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Biodiesel: el debate fantasma

Mucho se ha escrito sobre este asunto desde que el Departamento de Comercio de Estados Unidos decidió imponer aranceles compensatorios a la importación de Biodiesel de origen argentino.

La medida se dio a conocer el pasado 22 de agosto, y desde entonces existe un aluvión informativo que permite sostener algunas afirmaciones interesantes, a saber: Que las exportaciones de biodiesel en 2016 reflejaron un valor de USD 1600 millones. Que en la Argentina existen unas 40 plantas, la mitad de ellas en la provincia de Santa Fe. Que en 2013 la Argentina, junto a Indonesia, llegó a abastecer el 80% del mercado europeo de biodiesel. Que una vez cerrado el mercado Europeo, las ventas se dirigieron a Estados Unidos, y se llegó a cubrir 60% de dicho mercado (junto con Indonesia). Que el 60% de arancel compensatorio norteamericano representa un escollo insalvable para los productores argentinos. Que se trata de una medida arbitraria o al menos de dudosa legalidad. Que esta medida pone en jaque 6000 puestos de trabajo sólo en la provincia de Santa Fe, responsable del 80% de la producción de Biodiesel.

Existen indicios para suponer que la Administración Trump se ha comportado como el dueño de un restaurante que denuncia a un competidor por la presencia de roedores. Como es dable esperar, el establecimiento permanecerá clausurado hasta que se esclarezca el asunto. Y aunque el comerciante denunciado pueda demostrar ante las autoridades bromatológicas la falsedad de la acusación, el daño resulta cuantioso. La eficacia de este método puede ser consultada a la Unión Europea, que cerró su mercado a la Argentina desde 2013 a la fecha.

Pero el objeto de este post no consiste en compartir certezas, sino dejar planteadas algunas incógnitas.

¿Por qué el biodiesel argentino continúa siendo objeto de medidas compensatorias en el exterior?

¿El actual bloqueo norteamericano resulta asimilable al bloqueo efectuado por la Unión Europea en 2013?

¿Cómo es posible que el esquema de derechos de exportación argentino provoque la aplicación sucesiva de derechos antidumping (Unión Europea) y compensatorios (Estados Unidos)? Es decir, primero se nos acusó de vender biodiesel a un precio inferior al que se vende el mismo producto en el mercado local argentino. Ahora se sostiene que las exportaciones de biodiesel están beneficiadas con asistencias económicas por parte del Estado argentino. Toda una rareza en el mundo del hampa transgresor del GATT.

Siendo que el Estado argentino ya activó los canales políticos y diplomáticos para intentar un entendimiento, resta contener la ansiedad y evitar llorar sobre el biodiesel derramado. Además, el pasado 7 de septiembre la Cancillería anunció la reapertura del mercado europeo.

Para el final, resta formular la pregunta más importante: ¿cómo hacemos para blindar al principal complejo agroexportador para evitar este tipo de medidas en el futuro?

Si no podemos evadir las mañas de la competencia, al menos evitemos la zoncera criolla.

Continuará…

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