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Declararon cinco nuevos testigos-víctimas: «Ojalá que sirva para algo, para la Memoria y la Verdad»

En el marco de la Megacausa Zona 5, el pasado jueves 3 de noviembre se llevó adelante la trigesimosexta audiencia del juicio por Delitos de Lesa Humanidad, en la que declararon cinco testigos-víctimas de la causa. Entre los testimonios, se escuchó el caso de una víctima que fue secuestrada durante su adolescencia y de un periodista de nacionalidad chilena que había sido exiliado de su país.

Los relatos en esta jornada dieron cuenta de diversos secuestros de variadas procedencias, dejando sentado una vez más que la persecución y el ataque a la ciudadanía no respondía a un solo patrón, sino que era sistemático y sin distinciones.

Desde el secuestro de una mujer que revistaba en el servicio penitenciario, pasando por militantes políticos, estudiantes universitarias y hasta un estudiante de escuela secundaria de apenas 17 años, constituyeron el núcleo de las declaraciones de la fecha.

La causa tiene 37 imputados que son juzgados por delitos aberrantes como secuestros, torturas, violaciones, asesinatos, desapariciones y robo de bebes en perjuicio de 333 víctimas. Entre tanto, el Tribunal Oral está compuesto por los jueces Ernesto Sebastián, Marcos Aguerrido y Sebastián Foglia.

De los cinco testimonios escuchados, tres solicitaron que su declaración no sea emitida por los canales digitales, haciendo valer ese derecho que le asiste a cada uno de quienes declaran.

Cabe aclarar, sin embargo, que esa opción se contradice con el pedido de las víctimas en general de que sus declaraciones sirvan para que lo que vivieron no se repita y Nunca Mas vuelva a suceder. Si sus testimonios no trascienden las de por si pequeñas instalaciones de un Tribunal, difícilmente su palabra pueda ser escuchada por las personas a quienes se quiere transmitir ese mensaje.

Atrocidades cometidas en La Escuelita

El primero en declarar fue Jorge Gustavo Sgaveti, quien trabajaba como administrativo en el Servicio Penitenciario de la UP4 en Villa Floresta. Presentó su testimonio como testigo del secuestro de Susana Rosso, una compañera de trabajo. Al momento de los hechos el director del penal era Héctor Luis Selaya, imputado en este juicio y con varias condenas previas.

En julio de 1976, Susana Rosso fue secuestrada en su domicilio de Darregueira al 1000 de Bahía Blanca por personal militar uniformado y armado. Durante el procedimiento fue encapuchada y golpeada en presencia de sus hijos de 1 y 2 años de edad. En el acto también fueron secuestrados otros ocupantes de la vivienda.

Posteriormente, Rosso fue trasladada al predio del CCDyT «La Escuelita» y el 29 de julio fue liberada en la periferia de la ciudad, al costado de una ruta. El testigo recordó muy poco de los hechos, incluso no recordaba un documento firmado por él en búsqueda de Rosso.

Tampoco pudo recordar la ausencia y desaparición de otro miembro del Servicio Penitenciario, Néstor Omar Repetto. Ambos datos le fueron refrescados al testigo por la fiscalía.

En segundo lugar, declaró Gustavo Pérez, víctima de secuestro cuando tenía apenas 17 años de edad y era alumno de la ENET N°1, Cesar Cipolletti, por entonces ubicada en la Calle Chiclana.

Pérez fue secuestrado en los meses de invierno de 1976, y llevado al Centro Clandestino «La Escuelita». La victima dio cuenta de las diversas atrocidades a las que fue sometido en ese Centro siendo apenas un adolescente, como también de las secuelas que ello le ocasionó.

Remarcó que declaró porque la «vida es intocable. Por las vidas vine» y aseguró que «necesitamos una justicia más justa, más independiente y más proba«.

El olvido como mecanismo de defensa

Posteriormente fue el turno de otra víctima de la causa, Carlos Lorenzo Weber, quien realizó su declaración vía Zoom desde el país de Puerto Rico. Weber, periodista de nacionalidad chilena, vivía, trabajaba y estudiaba en Bahía Blanca por esos años.

Su llegada al país ocurrió cuando la dictadura de Pinochet había expulsado a miles de personas de Chile. «Presuntamente yo era un peligro para el país y para los chilenos«, explicó, «entonces me dan la opción del exilio o de permanecer encarcelado, así me fui a Buenos Aires».

Allí le otorgaron una beca para estudiar en Bahía Blanca, donde residía en una pensión estudiantil alquilada por ACNUR (Agencia de la ONU para Refugiados) en la que vivían casi todos los chilenos en su misma condición. Weber tenía 22 años y previamente había estado preso entre 6 y 7 meses por ser dirigente estudiantil durante la dictadura genocida de Pinochet antes de que le dieran la extradición. El testigo relató que por ese entonces:

«Un tiempo antes del golpe de marzo del 76, a todos los chilenos que vivían en esa pensión fueron arrestados y la única persona que faltaba ser arrestado era yo porque no estaba».

«Esa noche cuando llego a la pensión y voy subiendo una escalera que tenía», continuó, «me caen encima 6, 7, 10 hombres, todos de civil, armados y se produce mi arresto, y me llevan con ellos».

Carlos Lorenzo Weber

«¿Qué hicieron conmigo?»

Weber relató una situación muy particular que le sucedió a partir de ese momento y expresó que sería de su voluntad contar muchas cosas. Sin embargo, admitió que no recuerda absolutamente nada más de su secuestro:

«No tengo absolutamente ningún recuerdo desde ahí en adelante. Yo le doy una explicación científica a todo esto y es que mi inteligencia y mi cuerpo me está cuidando y me bloqueó absolutamente todo».

«Yo es lo último que recuerdo», señaló, «que me llevan, pero nada más… Ni siquiera recuerdo cuanto tiempo estuve con ellos«.

Algunas de las cosas que pudo saber de ese momento se dieron por información recopilada por personas allegadas a él en esos días que lo estaban buscando. Particularmente, su novia, quien luego sería su esposa. Ella pudo relatarle que estuvo desaparecido aproximadamente una semana.

«Yo no tengo ningún recuerdo de dónde estuve ni qué hicieron conmigo«, explicó Weber, quien se refirió a su esposa, quien «me dice que me recuperó en una Iglesia, ya que me entregaron a un cura que tenía que ver con Cáritas». «Yo estaba sentado y el cura me estaba dando el almuerzo cuando ella llega», comentó.

Sin embargo, aclaró con emoción que «yo no tengo recuerdo de eso. No sé si llore, o si ella lloró, si nos abrazamos… Pero no tengo ningún recuerdo». Seguidamente comentó que «eso es lo que más me atormenta, porque qué hicieron conmigo, ¿no?«. En contraposición a ese bloqueo en su memoria con respecto a su secuestro, expresó que tiene el recurso exacto, minuto a minuto, de su detención en Chile.

Luego, esbozando una respuesta a la situación, manifestó que «la única explicación que me doy es que yo mismo me estoy cuidando». «Supongo que debe ser un buen tema para los profesionales de la psicología y psiquiatría de poder darle una explicación», agregó.

Según el relato de su pareja, su paradero fue averiguado a través de alguien de la policía que le había dicho que estaba secuestrado. Sin embargo, Weber no habría estado en manos de la fuerza policial, según había explicado la fuente.

Victor Olivia Troncoso

El declarante recordó que entre los refugiados chilenos que vivían en la ciudad, con los cuales tenía trato, se encontraba una persona que fue asesinada por la Triple A un tiempo antes que su propio secuestro. «Yo lo conocía a él como ‘Chico Víctor’, su apellido creo que era Oliva«, comentó.

Se trata de la víctima Víctor Oliva Troncoso, asesinado por la Triple A y cuyo caso fue tratado en el juicio que se realizó en Bahía Blanca a dicha patota parapolicial, donde fueron condenados cuatro de sus miembros.

Luego del asesinato de Oliva Troncoso, Weber se fue de la ciudad hacia Buenos Aires, terminó de estudiar periodismo y junto a su novia se fueron del país.

El Plan Cóndor en Bahía Blanca

Como forma de darle una explicación a lo sucedido, explicó que «el fascismo funciona igual en todas partes del mundo» y comentó que «yo sabía lo que iban a hacer esta gente si tomaba el control en Chile a través de las armas, en contra de su propio pueblo desarmado». Además, agregó:

«Yo sabía lo que iba a pasar porque funcionan de esa manera, así fue en todo el mundo y también en Argentina. Es de esa manera que tratan de imponer sus ideas a toda la población».

Weber señaló que en el año 2011 su país lo llamó para pedirle perdón por lo sucedido con las detenciones y persecuciones a su persona. Eso hizo que se replanteara muchas de estas cuestiones que hasta el momento mantenía silenciadas. Así, decide hablar:

«Chile me llama para pedirme perdón por haberme quitado el país, y yo digo ¿Qué carajo hago con eso? ¿para qué quiero el perdón? entonces allí decido que voy a hablar».

El testigo referenció que enmarca su propia persecución como parte del Plan Cóndor y en la estrecha colaboración entre Chile y Argentina, siendo el agente de la DINA Arancibia Clavel, uno de sus principales contactos entre la embajada chilena en Argentina.

Además, reconoció tener amigos desaparecidos en el marco de ese Plan, que consistió en la acción represiva conjunta de casi todos los países de Sudamérica que confluían en dictaduras similares y colaboraban entre si en la persecución y el exterminio de personas.

Para finalizar expresó: «Ojalá que sirva para algo, para la Memoria y la Verdad, porque por aquello de la Justicia, yo ya no estoy muy seguro si a esta altura puede haber justicia para eso». «Yo no quiero gente presa, particularmente quisiera que hablaran para poder cerrar el círculo«, señaló.

También comentó que le gustaría «poder saber que pasó esa semana conmigo, poder saber sobre los desaparecidos, que pasó con toda esa gente». «Y el asunto del perdón… que busquen el perdón bíblico«, comentó, «y que nadie tenga que pasar más por estas experiencias». Finalmente, concluyó:

«Tomen en cuenta a Puerto Rico, busquen a Puerto Rico ustedes, busquen a Puerto Rico porque es parte de Latinoamérica, y si lo dejan solo, seguirá enfocándose únicamente hacia el Norte, que no es su camino real. El camino real es con Latinoamérica. Y Memoria, Verdad Salud y Libertad… Y Palante».

El testigo siguiente fue Daniel Cafaro, también por medio de la plataforma digital Zoom, quien declaró como testigo-víctima. Cafaro junto a Gloria Amado eran militantes del Partido Socialista de los Trabajadores y compartían un departamento con María Cristina Prado en la primera cuadra de calle Thompson de Bahía Blanca.

Daniel Cafaro y Gloria Amado fueron secuestrados en ese domicilio en julio de 1976, siendo sometidos a cautiverio y torturas en el Centro Clandestino «La Escuelita». En septiembre de 1976, Cafaro fue trasladado a la Unidad Penitenciaria N°4, y colocado a disposición del Poder Ejecutivo.

Integrantes de Coros secuestrados en La Escuelita

El último testimonio de la jornada fue el de Luis Antonio Sellan, quien declaró de manera telemática como testigo del secuestro de las hermanas Laura y Zulma Fuxman.

Las hermanas Fuxman, quienes contaban con 19 y 20 años, eran estudiantes de la Universidad Nacional del Sur, trabajaban y participaban en tareas de asistencia en escuelas rurales de la zona. Ambas fueron secuestradas en julio de 1976. Zulma fue llevada al Comando del V Cuerpo de Ejército, mientras que Laura fue enviada al Centro Clandestino de Torturas La Escuelita. Ambas fueron liberadas luego de varios días.

Al ser consultado por su relación con ellas, expresó que «conozco a estas personas desde hace muchos años», y detalló que «nos conocimos en Mayor Buratovich, donde ellas vivían y éramos integrantes del Coro de Buratovich«. «Me hice muy amigo de ellas y de toda la familia», agregó.

Sobre los secuestros, el testigo explicó que «Laura fue secuestrada en el Banco Provincia, en la sucursal de Villa Mitre, a eso de las 4 de la tarde». «En ese momento me dirigí al departamento donde ellas vivían», continuó, «y ahí me relatan que ese grupo militar había ido a la casa a buscar a Laura». Además, agregó que:

«Como estaba trabajando, decidieron llevarse con ellos a Zulma hasta el Banco Provincia, y allí secuestraron a Laura a la vista de todo el mundo y ante el reclamo del gerente de la sucursal».

El testigo dijo que se sabía en eso momentos que cuando alguien desaparecía, era imprescindible que mucha gente reclamara por ellos y buscara a las personas desaparecidas, por lo que él se encargó de empezar a buscar ayuda y recurrió al Juez Fortuni, que era una persona importante en Bahía Blanca.

También recurrió a la Curia, a ver a Monseñor Mayer, pero ambos le dijeron que no podían hacer nada al respecto. Debido a su desesperación, fue al Barrio Palihue a ver al General Azpitarte, quien le dijo que seguro ella ya estaría en la casa, lo que resultó ser falso. Durante la madrugada liberan a Laura, dejándola cerca de su casa.

Recordó que su amiga «Laura estuvo muchos años sin poder hablar con nadie del tema», pero que luego de años de terapia:

«Ella dice que estuvo en La Escuelita, que a uno de sus torturadores le decían el Zorzal, y que la desnudaron, la picanearon, la torturaron y eso le trajo bastante problemas de salud posteriores».

Consultado sobre si conoció más víctimas del Terrorismo de Estado cuyos casos se están juzgando en esta causa, respondió que «Conocí a Elmo Sierra, compañero del Coro Universitario», «a Eduardo Gaztañaga y su mujer Isabel Forteza que eran también del coro universitario y de la caja de crédito».

Por otro lado, comentó que «fui muy amigo del matrimonio y recuerdo cuando los secuestraron el día que volvieron de su viaje de bodas«. Para el final, y ante la pregunta de si tiene conocimiento de las consecuencias que estos secuestros tuvieron, expresó:

«En el caso de Laura, ella tuvo problemas físicos, no podía quedar embarazada, y otros problemas. En el caso de Eduardo tuvo un cáncer de testículos, que se operó. Y su mujer Isabel, sé que tuvo muchos problemas con las hijas y con Eduardo también de hecho se separaron después».

El sueño del Genocida

Cabe señalar que Jorge Horacio Granada, genocida dos veces condenado a prisión perpetua y que está siendo juzgado nuevamente en este juicio, protagonizó un momento repudiable durante la audiencia: interrumpió la declaración con fuertes ronquidos que se oyeron por el micrófono abierto. Aunque la cámara la mantenía apagada, su actuación motivó al presidente del Tribunal, Juez Ernesto Sebastián, a frenar la declaración para silenciar al zoom del imputado.

Jorge Horacio Granada

Anteriormente, quienes presenciaron el juicio pudieron observar a otro imputado afeitándose descaradamente en cámara. Estos actos se suman a los de quienes comen, hablan por teléfono y duermen durante la audiencia. De esta forma, demuestran una real falta de consideración y respeto para el proceso judicial en general.

Ya han demostrado desprecio por las vidas y por el otro en sus actuaciones. Ahora demuestran desprecio por las leyes y la institucionalidad en este presente tan benévolo para genocidas que ejecutaron los crímenes más aberrantes que se cometieron en nuestro país. De esta manera transitamos en 2022 los juicios de Lesa Humanidad.

¿Cuándo siguen las audiencias?

Las audiencias continuarán el día jueves 10 de noviembre, desde las 9 horas, en la sede del Tribunal Oral de Chiclana y Lavalle. Los juicios son Orales y Públicos, y puede concurrir cualquier persona que así lo desee, con su DNI.

Además, las audiencias también se emiten de manera virtual por el canal de YouTube de la subsecretaria de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires y por el canal del Poder Judicial.

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