La realidad es un sueño; la verdad: un despertar. Nubes grises como poderosas explosiones detenidas en el tiempo cubrían el cielo de París. Abajo, en la tierra, un niño y su padre caminaban por la casi desierta Rue de Kléber en dirección a Trocadéro, buscando algo de comer. El niño, que nunca había visto tantas hojas muertas en las calles de ningún lugar del mundo, que nunca había visto la luz