No hay año sin crisis, y bueno la mía fue antes de Navidad.

Me dejaron plantada en la puerta del cine con las boletas compradas y yo que había estado llevando bien esto de estar en una cuidad nueva, sin parche consolidado y extrañando a los míos, colapse.

Había quedado de verme con alguien en el cine y no llego, no era una cita amorosa, era amistosa: de gente que quiere hacer amigos.   Sin Embargo el que me hayan dejado hay plantada con las boletas compradas  me pudo.  Me iba ir y regalarle las entradas a una pareja feliz pero sin dinero, pero al final decidí entrar a ver "Star Wars: el despertar de la Fuerza" pensado que esto lograría subirme el ánimo pero no fue así, lo único que podía hacer era comparar mi MARAVILLOSO plan con lo que hubiera podido ser mi plan en Btá: el día Anterior con mi "esposa", en IMAX y comentado la pelicula para el dolor de todos los asistentes (creo que el resto del público bogotano esta feliz de que no fueramos juntas). Debo decirles que el público caleño no estaba muy contento conmigo tampoco, yo no hacía sino sollozar de manera callada, SI, lloré Star Wars y no por (SPOILER ALERT)  ver morir a Han Solo, o por el abrazo de él con Leia, o por enterarme  que su hijo se había dejado seducir por el lado Obscuro, Lloraba  por tontita, porque me sentía fea, desagradable y poco querible.  Sé que es mentira, yo soy adorable y modesta, pero en ese momento me sentía la mujer menos querida del planeta tierra, la menos atractiva y la más molesta.

Es que cuando uno se ahoga en películas de acción y fantasía la cosa no esta tan fácil de entender, desmoronarse en Blue Valentaine  o desmoronarse en algunas de las escenas de Toy Story es compresible... lagrimear y limpiarse los mocos en Star Wars es inadmisible, pero Chicos déjenme decirles: PASA.

No sé que será de mí el proxímo año y si Cali logrará conquistarme o yo lograré conquistar Cali. De momento esto es una mala relación por  ambas partes: maltrato y abandono.