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Armando Carpa


La Foto se deslizó suavemente hasta tocar el piso, mostrándome una ventana a una época indeterminada del pasado. Qué hacía esa foto entre medio de añosas y amarillentas fotocopias universitarias es una incógnita. En la imagen, dos personas que en la actualidad acumulan kilos o pierden pelo de sus cabezas están arreglando una Carpa y cocinando algo indeterminado, seguramente huevos con chorizo de desayuno, actividad desarrollada en algún momento de inicios de los noventas. ¿Hace cuanto que no salgo de campamento? Un poco más allá, mi mochila de campamento me mira solitaria mientras acumula polvo.

Habrá sido el 2000 la última vez, allá por Puerto Montt, que dormí en una carpa metido dentro de un saco de dormir, y sufriendo las inclemencias pertinentes. Murphy aplicando todo el rigor de su ley. Luego de eso colgué mis implementos y no volví a salir a la aventura de un campamento, aburrido ya de los deberes que trae el usar un pañolín de colores y ser responsable de un grupo de adolescentes (siendo yo uno también). ¿Que te pasó Alvaro, te aburguesaste?

Me topo con otra foto, año 1992, yo un muchacho pálido y flaco en medio de un verdísimo bosque a los pies del cerro Caqui Chico. Me pregunto si ese bosque estará aún en pie. Salía varias veces al año, por scouts, por el colegio, con amigos......muchos me recriminaban estas salidas ¡¡¡como te vas a perder un carrete por salir de campamento ¡¡¡¡ Yo mismo me lo preguntaba siendo que a veces ni tan bien la pasaba, caminando kilómetros, comiendo porquerías ( y a veces verdaderos manjares que solo en esos momentos pueden descubrirse). Pero también estaban las anécdotas, la aventura, el compañerismo y una vida en comunidad que no he vuelto a vivir, un aprendizaje colectivo y una maduración en base a errores, fracasos e inmensas alegrías.

A pesar de constituir un grupo iconoclasta poco amante de himnos, uniformes y otras cosas, nuestro compromiso era a toda prueba, nuestra energía desbordante y nuestros chistes y bromas sinceramente pesados, por no decir desagradables. Pero disfrutabamos de cosas simples, de caminatas bajo las estrellas, de armar con un par de palos y sogas mesas y alacenas, de bañarse desnudo en un riachuelo coordillerano y andar una semana con la misma ropa.

Me veo en la coordillera cerca de las Termas del Flaco, en Iloca, en el Parque Alerce Andino, en Quebrada Alvarado y en el Jamboree Mundial. Me veo con una pesada mochila en mi espalda caminando kilómetros al sol. Me veo en medio de bosques poniendo los vientos de la carpa ( no siempre existieron las iglú). Y ahora no me veo durmiendo con una piedra en mi espalda.

A todo esto, ¿donde están mis sacos de dormir?.




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Armando Carpa

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