VII
Vosotros que de Amor seguís la vía,
mirad si hay lacería
que se compare con mi pena grave.
Escuchad mi clamor, por cortesía
y en vuestra fantasía
ved que soy del penar albergue y clave.
Diome el Amor por grácil hidalguía
-que no por virtud mía-,
una vida tan dulce y tan suave,
que a menudo la gente, nada pía,
detrás de mí decía:
“¿Por qué ese pecho de la dicha sabe?”
Pero he perdido ya el fácil acento
que el Amor me prestó con su tesoro;
y tanto lo deploro
que aun para hablar carezco de ardimiento.
Mostraré, pues -cual quienes en desdoro
ocultan por vergüenza su tormento-,
por de fuera, contento,
mientras por dentro me destrozo y lloro.
Dante Alighieri