Cuando suelo escribir, o hablar de Historia, acostumbro dejar claro que no soy historiador. De la historia me baso en leerla, procurando que los autores, ya sean historiadores o, periodistas, sean profesionales y no gusten de poner la mano izquierda para, escribir historia o prensa amarilla.
Dicen que las comparaciones son odiosas. Estoy de acuerdo, pero, también es cierto que, la historia se repite. Si ahora mismo nos dedicáramos a buscar por bibliotecas, seguramente en contrariamos ejemplos de comparaciones detestables y, como no, de historia repetida.

Puede, pues, lo cual en estos momentos, está ocurriendo en mi país, España, es caldo de cultivo de lo que paso a mediados del siglo pasado, cuando en 1933, entra en escena la II República.
Al parecer, la campaña electoral para Diputados en Cortés, de aquel momento -1933- fue bastante movida, aunque quizás no llegara a ser tanto como esta última, con más de cuarenta años de democracia a las espaldas. Durante la campaña, el que fuera Diputado electo Gil Robles por la CEDA (derecha católica) llegó a decir: “la democracia no es para nosotros un fin, sino un medio para ir a la conquista de un Estado nuevo. Llegado el momento, el Parlamento o se somete o lo hacemos desaparecer.” Al cabo de tres años, lograron secuestrar la democracia y la libertad ciudadana y desapareció el Parlamento durante, más o menos, cuarenta años.
Ahora, sigue ocurriendo lo mismo, la derecha y la extrema derecha, PP y VOX, intentan torpedear la democracia, haciendo creer a la ciudadanía que ellos son los demócratas y exigen la libertad, oponiéndose al resto de partidos quienes unidos se enfrentan, en primera oposición a la extrema derecha.
En el vínculo de los partidos progresistas, se encuentran derecha, nacionalistas, socialistas y de izquierdas, unidos para que una derecha trasnochada heredera de la dictadura anterior y la extrema derecha de idéntica condición, no logren, lo no ganado, el alcanzar poder y devastar lo conseguido en la última legislatura, por cierto, de Pedro Sánchez, junto al resto de demócratas y patriotas del país.
Las palabras, en su día de Gil Robles, tuvieron su efecto en una guerra civil, seguramente porque el ejército estuvo en dos bandos. En la actualidad está unido en torno a la figura del monarca, por eso la izquierda en el momento de la transición abdico a restaurar la República, y evitar, a la corta o, a la larga, otra guerra civil. A cambio obtuvo la democracia.
La derecha, derivada del franquismo y la extrema derecha, es lo que ha quedado, de la dictadura, una derecha fascista, nada que ver con los demócratas.
Las manifestaciones de los últimos días, tienen, por parte de la oposición, un único objetivo, el de ganar adeptos y romper, durante la legislatura a devenir, los avances progresistas que consiga el gobierno, así como en unas nuevas elecciones anticipadas, encontrar caldo de cultivo para ganar y poder ejercer ampliamente su ideología perversa.
El sábado pasado, la prensa de El País, en su página 27, público un artículo del periodista Óscar López Fonseca, donde informa de que el director general de la Guardia Civil, ha ordenado se investigue a los responsables del comunicado de la Asociación Pro Guardia Civil, minoritaria, pero con implantación en la escala de mando, el periodista escribe: “En el texto, sus autores recalcan que por el “”juramento ante la bandera como militares”” están dispuestos “”(a) derramar hasta la última gota de nuestra sangre en defensa de la soberanía e independencia de España y su ordenamiento constitucional”” . . . “.
Cuidado con esto, no se debe dejar pasar ni el zumbido de una mosca, no olvidemos que la República dejo pasar, y por dejar pasar, pasó, lo que todos sabemos.
No juguemos con fuego, no nos vayamos a volver a quemar, quienes están organizando las manifestaciones son los fascistas que nos tuvieron cuarenta años secuestrados. Quienes los apoyan o son fascistas o, unos encantados bobalicones, que si vienen maldadas dirán -¡Uy, si yo qué sabía.