Tiempo arena que se detiene entre los dedos formando el cuerpo que seguirá danzando el grito tras mis pestañas; habitación trapecio de desequilibrados sin otra red que la penumbra, sin otro público que los sueños del pasado: dos adolescentes viviendo el futuro.
Telaraña que se desgarra a golpes de vino espeso, de humo espeso, de sudor enterrado, de navegar con las piernas abrazadas en un mar liberado de ropa inútil, (que detalle el signo de interrogación en tu bombacha). Destellos con que nos alimentamos, fulgor de tu vida, de mi vida, ritmo del sol sobre el agua, sobre la sangre donde nos metemos sin permiso, tan llenos de cicatrices, tan puros, tan extrañamente hermosos.
Tengo los ojos rojos mientras escribo porque me he pasado la noche mirando tu cuerpo hasta verte el alma.
No se te ocurra pedirme que no me enamore. Yo voy en busca de ir más allá de tu última piel, donde vive tu cielo secreto, al vientre del relámpago: es otra cosa. Voy en busca de ir más allá que nadie, donde no he sido invitado, donde sólo vos me esperás.
El caos es ver lo irrepetible sabiendo que es por única vez. Y ahí estás vos, tan segura de tus pasos bailando en el abismo, tan parecida a tus manos, creando el suelo que abandonás, dejando un beso rojo en mi espejo. Tan diva y pedestre, tan electrizante y confiable. Acorde crudo de mariposas en el estómago, puro rocanrol que toca el mundo.
Poli Sáenz
