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El valor de lo público y lo pequeño en tiempos de pandemia


Por: Marco Saldaña *

Priorizar la inversión pública en salud, educación y la dotación de servicios básicos a los hogares y la dinamización de la economía local, a través de la agricultura y las MYPES han sido siempre exigencias a favor de la mayoría de peruanos, por tratarse de un tema de justicia social.
Sin embargo, el neoliberalismo y los distintos gobiernos que lo alentaron, amén de la corrupción imperante devino en la precariedad de lo público y colectivo, sobreponiendo los intereses privados de una minoría individualista y egocéntrica, en nombre del desarrollo basado en el crecimiento económico y sobreexplotación de nuestros recursos naturales.

La salud que debió ser bien público pasó a ser un servicio privado, alcanzable solo para aquellos que están en condiciones de poderlo pagar.  Así, cunden clínicas privadas en todas las ciudades, brindando los servicios de mayor demanda por la población. Por su parte, los establecimientos de salud públicos carecen de todo: infraestructura adecuada, medicamentos suficientes y oportunos, personal médico, asistenciales y técnicos  suficientes y con remuneración digna.  Hoy necesitamos que los hospitales funcionen y que la vacuna (por descubrirse) sea un bien público para todos (ricos y pobres)

"Hoy necesitamos que los hospitales funcionen y que la vacuna (por descubrirse) sea un bien público para todos (ricos y pobres)"


La educación pasó a ser un gran negocio por la necesidad de la población de superarse y ascender socialmente. El resultado es que ahora tenemos muchos profesionales sin empleo o incapaces de contribuir a la solución de los problemas fundamentales del país. Muchos centros de estudios por mantener un margen de ganancia dejaron pasar por Agua caliente a sus estudiantes y exentos de valores éticos y cívicos. Se descuidó la escuela pública porque se privilegió lo privado y para compensar este vacío pocos colegios públicos concentraron la atención del Estado, por eso las aglomeraciones en tiempos de matrícula, cuando hay colegios pequeños en distintos barrios que con suficiente apoyo estatal pueden acoger a todos los niños y adolescentes en edad escolar. Nadie estuvo preparado para una educación a distancia, ni los colegios para impartirlo ni las familias para acompañar a sus hijos (en algunos no hay los medios necesarios y ya algunas familias consideran que los profesores son necesarios). Hoy, juzgamos necesario una educación de buena calidad para todos y que prepara para la vida, por tanto, debemos educarnos más.


"Nadie estuvo preparado para una educación a distancia, ni los colegios para impartirlo ni las familias para acompañar a sus hijos"

Los servicios básicos (agua y desagüe) son inexistentes en varios pueblos  y de mala calidad en  otros. Si bien este servicio no es privado, pero el cáncer de la corrupción ha quitado a muchos pueblos la posibilidad de tener agua y desagüe de buena calidad.  La mayoría de los proyectos ejecutados resultaron inútiles o quedaron inconclusos por varios motivos: perfiles y expedientes técnicos mal concebidos (o problemas pasados por alto en esta etapa como por ejemplo: fuentes de agua insuficiente, terrenos sin libre disponibilidad, diseños poco pertinentes al contexto geográfico), contrataciones y procesos de ejecución de obra amañadas, asignación presupuestal desde los ministerios previo pago de sobornos. Son elefantes blancos en muchos lugares, a pesar del millonario presupuesto ejecutado. Hoy necesitamos que todas las viviendas tengan acceso al agua potable y desagüe (el lavado de manos es constante y con suficiente agua)

La agricultura, la pequeña agricultura,  al que se dedica la población rural, nunca estuvo en la agenda nacional, siempre fue una actividad marginal. Se privilegió la agroexportación y monocultivos a gran escala con alto costo en el medio ambiente, al que se dedican unos pocos. Hoy, podemos ver que los frutos de la pequeña agricultura, la diversificada, alimentan y sostienen los hogares de miles de familias.

Finalmente, en las actuales circunstancias lo público, la solidaridad y el colectivismo, condenados por el gran capital, el emprendedurismo y la cultura del éxito, resultan indispensables para sostener y contrarrestar el impacto negativo del mortal virus. Ojalá, al término de esta pandemia, volvamos la mirada a aquello que nos salva en tiempos difíciles.

*Marco Saldaña es docente de la Institución Educativa Virgen Dolorosa, con estudios en Políticas Educativas y Desarrollo Regional, Gestión Pública, Innovación Pedagógica y Gestión de Centros Educativos.



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