escultura en Córdoba a Ibn Zaydún y Wallada |
Abu Al-Walid Ahmad Ibn Zaydún nació en la ciudad de Córdoba en el año 1003, tras la muerte de Almanzor y cuando el califato cordobés iba a iniciar su lento declinar. Por su parte, Wallada bint Al-Mustakfi nació en la ciudad de Córdoba en el año 994, nueve años antes. Él está considerado uno de los mejores poetas universales en lengua árabe y es estudiado como uno de los clásicos en las universidades y ella, tras su longeva vida, es conocida como la Safo andalusí.
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Tuvieron una relación amorosa entre ambos y en las antologías de Ahmad Ibn Zaydún se suelen recoger los pocos poemas de ella que nos han llegado. Parece ser que el poeta, al visitar el salón de Wallada, se enamoró de ella. En principio fue mutuo pero, como no podían airear su amor dada la vinculación del poeta con los Banu Yahwar, linaje rival de los Omeyas al que ella pertenecía, se escribían versos. "Cuando caiga la tarde espera mi visita, pues veo que la noche es quien mejor encubre los secretos; siento un amor por ti que si los astros lo sintiesen no brillaría el sol, ni la luna saldría, y las estrellas no emprenderían su viaje nocturno".
Wallada era hija del califa cordobés Muhammad III (bisnieto de Abd Al-Rahmán III) y de la esclava cristiana Amin'am. Ella era conocida como Wallada bint Al-Mustakfi ya que su padre adoptó el título de Al-Mustakfi bi Allah o El que se satisface con Dios. Este califa inmediatamente mandó ejecutar a su predecesor y primo Abd Al-Rahmán V y después su pésimo gobierno, caracterizado por medidas arbitrarias y crueles, le hizo perder cualquier apoyo popular por lo que apenas se mantuvo un año en el poder.
monumento a los enamorados en Córdoba |
Wallada, aún así, vivía como princesa y la muerte de su padre en el año 1025 le dejó una fortuna en herencia que le permitió convertir su hogar en un lugar de paso para escritores. Al no tener hermanos varones, todos los derechos reales de su padre recayeron en ella, que no tuvo ningún reparo en venderlos para abrazar la vida que había elegido: ser independiente completamente y sin tener tutela de ningún hombre. Esta princesa omeya destacó sin duda por su gran talento, el cual dicen que superaba a todos los poetas de su época.
Según las crónicas, la princesa Wallada se prendó de Muhya bint Al-Tayyani, hija de un vendedor de higos cordobés, y cuidó de su educación hasta convertirla en poetisa. En Wallada destacaban también sus atributos físicos con una belleza de cabello rubio-pelirrojo, piel clara y ojos azules, además de ser inteligente, culta y orgullosa. Su relación con Ahmad Ibn Zaydún dio como fruto los más hermosos versos de él, universalmente conocidos, algunos de los cuales llegaron a reproducirse en el cuento Las mil y una noches.
Entre ellos, al azar, "Podría haber entre nosotros, si quisieras, algo que no se pierde, un secreto jamás publicado aunque otros se divulguen. ¡Tú nada harías por lograr mi compañía! Mientras yo, si recibiera la vida misma a cambio de mi dicha contigo, no la cambiaría. Te bastará saber que, si cargaste mi corazón con lo que ningún otro podría soportar, yo puedo. Sé altiva, yo aguanto; esquiva, yo paciente; orgullosa, yo me humillo; aléjate, te sigo; habla, te escucho; manda, obedezco".
poemario Risalat de Ibn Zaydún |
La popularidad alcanzada con su poesía le dio a Ahmad acceso también a la vida política, participando en la llegada al poder de Abu Al-Hazm Ibn Al-Yahwar, que dio paso del califato a la taifa de Córdoba, llegando a ser diplomático y visir de varios gobiernos, entre otros Córdoba y Sevilla. Ahmad Ibn Zaydún conoció a Wallada en el alcázar cordobés en una ocasión en que ella fue invitada a recitar en presencia del abbadí Al-Qasim, quien antes fue cadí o juez de Sevilla.
Él trabajaba como alqatib del almojarife o administrador de cuentas del alcázar y presenció aquella actuación de Wallada con tan solo 20 años de su edad, mientras conciliaba su trabajo de escribano con el estudio de las leyes y con la creación de poemas de gran talento y métrica de ejecución impecable que hacían ya las delicias de Córdoba. Cuando la voz de ella se extinguió, el entusiasmo incontenible de toda la corte estalló en aplausos y vítores y muchos fueron los que intentaron estrechar su mano.
Ella se mostró amable con todos y ofreció su diestra a los más entusiastas, entre los que estaba el alqatib Ibn Zaydún, pero Wallada nunca se casó ni negoció matrimonio. Parece ser que se negó a llevar velo y era popular por llevar bordados a ambos lados de su cuerpo, que algunos teóricos indican que pudieron ser tatuajes, con mensajes que proclamaban su rebeldía "Estoy hecha por Allah para la gloria y camino, orgullosa, por mi propio camino" en el lado derecho y "Doy poder a mi amante sobre mi mejilla y mis besos ofrezco a quien los desea" en el izquierdo.
poema de Wallada en Córdoba |
Ella participaba en las tertulias poéticas junto con los intelectuales. Su gran obra, seguramente, fue abrir un salón literario donde enseñaba a leer, escribir y recitar a otras jóvenes pertenecientes a familias adineradas. Este salón se convirtió en un punto de encuentro de intelectuales y, mientras escuchaban debates sobre la actualidad del momento, no faltaban abundantes y sabrosos manjares. Él podría decirse que renovó la lírica amorosa al infundirle un tono de experiencia más propio y sensual y ello le supuso ser considerado el mejor de los poetas amorosos de Al-Ándalus y constituirse en modelo para toda la poesía árabe occidental posterior.
La historia de amor entre ambos poetas tuvo mal final y, tras la ruptura, la correspondencia mantenida se convierte en una sucesión de sátiras feroces, donde aparece el nuevo rival que ha obtenido los favores de Wallada, Abu Amir Ibn Abdus, que también se convierte en destinatario de Ibn Zaydún. La nueva actitud se refleja claramente "Me censuráis que él me suceda en los afectos de aquella a la que amo; mas no hay en eso infamia: era un manjar apetitoso y la mejor parte me tocó a mí, el resto se lo dejé a esa rata".
Wallada parece ser que, aunque nunca dejó extinguir su fortuna, durante los posteriores reinos de taifas fue amparada por dos supuestos amantes, el escritor Ibn Hazm, autor de El collar de la paloma, y el visir Ibn Abdus, el ya citado eterno enamorado suyo que, al parecer, permaneció a su lado y la protegió hasta su muerte cuando ya era octogenaria. Wallada murió en marzo del año 1091, el mismo día que el imperio almorávide entraba en Córdoba e Ibn Zaydún había muerto veinte años antes.
poema de Wallada en el monumento de Córdoba |
Como recuerdo de este amor perdido entre ambos, pueden leerse en el mármol del llamado Monumento a los enamorados dos poemas de cada poeta y los versos aparecen en castellano y árabe. Por un lado, se escogió el poema de Wallada que dice "Tengo celos de mis ojos, de mí toda, de ti mismo, de tu tiempo y lugar. Aún grabado tú en mis pupilas, mis celos nunca cesarán..." Y por su parte, Ibn Zaydún "Tu amor me ha hecho célebre entre la gente. Por ti se preocupan mi corazón y pensamiento. Cuando tú te ausentas nadie puede consolarme. Y cuando llegas todo el mundo está presente".