Escribo porque Escribir no le hace ningún bien al mundo: No termina con la guerra, no erradica la pobreza, no cura enfermedades peligrosas ni le da de comer a los niños en África. A pesar de ello, escribir me hace sentir más útil que nada.

Escribo porque para escribir no necesito a nada ni a nadie.
Escribo porque escribir es como hablar después de una larga afonía.

Escribo porque me permite abrir una puerta o cerrarla para siempre.
Escribo porque es más barato que ir al psiquiatra.
Escribo porque no sé, y quiero saber.

Escribo para tener vocabulario y poder decir prestidigitador soberbio fastuoso ecuménico e incólume.
Escribo para releerme y reinventarme y empezar de nuevo, porque escribiendo uno aprende que sí es posible hacer borrón y cuento nuevo.

Escribo para perder los escrúpulos y gritar cosas que yo nunca gritaría.
Escribo porque escribir es una forma de nostalgia.
Escribo porque cuando escribo, pienso. Escribo porque cuando escribo, no pienso.

Escribo para enamorarme una y otra vez, porque al escribir los sentimientos se magnifican y no concibo un amor que no sea superlativo y exagerado.

Escribo porque cuando escribo miento y cuando miento, digo la verdad.
Escribo para ser libre.
Escribo para no desaparecer.

Escribo porque es lo mejor y lo peor que me ha pasado.
Escribo porque me cuesta.
Escribo para que me siga costando.

Escribo para que me lean. Mis amigos. Mis enemigos. Gente que me quiere. Gente que no me quiere nada. Gente que no conozco ni conoceré. Gente que me dará la mano cuando me enferme a los 79 y me escuche farfullar sobre el miedo que siento de morir.

Escribo porque no sé decir las cosas de otra manera.
Escribo porque me resulta inevitable.
Escribo porque no sé hacer nada más.