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"La carretera" y "El libro de Eli": por qué el futuro no será de los caníbales (I)


A manera de introducción
El Tema de la alimentación siempre me ha fascinado. Me crié un hogar en donde comer no era tan sólo un hecho fisiológico recurrente sino un acto verdaderamente simbólico: una oportunidad para compartir en familia y entre amigos, un gesto natural de hospitalidad, un indicador básico de salud y el ánimo. Por fortuna, en mis recuerdos siempre hubo comida buena, variada y en abundancia, parte de ella recolectada en nuestro mismo patio. 

Es en parte por esta fascinación, aparte de mi afición por la ficción especulativa, que me he interesado en el tema del Canibalismo. La otra parte del interés vino dado por mi curiosidad natural hacia los asuntos propios del ser humano, sus impulsos, necesidades, comportamiento y cultura.

En una entrada anterior traté el tema del canibalismo dentro del ámbito de la ciencia ficción. En esta segunda entrega voy a ahondar un poco en este tema, explicando las razones por las cuales son poco probables aquellos escenarios donde la práctica de la antropofagia sea un hecho extendido y continuado como los que se muestran en dos películas de finales de 2009 y principios de 2010: La carretera (The Road) y El libro de Eli (The Book of Eli). La primera de ellas es una adaptación de la obra homónima escrita por el escritor estadounidense Cormac McCarthy y ganadora del Premio Pulitzer a la Ficción; la segunda se basa en un guión original escrito por Gary Whitta. 


Debo admitir que ambas me resultaron decepcionantes. En particular lo hizo, y lamento decirlo considerando las buenas críticas que recibió el Libro, La carretera, debido a sus muchos agujeros argumentales. El libro de Eli, poniendo a un lado su cursilería religiosa, al menos cuenta con algunas escenas de acción entretenidas.  

Esta entrada, que he decidido picar en dos, es en parte crítica cinematográfica y en parte análisis de la fisiología y alimentación Humana. Contiene numerosos spoilers, así que si no desea enterarse de más sobre las películas mencionadas, le recomendamos que no lo lea.


Los seres humanos somos unas criaturas hambrientas de energía
Comencemos por señalar que somos seres de sangre caliente. Eso significa, que somos capaces de mantener estable la temperatura interior de nuestro cuerpo pero a expensas de consumir muchas calorías, que a su vez provienen de la ingesta de comida. Si no comemos bien, no podemos contar con energía suficiente para llevar a cabo todas nuestras actividades diarias. 

Ser criaturas de sangre caliente en situaciones de alto estrés energético, con temperaturas inclementes (como el panorama desértico de El libro de Eli y los fríos parajes de La carretera) y la carencia de fuentes estables de alimentos, es una desventaja que se va agravando con el tiempo: el calor perdido de nuestros cuerpos es proporcional a su superficie, mientras que el calor generado por ellos es proporcional a su masa. La pérdida de masa corporal producto del ayuno forzado es un círculo vicioso que va limitando progresivamente nuestra capacidad de generar la energía que requerimos y así mantener nuestra temperatura estable. En estas circunstancias propias de las leyes físicas los niños, por su contextura, llevan las de perder (como el niño en La carretera). 

Desde el punto de vista de la gestión de los recursos energéticos, tanto El libro de Eli como La carretera pierden la prueba. Este es un punto importante dentro del contexto del canibalismo porque no se trata de tan sólo de comer carne humana o no, sino de cuanta carne humana o cualquier otra cosa habría que comer dado el esfuerzo físico realizado.

Uno esperaría que, estando en medio de un desierto, el tránsito de Eli hacia el sitio señalado fuera de noche y no de día. Uno esperaría también que las vestimentas de las personas en este futuro ficticio se acercase más al de los beduinos del desierto, para ayudarles a mantenerse frescos y no las ropas oscuras que usaban el protagonista y sus antagonistas. 

Pero lo que es inadmisible en ambos casos es el derroche de energía por cuestión de movilización. Este interesantísimo artículo titulado "MPG of a human" (millas por galón de un ser humano) muestra con cálculos físicos en mano que, en recorridos largos, uno puede recorrer una distancia 4 veces mayor en bicicleta que andando, mientras se consume la misma cantidad de energía (64 Km vs 256 Km por cada 7000 Kcalorías).


Les valdría más a los sobrevivientes de estos mundos decadentes hacerse de una bicicleta y buscar, en la medida de lo posible, parajes más templados. Esto es mucho más válido para el hombre y el niño, quienes en gran parte de la cinta apenas contaban con algunos insectos para comer. 


Comer carne humana es malo para la salud
Aunque en casos de hambre extrema, tales como los que existirían en escenarios del tipo "día del juicio final", un poco de carne humana puede aminorar el hambre, lo que probablemente ocurra es que en poco tiempo el canibal habitual enferme y muera.

Kuru es el nombre de un desorden neurológico degenerativo incurable que es una forma de encefalopatía espongiforme transmisible (similar al mal de las vacas locas) que es causado por la ingesta de carne humana. Más concretamente de un prion, una especie de proteina maligna presente en ella. 

La palabra kuru significa en lengua aborigen "temblor, con fiebre y frío", uno de los signos que manifiestan los afectados por dicha enfermedad. Fue inicialmente descrita a comienzos del siglo XX en Nueva Guinea, y comenzó a investigarse de manera científica en la década de los 50.

La fase asintomática de duración es algo larga y puede durar de 5 a 20 años luego de la exposición inicial, mientras que la fase clínica dura en promedio unos doce meses (ver estudio clínico). 

La película El libro de Eli se vale de la figura del kuru para distinguir a los no caníbales de los caníbales, por medio del temblequeo de las manos así como de las risas incontrolables de éstos últimos. 

En cualquier caso, lo más probable es que al momento de los hechos narrados en la película (30 años después del holocausto nuclear) la mayoría de los caníbales habrían muerto o estarían próximos a morir de kuru, más aún si éstos mostraban ya los síntomas clínicos. No hay en La Carretera signo alguno del kuru aunque se supone que el tiempo transcurrido desde el desconocido cataclismo es menor.

Una pequeña incoherencia de El libro de Eli a propósito del canibalismo a largo plazo: Para las escenas de acción están bien los gordos gigantes con motosierras aunque se me hace difícil imaginar un gordo gigante antropófago del desierto. 



En la siguiente entrada ahondaremos aún más en el tema del canibalismo post-apocalíptico según nos lo muestra la ciencia ficción distópica y por qué el futuro no será de los canibales. 


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