A mediados del pasado siglo, después de las dos guerras, se produjeron en las sociedades cambios de introducción brusca. Ahora, a un cuarto del siglo XXI, estamos entrando a un sistema de incertidumbres donde ocurren cosas demasiado rápidas que, son difíciles de digerir por la ciudadanía, llamémosla común.

Por una parte, la Democracia y la libertad, bajo mi punto de vista, se está malinterpretando, y de tanto usarla sin practicarla llega a un punto de despilfarro, y cuando se despilfarra algo se acaba sin nada.

Por otra parte, la gestión económica tan internacionalizada, por el modelo de empresas multinacionales a nivel mundial y a niveles locales por franquicias, pueden que estén llevando la economía por senderos de concentración del capital por causas extrínsecas, la plusvalía, con lo que, el beneficio es gestionado por el capital, sin intervención de los estados. Pienso que es mal asunto para el ciudadano común que, a fin de cuentas, es el productor.

En el mundo actual, está surgiendo la extrema Derecha para, oponerse radicalmente a la geopolítica, porque lleva a entender y predecir los efectos sociales en torno a la geografía y a la humanidad del planeta, y encontrá de la política de las grandes concentraciones de capital en manos de empresas internacionalizadas. La extrema derecha hace el trabajo sucio de la derecha.

Ambas, la derecha y la extrema derecha, se unen, para hacer esos de poli bueno, poli malo, ante la ciudadanía común. Para eso la derecha, cada vez más, habla de libertad y democracia.

Cuando la verdad es que no la práctica. Miremos a EEUU, Italia y como no, a lo que en España sucede en estos momentos. La derecha moviliza al ciudadano a la calle pidiendo libertad y democracia. Cuando es ella, la derecha, la que no cumple con la democracia al bloquear gestiones del poder judicial que emana la Constitución.

Según mi punto de vista, es necesario que el mundo político, a nivel internacional, deje de jugar con la ciudadanía, hablando de libertad y democracia, para pasar a practicarla con miras a un sistema de gestión de los recursos del planeta para la vida humana, y no para la economía capitalista.

El capital de las naciones, es el patrimonio de la humanidad. El capitalismo es el sistema de propiedad privada de los medios de producción en un libre mercado, para conseguir plusvalía de los productos y hacerse con beneficios que solo van a propiedad privada.

Corremos, pues, el peligro de que el actual sistema de gestión económica, como ya pasó en el siglo XX, salte por los aires y nos lleve a un conflicto de guerra total. No sería nada nuevo, sería lo de ayer.