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¿Qué pasa con las relaciones amorosas y eróticas hoy?

Se habla de responsabilidad afectiva, de poliamor y acuerdos, ¿qué son, a qué vienen y por qué?

Las relaciones amorosas y eróticas hoy son un terreno de debate y de continuo matiz. Hay algo ahí que ahora se propone como la idea de formular nuevos acuerdos. Las reglas que se sostenían antes ya no funcionan más. Las mujeres ya no comulgan con este Lugar de “potus” asignado, este lugar que desde el psicoanálisis ubicamos como un lugar de objeto, una posición objetal. Un lugar objetal en tanto sus necesidades, sentimientos y deseos no ocupaban ningún lugar más que en el terreno de la propia fantasía de las mujeres. Un lugar a partir del cual se es para otrxs, en función de otrxs, para atender a otrxs, con la poco natural vocación de servicio, el destino de procrear y la atención doméstica que no dejaba permiso para poder hacer nada más.

Por otra parte, los varones son convocados a ocuparse de sí mismos, de sus responsabilidades y de sus paternidades. A que puedan ejercer sus cuidados, atender de sus necesidades alimenticias, higiénicas sin que tenga que haber una pareja-madre que se ocupe. Un lugar aniñado pero también de protagonista, con voz de saber. El paternalismo y el machismo se jugaban ahí, armando diferentes lugares de poder desde donde se dan órdenes y se espera obediencia, con sus parejas y con sus hijes. El registro de les otres quedaba velado.

Aún así, con el privilegio de ser los protagonistas y los portadores del saber y el poder, ese modelo escondía y esconde, su propia cárcel. Los mandatos en torno a ser el sostén familiar, proveer un marco económico estable, reprimir todo atisbo de sensibilidad o de malestar, tuvo y tiene un costo bastante alto para las masculinidades más tradicionales, y para las menos tradicionales también. No por nada, estudios revelan que los varones sufren de mayores complicaciones de salud porque no consultan preventivamente ningún espacio para cuidarse, dado que ser el macho, el fuerte, “el que puede” no es compatible con tener angustias existenciales, hacerse un control de salud o sufrir de rosácea. Es por eso que además, si de reprimir sensaciones se trata, el no hablar de muchos varones es característico, cuantas veces se escucha “fulano,es un hombre de pocas palabras”. Hay algo ahí en el no hablar que les resultó y resulta muy costoso.

Hoy mucho en relación a los vínculos se ve modificado. Los paradigmas tradicionales se están modificando hace tiempo y hoy son tanto más fácilmente ubicables. Los roles se ven desdibujados, las responsabilidades compartidas, la familia tradicional ya no es representativa de muchas familias actuales. Tampoco se puede decir que son “nuevas” configuraciones familiares, porque familias de otros modos siempre hubo. Familias que se conforman por diferentes vínculos, sean sanguíneos o no, que se entablan por proximidad, calidez, entendimiento. Los vínculos fraternales también se modifican, los vínculos amistosos, los laborales. Los límites se trazan en otra parte.

Crédito: Joe Webb

¿Qué es la responsabilidad afectiva?

Por ahora bien no sabemos, no se puede definir conceptualmente porque no proviene de un campo académico o de saber específico que lo haya acuñado como tal. Pero sí se construyó como una idea que circula socialmente cargada de diferentes significaciones para designar varias cosas. Por un lado se podría decir que surge para repensar los vínculos sexoafectivos más allá de la pareja heterosexual (hombre-mujer) cisgénero (coincide identidad de género con el género asignado al nacer), y para que éstos sean más equitativos, considerados, pares. Se puede articular con la idea de registrar que le otre es una persona, no un objeto para la satisfacción del otro.

Se puede nombrar como la “novedad” de situar que el placer de las mujeres existe, y que las mujeres tienen relaciones sexuales porque quieren, porque gozan, porque lo eligen. La reponsabilidad afectiva como un replanteo para desarticular las lógicas monogámicas que oprimen, en especial a mujeres, donde si salen con muchxs parteneairs se sabe bien de qué se las puede “tildar”, a diferencia del tipo ganador, el capo, el canchero que “tiene un re levante”. Se puede situar que la responsabilidad afectiva tiene que ver con hacerse cargo de lo que cada quien decide, y en eso, la apuesta de los acuerdos es una apuesta a poder hablar, a conversar, de lo que gusta y de lo que no, de lo que se puede armar para compartir en comodidad y con respeto.

Crédito: La amarillista

¿Diferencia jerarquizada?

Ser diferentes no quiere decir que haya unos mejores y otres peores. Quiere decir que hay diferencias, diversidad, que existen diferentes modos por supuesto, eso no es ninguna novedad, pero el hincapié está, en decir que porque haya diferencias no tienen por que ser desigualadas, no tiene por qué haber unos por encima de otrxs, con más beneficios a costa de que les otres paguen con su ser, con limitaciones.

La violencia en las relaciones amorosas es algo de lo que hoy se habla, que se puede localizar mucho más, a lo cual se le puede poner palabras. Hoy es de común conocimiento que violento no son sólo golpes físicos visibles, sino que también hay violencias que se juegan en otras cosas, por ejemplo, en lo verbal, en las palabras, en los roles, en las actitudes, en los chistes, en las desigualaciones laborales, en los estereotipos que muestran las publicidades, en las relaciones sexuales. Que Hay Violencia cuando se juega con la economía de las ex-parejas o parejas. Que hay violencia cuando la piba dice que no y el pibe se pone pesado para tocarla, llevarla. Que hay violencia donde no hay consentimiento, por supuesto. Que hay violencia y acoso en el “piropo”. Que la violencia puede ser sexual y que “los novios también violan”, consigna feminista que visibilizó excesos y delitos dentro de una pareja, porque en una pareja se supondría que hay acuerdos y consentimientos, pero no siempre es así.

Hoy, muchas reivindicaciones, derechos ganados y años de luchas en el medio, posibilitan que las mujeres y diversidades identitarias puedan tener un lugar de persona. Contemplando las diferencias pero con el eje puesto en la equidad, entendiendo que por una orientación sexual específica o por autopercibirse de cierta manera que no coincide con los mandatos culturales, no les hace menos persona ni con menos derechos. Que hay quienes pueden sentirse en comodidad con una pareja abierta, y quienes no, pero que también es válido. Que las violencias no tienen que tener lugar ahí, bajo ningún punto de vista.

La pandemia relanzó la pregunta de cómo encontrarnos. Cómo hacer lugar a la sexualidad, al afecto, al amor, a la compañía sin poder estar presentes corporalmente. Los chats, videollamadas, sexting, también complejizan el escenario y traen de nuevo sobre la mesa, que hay algo ahí que necesita ser hablado y escuchado. Las relaciones afectivas cambiaron, ya no nos queremos encontrar del mismo modo. Eso sí ya lo escuchamos.

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