Presiento tus manos
por mi piel
como la tinta por
mis versos.
Lo que ha de crearse
nace de la
naturalidad.
El agua que brota
de las entrañas
y crea un manantial
nunca pide permiso
para acontecer.
Recomponer
tus manos rotas
no es fácil.
Uno los pedazos
en cada caricia
que me ofreces.
Pronto percibiré
el tacto del suave
terciopelo.
Yolanda de las Heras
De su libro En el despertar de la libélula
Editorial Hades
(Derechos de autor)