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Daka y María Gabriela Isler: En búsqueda de la consistencia perdida


Ayer, Daka. Hoy, el Miss Universo. Y Nicolás Maduro felicita a María Gabriela Isler, mientras promueve el saqueo de tiendas para que el pueblo tenga electrodomésticos a precios justos.


Leo a muchos exigiendo Consistencia. Quejándose de que la victoria de la chica venezolana opacó aunque sea por momentos, la terrible noticia que se personifica alrededor de Daka, pero que en realidad es una tragedia nacional.


Y me pregunto, a estas alturas, ¿cuál consistencia? ¿Hemos sido consistentes alguna vez?


Es imposible Ser Consistente cuando un país no tiene idea de lo que quiere. Porque si los llamados socialistas hijos de Chávez lo supieran, no estarían felicitando a la nueva y flamante Miss Universo. Grupos feministas estuvieron protestando en el Poliedro mientras se elegía a la nueva Miss Venezuela. Es que se supone que el concurso degrada a la mujer, impone imágenes de mujeres famélicas, tontas, que no tienen ningún mérito más allá de saber caminar entaconadas… Que además, el Miss Venezuela es organizado por Cisneros y el Miss Universo por Donald Trump, ejemplos clásicos del capitalismo. Casi tan representativos del capitalismo salvaje como la Fórmula 1 (oh, wait…)


¿Es que acaso el hombre nuevo Necesita un LED de 47’’? Probablemente no. Necesita leche para el tetero, harina para las arepas, papel higiénico para limpiarse. Pero hay algo que sí necesita: que todo sea regalado. Si es saqueado, tanto mejor. “Eran unos ladrones”, se escucha decir a los “necesitados” que entran a la tienda para llevarse blue-rays y televisores de última generación sin desembolsillar ni un centavo. ¿Y es que DAKA los obligaba a comprar lo que vendían “a precios injustos”?


Consistencia, lo llaman. Claro, es lo que otros llamarían justicia social, lucha contra la guerra económica, un golpe contra los burgueses apátridas. “¡Hay que acabar con ellos!”... así como con los cientos de trabajadores que mañana no tendrán lugar donde ganarse el sueldo. Un gobierno obrerista que toma las medidas necesarias para acabar con puestos de empleo. Bravo.


El país se va a al caño (más bien al carajo, al coño, a la mierda), en tanto y en cuanto no logramos entendernos. No sabemos cómo somos ni lo que queremos. Por eso no podemos ser consistentes. No logramos comprender, por ejemplo, que para nosotros los concursos de belleza son un bálsamo. Un remedio contra tanta mala noticia. Y que es lógico, porque esa es nuestra cultura, que la tragedia DAKA sea de pronto sustituida en las mentes atormentadas por la imagen de Molly Isler tratando de ponerse una corona que fue tan esquiva a su cabeza como el progreso lo ha sido para Venezuela. Seguimos teniendo oportunidades para progresar y sin embargo no atinamos a ponernos la corona. Mandamos a la mejor de las candidatas buscando “la felicidad suprema” y perdemos. Ni siquiera entramos en el cuadro de finalistas. No figuramos. Detrás de la ambulancia. Y a llorar al valle, decía mi abuela.


Dejen que la gente disfrute de su corona. A este punto, ya no importa si el concurso es o no frívolo. Si usted no fue el que ganó: fue ella. Ella y el equipo de Osmel, los que estuvieron un año trabajando. Ese es su negocio, no el nuestro. Pero la muchacha lleva una banda con el nombre de “Venezuela”, y eso es casi tanto como “tener patria”. Así que gocemos de la victoria, igual podrá ver la repetición en su nuevo televisor que se ganó gracias al saqueo oficial.

Total, ser consistente parece no importarle a nadie.


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