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A mi pueblito me voy


por Marco Saldaña Hidalgo*

“A mi pueblito me voy
 A mi pueblito me voy,
 Qué alegría me da”

Reza el coro de la canción de Armonía 10, tantas veces  cantada por miles de peruanos durante el retorno a sus tierras en diversas ocasiones, siendo las más comunes la fiesta patronal, el aniversario o las fiestas de fin de año.
El retorno a la tierra significaba ese encuentro feliz con la familia, los amigos, los vecinos y hasta el propio lugareño con quien nunca cruzaste palabra alguna, pero encontrarte luego de un relativo período de ausencia tenía una connotación especial.  Y Armonía 10 nos lo recuerda….

“Pronto llegaré a mi pueblo
Visitaré a mis amigos que dejé hay...
Y hay me espera mi madre
Que es la mujer que más quiero
Que felicidad...”

El corona virus ha cambiado por completo ese anhelado retorno de cientos de conciudadanos, forzándolos a tomar decisiones de volver al terruño. Muchos de ellos, en situaciones dramáticas pidiendo vuelos humanitarios, viajes o enfrentándolos a caminatas largas junto a sus familias.  
Pero, ¿Por qué dejaron sus pueblos? ¿Fueron las locas ilusiones –como lo dice las letras del vals El provinciano de Luis Abanto Morales? ¿O el deseo ferviente de salir adelante y ser profeta en otras tierras?

Primero fue la migración del campo a la ciudad y esta se debió básicamente a la crisis de la agricultura y partieron vendiendo sus tierras y todo lo que tenían para cubrir los costos de viaje y de instalación en el Nuevo Lugar.  Segundo, la guerra interna que motivó el desplazamiento de cientos de familias en busca de un lugar seguro  para vivir. Tercero, ‘el auge en el crecimiento económico’ en busca de mejoras en el empleo y condiciones de vida digna. Cuarto, la educación superior.

A muchos les fue bien o regular. Lograron insertarse con éxito en el nuevo lugar y son quienes pueden resistir al duro castigo de esta pandemia. Otros, resisten desde siempre y con valentía las ‘durezas de la vida’ o más bien la injusta implementación de políticas públicas o sistemas económicos que fomentaron desigualdades e inequidades.
Pero la inmovilización sorprendió también a pacientes de enfermedades complejas que no pudieron ser  atendidos en las regiones de origen porque los Hospitales no disponen del equipamiento ni los especialistas para tratarlos.  Y Vallejo, tenía razón y nos lo recuerda en el poema “Los nueve monstruos”

“Jamás, hombres humanos,
hubo tanto dolor en el pecho, en la solapa, en la cartera,
en el vaso, en la carnicería, en la aritmética!
Jamás tanto cariño doloroso,
jamás tan cerca arremetió lo lejos,
jamás el fuego nunca
jugó mejor su rol de frío muerto!
Jamás, señor, ministro de salud, fue la salud
más mortal”.

Y en medio de toda esta odisea, hay miserables que se aprovechan de sus cargos y hacen adquisiciones con precios sobrevalorados, o fingen ‘contagios’ para salvar su irresponsabilidad en el desempeño de sus funciones (caso del Gobernador de Loreto), declaran escasez de medicamentos para luego venderlos precios de escándalo (caso de las Farmacias), difunden noticias falsas  sobre la pandemia o incumplen las restricciones sin necesidad alguna.

Pero, el regreso planificado o forzado no es ni será el mismo  en lo que va del año. Pero, no será tampoco ‘el fin del apretón de manos’ como nos lo sugiere el antropólogo Agustín Fuentes, ni la pérdida de siglos de cultura; por el contrario, tenemos que refundar el Perú creando  condiciones para el buen vivir que haga posible una convivencia armónica con la naturaleza.

*Marco Saldaña es docente de la Institución Educativa Virgen Dolorosa, con estudios en Políticas Educativas y Desarrollo Regional, Gestión Pública, Innovación Pedagógica y Gestión de Centros Educativos.





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