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AUTOBIOGRAFÍA DEL PADRE CASTILLO - XXX


XXX



Este mismo día 30 de Octubre de 1670, el Excelentíssimo Señor Conde de Lemos mandó edificar en la plazuela que llaman del Baratillo un almacén para que se guarden en él los bancos y otras alhajas necesarias para·el ministerio de la doctrina christiana y platicas que se hacen allí los domingos, pagando su ExcelencIa el solar a su costa, que costó quinientos pesos, y la hechura de dicha Obra que montó novecientos y treinta pesos: mandó su Excelencia que sobre la puerta del dicho almacén que se hacía, se pusiese por armas suyas una imagen sobre azulejos de la Inmaculada y Puríssima Concepción, y en el friso y cornisa dedicha puerta, al pie de la imagen de la Puríssima, un letrero que dice assí: Almacén de la Santíssima Cruz del Baratillo, que mandó fabricar el Excelentíssimo Señor don Pedro Antonio de Castro y Girón, Virrey y Capitán General de estos Reynos, el año de 1670, tercero de su gobierno. Ruegen a Dios por su Excelencia. Con tan gran afecto y tan cordial acudió su Excelencia a esta obra, tan del servicio y gloria de Dios, que cuando fué su Excelencia a ver y escoxer el solar, fué a pié, y después acudió algunas veces a ver la obra cuando se hacía.

A 6 de Noviembre de 1670 me dió nuestro Señor y su Santíssima Madre a entender, cuanto le agradaba a su Magestad el modo de rezar el Rosario qué tengo apuntado y practico, por los efectos y palabras del "Ave María ", porque después de haberle rezado, y acabado de acostarme, a las doce de la noche, apenas quedé dormido, cuando sentí toda el alma rodeada y penetrada de Dios, dando veloces y grandes vuelos en actos fervorosos de amor-de Dios y de la Santíssima Virgen nuestra Señora; alzéme y reparé tres cosas entonces, que cuando más penetraba alma y conocía aquella grandeza inmensa de Dios, tanto eran más ligeros, veloces y mayores los vuelos; lo segundo, que en esos vuelos no perdía la vista y conocimiento de Dios el alma; y lo tercero, que si se disentía o perdía algo esa vista o refluía en lo que hacía e entibiaban o cortaban los vuelos, finalmente se humillaba mucho el alma en esos vuelos, procurando y deseando no se supiesen.

A 25 de Diciembre, día de Pascua de Navidad de 1670, después de las doce y media de la noche dije las tres misas rezadas al Excelentíssimo Señor Conde de Lemos, en su oratorio, y me fué necesario divertir el pensamiento del dulcíssimo misterio del Nacimiento en el tiempo de las tres misas, para encubrir y disimular los grandes, celestiales y regalados afectos y sentimientos que entonces comunicó la Soberana Magestad de Dios a mi corazón, los cuales sentí por la mañana también, todo el tiempo que asistí de rodillas a la Virgen de los Desamparados Santíssima, junto a su trono.

A 20 de Enero de 1671, estando cerca de las doce de la noche, durmiendo, sentí mi alma como levantada muy alto en el aire, y que estaba haciendo actos muy fervorosos de amor de la Santíssima Virgen, que era el objeto y blanco que tenía el alma, el mucho tiempo que duró esto. A 7 de Febrero de 1671, estando por la noche durmiendo, sentí una grande unión con Christo Señor nuestro crucificado.

Necesitando de tres tablones de cedro para una repisa de la Capilla de Nuestra Señora de los Desamparados, me dixo mi sobrino el Capitán Manuel de Pantoja, como me traía de Panamá veinte y cinco tablones de cedro, que me envió luego; necesitando de dos palos de cocobolo para las tribunas de la Capilla de la Santíssima Virgen, a 17 de Febrero, por la tarde, envió el Excelentíssimo Señor Conde de Lemos, seis palos de cocobolo.

A 27 de Abril de 1671, estando de noche durmiendo, en visión imaginaria e intelectual vi a Christo Señor nuestro crucificado que me daba una grave y recia reprensión, y hacía cargo de una falta que cometí, de la cual pedía mi alma misericordia y perdón. Una noche, en visión imaginaria e intelectual, vió y se halló mi alma en un monte alto lleno de riscos y breñas, sin saber ni hallar por donde bajar, con que Dios me enseñó y dió a entender con esto una ocupación para mí muy trabajosa y pesada, de que no me pude librar.

A once de Abril de 1671, sábado por la tarde, a las cinco, se cerró el arco toral de la Capilla de la Virgen de los Desamparados Santíssima, a que asistió el Excelentíssimo Señor Conde de Lemos, yendo a pié de Palacio a la obra, con una compañía de soldados detrás. ·Hubo muy gran regocijo con los clarines y chirimías y fuegos y a lo último de esta función dió su Excelencia un patacón a cada oficial.

Para aplacar el justo enojo de Dios, y para que su divina justicia no nos castigase como castigó a Panamá por medio de herejes ingleses, como nuestros graves pecados y culpas merecen, por ser el origen y causa de estos trabaxos que entonces padecían y padecemos, desde el sábado 9 del mes de Mayo de 1671, hasta el 19 del mismo mes, celebró en la capilla real de Palacio un novenario a la Virgen de los Desamparados Santíssima, con misa cantada por las mañanas, todos los días, y oración mental por la tarde, precediendo la lición espiritual y puntos, y descubierto mañana y tarde el Santíssimo Sacramento. Y a 16 de dicho mes de Mayo, sábado por la tarde, víspera de pascua de Espíritu Santo, fué de la capilla real de Palacio a la santa Iglesia Cathedral, en una procesión muy devota el Santíssimo Crucifixo de la Agonía, y la santa devota imagen de la Virgen de los Desamparados Santíssima, ante quien el Excelentíssimo Señor Conde de Lemos, llevó el guión en toda la procesión. Viernes por la. tarde, 12 de Junio de 1671, estando los oficiales cerrando el arco del altar mayor de la Capilla de la Virgen de los Desamparados Santíssima, se descompusieron los serchones y fué conocido y grande milagro de la Santíssima Virgen, como dixo el maestro de la obra Manuel de Escobar, que no arrancasen y se saliesen dos clavos para que se viniera todo el arco abajo y matara a todos los oficiales, y este peligro y riesgo duró cinco días.

A 2 de Julio, a las cinco de la tarde, entraron las monjas que vinieron de Panamá en la capilla Real de Palacio, a visitar a la Virgen de los Desamparados Santíssima, como desamparadas y desvalidas.

A 3 de Julio, por la mañana, se cayó en la obra ·de la Santíssima Virgen de los Desamparados un mangle en que estribaba los pies un moreno, el cual cayendo de lo alto, junto al cañón quedó colgado de un mangle en que estribaba, y se detenía solamente con las quijadas, hasta que lo ampararon y aseguraron.

A 23 de Julio de 1671, estando a las diez del día, el Excelentíssimo Señor Conde de Lemos, viendo la obra de la Capilla de la Virgen Santíssima de los Desamparados, y contando yo a su Excelencia los muchos milagros que la Virgen Santíssima había obrado en la fábrica de su Capilla, no permitiendo que a ningún oficial hubiese sucedido desgracia alguna, lo quiso confirmar la Santíssima Virgen con un caso muy milagroso que a vista de todos los que se hallaron presentes sucedió entonces, porque estando abriendo un cimiento salieron de la grande profundidad de él tres morenos que estaban dentro, sin ninguna necesidad de salir, ni haber mandado salir a ninguno, y apenas salieron afuera cuando al punto se derrumbó un pedazo·de otro cimiento, con muy pesadas y grandes piedras que bastaban para matar y dexar enterrados a los morenos, si no hubiera salido luego.

Un mozo, mayordomo de la obra de la Virgen de los Desamparados Santíssima, llamado Bartolomé López de Haro, me contó que a 26 de Julio de 1671 después de las doce del día, le tocaron a la puerta de la obra, preguntó por la parte de adentro quién era, y respondiendo de la parte de afuera que abriese la puerta, que era la que estaba junto a la puente, miró el dicho mayordomo por -los resquicios de la puerta quién era el que tocaba, y vió a un ermitaño muy venerable que hablando al mozo le dijo, cómo iba a ver al Padre Francisco del Castillo; está comiendo, le dijo el mozo, pues déjeme ir a comer con él, le replicó el ermitaño, y no es ahora tiempo, le dijo el mayordomo de entrar allá; pues dígale al Padre Francisco del Castillo, cómo el ermitaño de España, su amigo, le vino a ver; con que diciendo esto se fué el ermitaño, el cual por el traje· y las señas y circunstancias se puede entender muy bien que fué el Venerable Hermano e ilustre mártir de Christo Pedro de la Concepción, de quien tengo ya hecha mención en el folio 56 y desde el folio 131 hasta el folio 145 de aquestos apuntamientos; y cuando sucedió esto no había en esta ciudad de Lima ermitaño alguno de España, amigo.

A los fines de Agosto de 1671, cayó un pedazo de cornisa de la obra de la Virgen de los Desamparados Santíssima, que estaba hacia el río, acabándose de quitar de encima un oficial, lo cual se atribuyó a milagro de la Santíssima Virgen".

A 2 de Octubre de 1671, cerca de la cinco de la tarde, cayó de la obra de Nuestra· Señora de los Desamparados una piedra de forma y tamaño de un pan de a cuartillo, y le dió al Hermano Diego de la Maza, en la cabeza, que iba pasando, y cuando con la violencia y fuerza del golpe pudo el hermano quedar allí muerto, quedó sin lesión ninguna, por medio e intercesión de la Santíssima Virgen nuestra Señora, por hacer el Hermano entonces el oficio de sobre-estante en su obra.

A 30 de Octubre de 1671, estando viendo la obra ce la iglesia de Nuestra Señora de los Desamparados, el Maestre de Campo don Fernando de Castilla Altamirano, cayeron dos medios ladrillos de lo alto de una torre y die­ron junto a sus piés, de suerte que si hubiera dado un paso más para adelante le hubieran dado los dos medios ladrillos en la cabeza, lo cual se puede tener por milagro de la Santíssima Virgen nuestra Señora.

A 17 de Noviembre de 1671, estando·de noche durmiendo, oí a las cuatro de la mañana que me daban golpes en el cancel y me despertaban, juzgué sería mi Santo Angel de Guarda.

Cuando Dios nuestro Señor muchos años há me mostró en visión imaginaria e intelectual esta nueva iglesia de la Virgen de los Desamparados Santíssima, me la mostró como ahora está por de fuera pintada y canteada de almagre y blanco. Siendo yo hermano novicio en el Noviciado de San Antonio de esta ciudad de Lima, y entrando a la capilla interior en donde los hermanos novicios tienen sus exercicios, y poniéndome a tener oración se me-presentó muchísimo tiempo en lo interior de mi corazón una hermosa y curiosa capilla en qué me hallaba metido, experimentando y sintiendo divinos y celestiales efectos y grandes favores de Dios, presunción y cierta señal de que después gozaría de otra hermosa y curiosa capilla, en que también experimentaría y recibiría muy grandes mercedes y favores de Dios y de Su Madre Santíssima.


A 27 de Diciembre de 1671, bendijo y consagró nueve campanas para la iglesia de la Virgen de los Desamparados Santíssima el Ilustrísimo y Revérendísimo Señor Don Cristóbal de Quirós, Obispo de Chiapa y después de Popayán; consagráronse las campanas en el patio de Palacio, junto del cuerpo de guardia, con mucha solemnidad asistiendo el Excelentíssimo Señor Conde de Lemos.

Sábado 30 de Enero de 1672, bendijo a las diez del día la nueva iglesia de Nuestra Señora de los Desamparados, con las ceremonias acostumbradas, el Ilustríssimo y Reverendíssimo Señor Don Cristóbal de Quirós, Obispo de Chiapa y luego de Popayán, con asistencia del Excelentíssimo Señor Conde de Lemos, de la Real Audiencia y Cabildo de esta ciudad, con demostraciones y acciones de grandíssimo regocijo, publicándolo las campanas de las dos torres del nuevo templo, a quienes luego siguieron las de la Catedral y demás iglesias de esta ciudad.

 


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