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MI MONTAÑA, MI ÁRBOL

Por Groder Torres Trigozo



Todos tenemos una montaña. Nuestras vidas están marcadas por las montañas que escalamos y conquistamos. Todos los días hacemos camino hacia la cima de nuestra propia montaña, nuestra vida, el éxito, la felicidad. ¿Pero tenemos una montaña de verdad?. Yo creo que sí. Es la montaña que atrae nuestra mirada en el horizonte cuando necesitamos inspiración, cuando recordamos el pasado y queremos que sea presente o el recuerdo inconsciente de una vida pasada. Es la misma montaña a donde quisiéramos escaparnos cuando la ciudad nos abruma, nos entosquese, nos violenta y estando en ella nos alienta a transformarnos en calma con su aroma, su brisa, su fuerza, su lejanía, su tiempo. Como regresar a casa después de haber estado fuera mucho tiempo.

Un árbol es tu vida propia. Es tu reflejo. Mi árbol es el "Nogal". ¿Cuál es el tuyo?. Según la fecha de nacimiento, nuestros árboles tienen valores y características que en general corresponden a los nuestros. Nuestras emociones y comportamientos tienen su esencia en nuestros árboles.
 Nuestro vinculo y nuestra relación con los árboles es de siempre. Estamos conectados a través de la tierra como todos los árboles lo hacen a través de sus raíces. No hay árbol solo. No hay Hombre sin árbol.

En tus sueños de vida, en los recuerdos de tus experiencias y en el amor, en un espacio, siempre habitará un árbol. Estará presente porque es esencia de vida, es la naturaleza de los sueños, pertenece al lado inspirador de cada ser, al que crea amor. La fuerza de la naturaleza junta a los árboles en montes, en bosques, llegando hasta el fin de los páramos y de los baobabs y  kokerbooms en el desierto. El hombre vive en medio de ellas. Los pueblos pequeños y las grandes ciudades solo son un claro del bosque.

Cuando un hombre tumba un árbol para satisfacer su codicia, muere una parte de los sueños de las futuras generaciones. Cuando un hombre tumba un árbol para satisfacer su hambre, la tierra le compensa con cosecha. Los árboles, hermanos del caído, envían sus mejores frutos para saciar sus necesidades. El bosque sacrifica sus mejores descendientes, los mejores espacios para que el hombre viva rodeado y protegido. Los árboles son los protectores universales.

El hombre aprende como un niño. Aprende a dominar su infinita arrogancia. Arrogancia que le hace pensar que puede salvar el planeta y ni siquiera puede vivir en paz entre pueblos, quiere salvar los animales de la extinción, ni siquiera puede curarse de sus propias enfermedades, quiere proteger los bosques ni siquiera entiende a los árboles.

Un día el mundo se llenara de árboles. Hasta los desiertos se cubrirán de un manto verde, los árboles dominarán. El hombre con sus maldades y arrogancias serán un recuerdo. El hombre solo será un habitante consciente del dominio de los montes.

Por ahora los árboles, el bosque y la montaña llaman, como el hombre a su amada, movido por el amor y separados por una circunstancia. Es un llamado de cercanía para equilibrar el mundo material con el espiritual. 


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