Puntual como cada año por estas fechas, llega la Navidad, la fiesta de los países de religión católica que implica más rasgos temperamentales diferentes.
Para unos, sobre todo los más pequeños, representa la ilusión de recibir regalos. Los mayores, reencuentro con los seres queridos. Para otros es nostalgia del tiempo pasado, de la distancia entre parientes y amigos. También, representa tristeza para aquellos que se hallen en soledad. Es muy triste pasar una Navidad solo porque no tienes a nadie que te acompañe.
Pero el fundamento de la Navidad, tal como la conocemos ahora, viene del siglo XX, especialmente a partir de la mitad del siglo. Final de la Segunda Guerra Mundial, donde el liberalismo sostiene a un sistema económico cada vez más capitalista, que lleva camino de convertirse en un poder, tan grande, si no lo es ya, que domina a los estados y si seguimos por este camino derrocará las democracias y con ello la libertad de los pueblos.
La Navidad, según mi opinión, es el hecho más claro de lo que pretendo analizar. En mi infancia en España se construían belenes prácticamente de forma artesanal. El niño Jesús, la Virgen María, San José, el buey, los Reyes Magos adorando al niño, los Pastores y la Nieve, sobre todo, la nieve.
Esto de los pastores y la nieve, lo suelo explicar cada año para, a lo mejor un día navideño, por aquellas cosas de la vida, alguien, o un curita, un obispo, o el Papa, entreteniéndose navegando por las redes sociales, tropieza con esta página y me lee. Entonces le agradecería que me pudiera explicar, para expresarme dire, el cuento de los pastores y la nieve.
Verán lo explico cada año, , ¿Qué hacían, unos pastores a media noche con rebaños de ovejas en invierno, con un frío que pela, todos pastores y ovejas en medio del campo nevado? Tengo curiosidad porque alguien me lo explique. Cuando me parece que la ciudad de Belén que por cierto está en Cisjordania, nieve no sé si la habrán visto alguna vez.
Siguiendo con la Navidad, como la fiesta desmesurada del capitalismo salvaje, camino por el que nos lleva el poder económico. Nada más hay que mirar lo las grandes ciudades. En España, en especial Madrid y Barcelona, donde se ha expulsado a los habitantes y han convertido a la ciudad en un centro comercial. El viajero, ya no existe, lo han cambiado por el turista el cual lo pasean, le enseñan cuatro museos, de pasada, y le dicen que eso es cultura ¡¡Válgame Dios!! -y no soy creyente- qué disparate.
Pues bien en la Fiesta de la Navidad. La fiesta del pueblo que celebra el solsticio de invierno, no le explican la tradición de los dulces, de las comidas, nada de todo eso se dice, ni a los foráneos ni siquiera a los nativos jóvenes, eso si se han inventado a Papa Noel y a los Reyes Magos y que te puedes comprar un jersey por Navidad, el que pueda.
No sé, si ya estamos entrando en el cambio climático, pero si creo que, en el capitalismo salvaje estamos metidos de pleno. La banca sostiene a las multinacionales que son los nuevos reyes. Volvemos atrás en el tiempo.
