En el año 1874, después de la inauguración de la línea de ferrocarril Union-Pacific, más de 5000 Cazadores de Kansas City se trasladaron a las grandes praderas para aniquilar Bisontes, los mal llamado búfalos.

En el verano de ese mismo año, más de 2000 cazadores salían a diario a cazar esos bóvidos en las proximidades del río Rickaree. La marca diaria de estos sanguinarios cazadores era de 60 bisontes por persona y unos 1200 por temporada. A pesar de que eran aprovechadas su carne y su piel, un equipo de 16 cazadores llegó a abatir 25 000 ejemplares en un año.

Búfalo Bill Cody afirmó haber matado 4862 bisontes en una sola temporada de caza, incluyendo un récord de 69 en un solo día. así en 1889 quedaban solo 540 animales.

Desde entonces, la especie quedó protegida y actualmente aún se está recuperando de aquella horrible matanza.

Los últimos ejemplares salvajes del bisonte europeo fueron cazados durante la Primera Guerra Mundial en los bosques de Bialovicza, en Polonia, sobreviviendo a partir de entonces solo en los zoológicos. En 1959 se soltó una nueva manada en los mismos bosques.