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AUTOBIOGRAFÍA DEL PADRE CASTILLO - X


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Los tres días, por la tarde, de carnestolendas se celebran los desagravios de Christo Redentor nuestro, también en esta santa Capilla y Escuela, en donde se toca a plegaria a las doce, del medio día avisando y previniendo a los que la oyen, para que a las cuatro de la tarde vayan desde la capilla de nuestra Señora de los Desamparados, acompañando a una santa y devota imagen de Christo Señor nuestro Crucificado, delante de cuyas andas van cantando el psalmo de Miserere, recogiendo toda la gente que hay en el barrio y parroquia de San Lázaro, en donde alguno de los Padres más fervorosos, de los que hay en el Colegio de San Pablo de la Compañía santíssima de Jesús, hace una plática fervorosa, ponderando lo que se agravia, Christo Redentor y Salvador nuestro con los juegos y pecados de aquestos días, y quanto importa desagraviar a su Magestad, confesando y comulgando y ganando el jubileo en la Compañía; acabada con un exemplo la plática, y con un acto fervoroso de contrición, se vuelve a la dicha Capilla y Escuela la procesión, en cuya puerta hacen todos otro acto fervoroso de contrición.

El lunes, por la tarde, va la procesión a nuestra Señora de Copacabana, y el martes a nuestra Señora de la Cabeza, en donde se hace lo mismo que se hizo en Señor San Lázaro.

Este año de 1667 quiso honrar, acreditar y afervorizar esta santa y devota acción el Ilustríssimo y Reverendíssimo Señor Doctor Don Pedro Villagomez, Arzobispo de aquesta Ciudad, yendo y volviendo el primer día en la procesión, y asistiendo también los días, y dando a todos los que acudieron su santa y paternal bendición, con cuarenta día de indulgencia cuando acababan en dicha Capilla de hacer delante del Santo Christo el acto de contrición. Hame parecido apuntar aquí, por si fuere de alguna edificación, el origen y principio de aquesta acción de los desagravios de Christo nuestro Señor en las tres tardes de carnestolendas. Estando yo una tarde de carnes tolendas, que me parece sería del año 1659, después de ordenado de sacerdote, en la Capilla de nuestro Padre San Ignacio, hincado de rodillas en oración delante del Santíssimo Sacramento, vi y sentí por algunas veces una vos interior y clara, muy viva y muy imperiosa, muy suave y muy eficaz, que me penetraba el alma y decía: ¿pues cómo es bien que cuando las ovejas andan y peligran entre los lobos, los pastores estén retirados gozando de tanta paz y regalo? Entendí que me quería Dios dar a·entender con esto, que no era bien que cuando las tardes de carnestolendas andaban tantas almas descarriadas y casi entre las garras y bocas de los demonios, me estuviese yo gozando retirado, de tanto consuelo y regalo, en el retiro de casa. Fué aquesto con tanta fuerza y con gran violencia interior, que no pude tener sosiego hasta alcanzar licencia del Superior para salir dichas tardes de carnestolendas, todos los años, y hacer estas procesiones, que pienso que comen­zaron el año 1660.

Todos los años el martes Santo se celebra en esta dicha y devota Escuela la memoria de la agonía de Christo Señor nuestro en la Cruz, que es su titular y advocación principal; hay muchas confesiones y, comuniones por la mañana y exercicio de meditación y oración. A la tarde sale de dicha Capilla y Escuela en una devotíssima procesión el Santíssimo Crucifixo de la Agonía, en la forma y orden que aquí diré: el martes santo a medio día, en dando las doce se toca plegaria en la Catedral y en otras iglesias de la ciudad, por ser esta procesión a fin del bien de la christiandad y exaltación de la fé católica, y hacerse también en orden al bien común de este Reino, y por la conversión de aquestos pobres indios infieles y. porque también libre Dios a aquesta ciudad de temblores. Por la tarde, a las cuatro y media, comienza la procesión a salir: va un penitente delante tocando triste y roncamente un clarín, síguese luego la cruz alta de la Cathedral, a los dos lados con sus ciriales, a quienes siguen también con sus ·cruces o disciplinas los penitentes, luego llevan en unas andas la Santa y devota Verónica de la Rosa propia copia de la que está en Roma en el Vaticano, que es·una· original de las tres en que Christo nuestro Redentor y Señor dejó estampado su rostro; van adornadas las andas con muchas flores artificiales curiosamente compuestas, llevando un terno delante de·música que va cantando el psalmo del Miserere; luego le siguen los hombres, la nobleza de la ciudad, y discípulos de la Es­cuela, llevando en la mano su luz cada uno, todos con devoción, con mucha modestia y silencio, sin que se oiga otra cosa más que el psalmo del Miserere, ... que van cantando los de la Capilla de la Cathedral, delante del Santíssimo y devotíssimo Crucifixo que se sigue de la Agonía, a quien llevan en hombros en unas andas la nobleza y discípulos de su Escuela.

Delante del Santo Christo va el preste con capa morada y cruz tapada en las·manos, y con diácono y subdiácono a los dos lados, con dalmáticas, de morado. Luego ha ido el Ilustríssimo y Reverendíssimo Señor Doctor don Pedro de VílIagómez, Arzobispo de esta ciudad, quando la salud le ha dado lugar de honrar, acreditar y fervorizar con su presencia esta acción de tanta gloria de Dios y edificación, acompañado y asistido del Superior y de algunos padres·de los más graves de Ia Compañía santíssima de Jesús; luego inmediatamente se sigue el ilustre y noble Cabildo, y algunos de los señores de la Real Audiencia de esta ciudad. En el tercer tercio de la procesión, que se sigue, van las mujeres alumbrando también, las que pueden, a la devotíssima imagen de la Santíssima Virgen y del Sagrado y amado discípulo, delante de cuyas andas va también un terno de música cantando el psalmo de Miserere. Va siempre esta procesión a la Santa Iglesia Cathedral solamente, en donde están tocando a plegaria desde que sale y vuelve a su Capilla la procesión, en medio de cuya .plazuela se pone el Santo Christo y detiene a la vuelta, y todos hincados de rodillas, mientras el Tibi soli peccavi se canta, hacen un acto fervoroso de contrición, y luego el Señor Arzobispo da a todos los que han acompañado la procesión su santa y paternal bendición, con indulgencia plenaria, quando le ha venido de Roma el poderla dar, o cuarenta días de indulgencia por-la facultad ordinaria que su Señoría Ylustríssima tiene para ello. Luego entran el Santo Christo en su Capilla y Escuela, que está curiosamente adornada, en que se acaba esta procesión, de tan grande servicio y gloria de Dios, y edificación como he dicho.

Con ocasión de esta procesión quiero hacer mención y apuntar aquí otras dos o tres procesiones de grande edificación que han salido de la Capilla de nuestra Señora de los Desamparados y de la santa y devota Escuela del Santíssimo Crucifixo de la Agonía; de las cuales es la primera la que se hizo con ocasión del gran terremoto que hubo en aquesta. ciudad de Lima, el año de 1655, 13 de noviembre, sábado, a las dos y media de la tarde. A esta hora hubo un gran temblor en esta Ciudad, el qual dicen que vino de hacia el Callao, en donde derribó lo más de la hermosa iglesia de cal y canto que había acabado en aquel puerto la Compañía, y también en esta ciudad de Lima maltrató algunos edificios en eI breve espacio de tiempo que el terremoto duró.

Luego que hubo cesado el temblor salí del Colegio de San Pablo con mi compañero, a ver si había sucedido alguna desgracia, y al pasar por la Cathedral me comenzó a seguir mucha gente, juzgando iba yo a platicar, con que entonces me vi obligado a hacer poner una mesa en la plaza, arrimada a uno de los pilares del Portal de los Escribanos, en donde comencé a platicar a gran multitud de gente que concurrió en breve tiempo, diciendo: Cómo aquel temblor había sido como mensajero cierto y aviso de la misericordia divina, para que se apartasen y enmendasen de los pecados y dejasen las ocasiones, y que si no se enmendaban y las dejaban, ni querían darse por entendidos, temiesen y hubiesen por entendido que quando menos pensasen y estuvieren más descuydados y dormidos, había de venir derepente sobre ellos un grave y riguroso castigo de la divina Justicia, con otro temblor mayor. Esto ponderé de manera con las palabras y las razones que derepente me dió allí Dios, que encontrándome un hombre después en la calle, me dijo, que diese muchas gracias a Dios, porque con aquella plática que me oyó se movió a dejar la ocasión que muchos años había tenido con una mujer en Lima, y que luego procuró casarse con ella y ponerse en gracia de Dios. Luego en acabando la plática, con un acto fervoroso que hice de contrición con un Santo Christo Crucificado en la mano, bajé de la mesa en que platicaba y con el Santo Christo eh las manos fuí con toda la gente del auditorio, y con la que en las calles se iba agregando, al Colegio de San Pablo, haciendo en cada esquina una posa o alto con un acto de contrición en voz alta, hasta entrar en la iglesia de dicho Colegio todos, en donde hicieron a gritos otro acto fervoroso de contrición, exhortando a la gente tratase luego de confesarse y ponerse en gracia de Dios.

Esto fué de muy grande gloria y servicio suyo, porque se apartaron muchos de la ocasión y otros tomaron estado; y otros que estaban mal confesados reiteraron las confesiones, y no pocos hicieron muy cuantiosas restituciones, también diciendo que más querían restituir que irse con plata y hacienda ajena al infierno. Hiciéronse finalmente otras muchísimas obras de gran servicio y gloria de Dios. Luego el día siguiente, domingo en la tarde, 14 del dicho mes de noviembre, se llevó desde la Capilla de nuestra Señora de los Desamparados la imagen del Santo Christo crucificado con una procesión solemníssima a la santa Iglesia CathedraI, en donde estuvo por ocho días; este dicho domingo en la tarde, luego que entró el Santo Christo en la Cathedral subí al púlpito a platicar a uno de los mayores concursos de gente que ha habido en la dicha iglesia; procuré exhortar a todos a penitencia, y a que en aquella ocasión se valiesen del patrocinio santíssimo e intercesión soberana de la Santíssima Virgen nuestra Señora, si querían asegurar y conseguir y alcanzar la misericordia y perdón de Dios. Acabé la dicha tarde la plática con un acto fervoroso de contrición.

El día siguiente por la manaña, me envió el Señor Arzobispo a mandar que predicase en la plaza el miércoles por la mañana, 17 del dicho mes, en donde debajo de un grande toldo que armaron junto a la iglesia, estaba·la devota imagen del Santo Christo·que había llevado en procesión el domingo, y delante del Santo Christo estaba un altar en donde cantó este día una misa de rogativa el Señor Deán de la Cathedral y Comissario de la Cruzada, el doctor don Juan de Cabrera, asistiendo el Señor Arzobispo con todo su ilustre Cabildo y el Señor Virrey Conde de Alba, con toda la Real Audiencia y Cabildo de esta ciudad, y de ella muy gran concurso. Fundé el sermón este día, en la profecía del Santo Jonás Profeta, reduciéndolo sólo a tres puntos: el primero, que todos los castigos y trabajos eran efectos de los graves pecados y culpas etc.: el segundo que se procurase quitar la causa y cesaría luego el efecto, que se quitasen y remediasen los muchos pecados y vicios que había en esta ciudad de Lima, y cesaría luego el efecto del castigo y temblores que amenazaban y repetían aquellos días; lo tercero, que nos valiésemos para esto de la devoción cordial y del patrocinio Santíssimo e intercesión soberana de la Santíssima Virgen María nuestra Señora, a quien habíamos de procurar obligar haciendo una oferta, y era que el sábado 20 del dicho mes de noviembre procurasen ayunar todos en la ciudad; lo segundo, que el día siguiente, domingo por la mañana, a 21, hubiese en la Cathedral una comunión general, y por la tarde una procesión devota de penitencia; lo tercero que las rogativas y las plegarias se ·continuasen e hiciesen por nueve días.

Con esto acabé el sermón haciendo un acto fervoroso de contrición, con un Santo Christo Crucificado en las manos, siguiéndome y acompañándome el auditorio con demostraciones y acciones de compunción y dolor, y propósitos de la enmienda; todas las tres cosas mandó el Señor Arzobispo poner en execusión, mandando que para el sábado dicho se publicase en la ciudad el ayuno, y para el dicho domingo por la mañana, la comunión general en la Cathedral, en donde comulgaron aquel día, según la cuenta que se hizo, diez mil y tantas personas, fuera de otras muchas que comulgaron también este·día en otras iglesias de la ciudad; éste dicho día fueron a ayudar a confesar en la Cathedral, a petición de sus curas y' del Señor Arzobispo de esta ciudad, algunos veinte confesores de la Compañía, en el altar que estaba debajo del toldo de la plaza, en donde estaba la imagen del Santo Christo, y en donde los divinos oficios se celebraban; comulgó en la misa mayor que el dicho domingo se.dijo cantada, el Excelentíssimo Conde de Alba, con la Real Audiencia y el Regimiento; y en el altar de la Virgen Santíssima de la Antigua comulgó lo restante de la ciudad.

El dicho domingo por la tarde, a las cuatro, se hizo una procesión devotíssima al rededor de la plaza con varios géneros e invenciones y maneras de penitencias que parecía una Nínive, acompañando a la imagen del Santíssimo Crucifixo; el último día del novenario, después de la Ave María, volvieron el santo. Christo a la Capilla de nuestra Señora de los Desamparados, con grande solemnidad y acompañamiento, con que se acabó aquesta acción de tanta edificación, servicio y gloria de Dios.



 


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