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Los mismos de siempre. 23 años después.


Por Groder Torres Trigozo
 

Ella era la más bonita. De pelo rubio, no sé si teñido, delgada, de un caminar delicado pero seguro. Sus ponencias y explicaciones sobre las guerras de la independencia, la historia peruana, no eran guerras, eran poesía, literatura, armonía. En nuestra imaginación de adolescente alocado era la Pamela Anderson con una mezcla de Sharon Stone. Nuestra bella maestra. Era los primeros años de la década de los 90s.
El otro, un tipo gordo, de trato con palabras directas y a veces duras. Bromista, a veces un guapero, puteador, disciplinador. Al final un buen amigo. En el fondo nadie hubiese querido recibir su disciplina. No me acuerdo haberme aburrido en su clase, Siempre tuve cierta curiosidad por la Biología.

Nosotros un grupo de muchachos, adolescentes, inquietos, traviesos, enamoradizos, peloteros, pajeros empedernidos. Las muchachas, nuestras compañeras de carpeta, lindas, poco traviesas o no sé. La mayoría comprensivas de nuestras travesuras, locuras, berrinches y enamoramientos.
Pertenecemos a la promoción 1995 del Colegio Ofelia Velásquez. No escogimos conocernos, no decidimos ser compañeros, tampoco amigos. Simplemente lo somos. El destino quiso que en el primer año, el lejano 1991, nos juntemos en un salón para pasar y sobrevivir a la adolescencia, al colegio, a nosotros mismos.

Nuestro entorno vivía tiempos difíciles. Había terrorismo, narcotráfico, apagones. Lo bueno es que casi no nos dimos cuenta de eso. Nuestro mundo estaba mejor con la TV y la radio, casi nos parecíamos al salón de clase de “salvados por la campaña”, todos seguramente queríamos ser Kevin Arnold de los “años maravillosos”, siempre le iba bien. Nuestras noches se volvían más calientes al pensar en Pamela Anderson de “Baywatch”. A nuestros grupos de amigos, a la mancha, le poníamos un nombre, cualquier nombre estrambótico o reñido para luego llamar a la radio y esperar que nos manden saludos, en el mejor de los casos íbamos hasta la radio.

En esta etapa, la de colegial, cada uno ha ido consolidando su carácter, su personalidad, acentuando sus ilusiones y sueños. Cada uno ha ido pareciéndose más o alejándose de su chapa o sobre nombre. Cada uno ha ido decidiendo lo que quiere ser. Cada uno ha ido comprendiendo el valor de la amistad, el compañerismo, el estudio. También a lidiar con el pesado, fastidioso, con el templado (en el caso de las mujeres). A pelearse, a reconciliarse, hacer las paces. No había bullyng. A negociar y tratar de corromper a los profesores para tener mejor nota. También estaban nuestros compañeros, compañeras que estudiaban de verdad y eran súper alumnos.



Después de mucho tiempo estamos volviendo a encontrarnos. Casi todos juntos de nuevo. La primera vez que nos reunimos, creo que estuvimos algo precavidos, cautos. Con razón han pasado más de dos décadas. Casi todos con familias, hijos, esposas, esposos. Solo Kewin, soltero, sin pelos, bien papeado, como la mayoría. La que encuentro como diferencias únicas, la que el tiempo ha logrado engrandecer. Por lo demás todo es igual.
Beni, “la piraña”, Sigue acosando a Linda, y Johana, Sigue Siendo su amor platónico. Melis y Miyori siguen sentándose a lado, parece que siempre están preparando una conspiración o andamiaje. Dante, sigue siendo el mayor. Habla casi como lo hacía mi abuelo, con sabiduría.  Ángelo, tiene menos finta, pero le sigue caracterizando. Rodolfo, ahora también es José Domingo Pérez, al fin, el mismo loco. David, parece que ayer hubiese bajado de la luna. Carmen, ahora es más ocurrente, Carmela, lo hace más con cigarro en mano. Félix, siempre en el lado oscuro, el caballero de la noche. Robert, es menos Alvarito, más Alvarado, y dice que nos gana ahora jugando a la pelota. Juan José, sigue recontra templado de su enamorada de colegio, su esposa, como en el primer día. Está en el cuarto hijo y creo que va por más. Willy, ahora huele a chanel pero la chela sigue siendo primero. Kike, solo cambió de peinado, Ernesto no. Toman más cerveza y siguen siendo de los más “tranquilos”. Janina, July, Mónica “papa – papa”, Patty siempre tan discretas, te miran, se sonríen, parece que tienen algo entre manos, unos secretos. Falta descubrir. Sharon, parece que el tiempo no le llego todavía, y Katty parece seguir creciendo. No te alcanzamos Katty! Mónica R., Karin B., y Normi las sigo temiendo, parece que siempre nos van a regañar. Johana y Linda, siguen siendo las mismas amables, delicadas y educadas. ¡Ya!, dejen salir sus diablos.

¿Qué ha pasado conmigo?, me siento el mismo de siempre.  

Para que la experiencia sea completa, decidí regresar al colegio, no lo había hecho desde que salí, hace 23 años. No quería hacerlo solo, por alguna razón no tenía el valor. Llevé a mis hijas, niñas muy listas, inteligentes, poco me sacan, me superan largamente. Pensé que sería un buen momento para hacerlas conocer un poco de mi vida de colegial. Recorrí cada salón y me senté en cada carpeta que estudie, del 1° al 5°. Y, lo primero que preguntaron fue:

-       ¿papá porque casi siempre te habías sentado al último? Nosotras nos sentamos primeritas.
-       Yo respondí. Era para lograr copiar mejor los exámenes, causar desorden, molestar a los demás, lanzar papeles y escaparme a jugar fútbol.
-          Ellas dijeron: ay!, tú fuiste como lo son nuestros compañeros Frank y Diego.

Al salir de los salones tuve la suerte de encontrarme con la profesora Dolibeth, de Historia, y profesor Ethel, de Biología. Con el último tenía una amistad, que se perdió al salir del colegio. Nunca pronunciaba mi nombre, solo al llamarme en la lista del día, pero hasta ahora “bosalao”. Lo primero que dijo.

-    -        Hola “bosalao”, donde te has metido, a los años.    

Conversamos y le hice un breve resumen de mi vida desde el colegio hasta la actualidad. Al finalizar me dijo:

-          -       No te pierdas, siempre tienes que venir por acá.

Tiene razón, pensé, siempre uno se pierde en su propia vida cotidiana. A veces, es importante regresar sobre tus pasos para volver a encontrar tu esencia, a proyectarte, a renovarte o simplemente para vivir y recordar.

Ya, con un poco más de valor, salude a la profesora Dolibeth. La verdad, pensé que no me reconocería. Ella sabiamente dijo.

-       Yo, me acuerdo de todos mis estudiantes. Seguidamente recalcó. - Tú eras flaquito-

Menos mal, que solo se acordó de ese detalle, y no de lo relajado y despreocupado que solía ser. El resto, mis hijas se encargaron de contar algunos detalles de mi vida.

Estar en la promoción 1995 sigue siendo una parte buena de nuestras vidas. Gratitud con los profesores que mayormente han hecho de nuestra adolescencia un paso feliz. Sobrevivimos bien a esta etapa, nos trazamos metas que se han hecho realidad, supongo que casi en todos los casos. Si faltan por cumplir, llegará, porque pertenecemos además a una generación de grandes aspiraciones, y de padres optimistas.
...continuará.



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