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AUGURIO

Augurio significa presagio, pronóstico, predicción y deriva, según parece, de dos palabras latinas: avis=ave, y genere=llevar o conducir.

Aunque los principales Augurios y los más corrientes derivaban de la forma en que comían las aves, especialmente los pollos, que se utilizaban los augurios, podían tener su origen en la interpretación del fulgor del rayo y del sonido del trueno. Se llamaba entonces ex caelo. Si se basaba en el vuelo de los pájaros, se denominaba ex avibus; si de los cuadrúpedos, ex quadripedibus, aunque el más corriente correspondía al primero.

Para ello el augur revestido de una toga corta, llamada trabea, provisto de un bastón, uno de cuyos extremos había de ser naturalmente curvo, trazaba en el suelo dos líneas, entre las cuales se colocaba con la cabeza cubierta.

Un servidor le traía una comida especial preparada para el Caso, y el augur observaba los movimientos de los animales, Si los pollos demostraban tener hambre y picoteaban con avidez los granos depositados en el suelo se consideraba el hecho como un buen augurio, pero si las aves rechazaban la comida, haciendo caso omiso de ella y se ponía a cantar en este caso, el augurio era desfavorable.

En el año 249 a. C., el cónsul Claudio Pulcro dirigía la flota militar romana contra los cartagineses durante la primera guerra púnica. Convocó a los augures que tenía a bordo y, viendo que los pollos sagrados no comían, los echó al mar diciendo: -Ya no quieren comer que beban.

El hecho escandalizó y desmoralizó a los soldados, y, como al final Claudio Pulcro perdió la batalla, la creencia en los augurios se hizo más fuerte todavía.

El vuelo de las aves era observado también por los augures que predecían el inmediato porvenir de acuerdo con el rumbo que tomaban determinados pájaros. Esta creencia perduró durante mucho tiempo.

No todos los romanos, especialmente los de las clases ilustradas, creían en los augurios. Catón, que ejerció de augur durante una temporada, decía que “era imposible que dos augures se encontraran sin reírse”.



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