del peronismo.

Por su parte, el graznido del Cuervo es el alfiler que le pincha el globo a muchos quienes no verían con malos ojos la reedición de un peronismo domesticado al poder concentrado. Que no haya peronismo sin Cristina es una verdad que refleja que la vicepresidenta es la socia mayoritaria del Frente de Todos, tanto en legitimidad y votos, como en capacidad de movilización y organización.

Entonces… ¿no hay peronismo sin Cristina? La respuesta puede ser afirmativa, aunque no por eso coincidente con el deseo de Milman ni contradictoria con lo expresado por Larroque.

Con Cristina proscripta sigue habiendo peronismo, toda vez que la dirigencia sepa entender el reclamo de CFK y sepan sacar el bastón de mariscal, para conducir desde el frente, pero también para impulsar desde la retaguardia, cuidando las espaldas de las y los compañeros.

La vicepresidenta ya entró en la Historia argentina por ser la primera mujer electa y reelecta presidenta, por los logros de sus gobiernos que mal podríamos abarcar en esta nota, pero por sobre todo por el encarnizamiento para con su figura.

Es justamente este elemento de agresión a su figura y a lo que representa políticamente lo que la posiciona en la Historia, con mayúsculas, junto con esos próceres que fueron perseguidos, no por sus errores sino por sus aciertos.

Cristina Kirchner en Rosario (Día de la Bandera, 2013)

No sólo Juan Domingo Perón, sino también Hipólito Yrigoyen (detenido en la Isla Martín García tras ser depuesto por un golpe cívico-militar convalidado por la Corte Suprema de (in)Justicia; Juan Manuel de Rosas (quien falleció en el exilio tras ser declarado Traidor a la Patria y ser condenado de muerte); e incluso, José de San Martín, héroe máximo de la argentinidad, acusado de corrupción por Bernandino Rivadavia, el primer endeudador de la Argentina.

Pero la historia es historia y el presente es ahora.

Cristina fue proscripta pero no se autoexcluyó de nada; en 2023 su rol no será electoral ni de gestión, sino de liderazgo.

Ese liderazgo es un valor no puede ser eliminado por un fallo judicial, pero servirá de poco y nada a menos que su convocatoria sea escuchada en el peronismo.

La proscripción de CFK empuja el surgimiento -o potenciamiento- de nuevas referencias. Son esas mismas referencias las que en otras épocas fueron «pasadas a valores» y es por eso mismo que hay sectores del antiperonismo que quisieron «hacer pasar a la historia» a la vicepresidenta.

En este 2023, el desafío del panperonismo será cuidar el liderazgo y la persona de Cristina Fernández de Kirchner, y en el marco de ese liderazgo, producir los mecanismos necesarios para encausar toda referencia política en un proyecto único.

Pero la unidad por la unidad misma no podrá ser la moneda de cambio, ni podrá ser reemplazada como piedra de toque la identidad popular y disruptiva que caracterizó los mejores años del peronismo.

Mucho menos será lícito perder la firme convicción de que hay 2023 … y que es con el pueblo adentro.

Feliz año!

Axel, Wado, Máximo: tres dirigentes con el bastón de mariscal en mano que protagonizarán 2023 es una publicación original de El Ágora Digital.



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