Los Romanos se tomaban su defensa legal muy en serio. Los primeros Abogados fueron romanos, eran capaces de indultar a ciudadanos y plebeyos que no hubieran cometido un crimen capital.
Durante un juicio, ante el pretor local o juez, un abogado podía representar a su cliente y hablar en su favor. Una de sus funciones era demostrar que no era culpable o reducir su condena por el crimen cometido.
No todos los abogados eran iguales. Algunos servían a las familias patricias y eran ellos mismos ricos y de clase alta. Juvenal decía: “Son las ropas las que delatan al abogado”. A los
abogados de los clientes más pobres se les podía pagar con tierras o bienes.