Mientras el G20, se reúne para solucionar, Nadie Sabe qué asuntos, bueno, ellos claro que lo saben, los suyos propios, no los de las naciones del mundo entero, la injusticia del destino se ensañaba enviando un terrible terremoto que acababa con las vidas de miles de ciudadanos en el sur de Marruecos.

La desgracia siempre camina por el mismo sendero, donde se encuentran las personas sin posibles. Donde habita la miseria, la necesidad de vivir de una manera que no han elegido, sino que la Tienen, porque la riqueza de la que les dicen que es su patria, su madre, y la tienen que defender con su vida, no los protege, como hace la madre, sino que los aprovecha, malbaratando la fuerza de su brazo, eso cuando lo tienen y, repartiendo de manera desigual la riqueza.
Los del G20, ¿han dicho algo?, yo al menos, si lo han dicho no me he enterado. Lo que es más importante, se habla de defender los derechos humanos. Si acaso los defienden es para hacerlo de una posible revolución que pudiera acabar con sus vidas.
Es vergonzoso que se halle gente que viva en chozas de barro, mientras en el mundo se gasta cantidades enormes de dinero por alguien que le da patadas a una pelota o, preparar parafernalias y festejar, nadie sabe el que asunto.
Mientras la tierra se partía y, la calamidad asolaba a miles y miles de familias, entre el horror y la desgracia, que veían como sus chabolas de barro se venían abajo y los sepultaban, la fuerza máxima de la nación, el rey de Marruecas, se regocijaba en sus vacaciones, creo que en la dulce capital de Francia, París. Seguramente las disposiciones que estaban planeando los del G20, le beneficiara, no a su pueblo por descontado pero, al rey sí, seguro.
Este mundo es un antro de desfachatez. Lástima que no sea verdad que exista un Dios, porque si estuviera ya habría acabado con tanto sinvergüenza, que hacen unos pocos, del bello mundo un lugar de desgracia, para otros muchos.