El mundo tiene demasiada política.
Las gentes de la calle, esas que somos de aquí y de allí, hablamos diferentes lenguas y la faena es nuestra para llegar a final de mes, ya empezamos a estar hartos de tanto politiqueo.

Hacer política es otra cosa, o debería serlo. Lo que no se quiere es que, la política no hable de las necesidades de los ciudadanos, sino nada más que, de macroeconomía, que representa a unos pocos, y deja desamparados a la mayoría ciudadana.
Abogados, economistas, jueces, y empresarios de boquilla, son quienes se mueven por la política y, ese es el mal que al resto nos afecta. Son gentes -ya sé, no todos- cuáles por norma defiende nada más que un estatus social. El poderoso económicamente.
Quiero entender que, la política, debería estar gestionada por profesionales del cuerpo diplomático, en especial para relaciones con el exterior. Aconsejados por expertos en las diferentes ramas de la ocupación de la sociedad, por ejemplo, sanidad, sociedad, educación, sociedad, economía, etc. Todos personal de la administración del Estado.
Los partidos políticos, en su parte de líderes, deberían ser auténticos filósofos de la vida. Gentes con ideas, dispuestos a trabajar por el bien común. A ellos les debería corresponder ocupar los escaños del Congreso, nombrar a Presidente de Gobierno y todos los menesteres necesarios.
A la hora de desarrollar una ley, por parte del Gobierno, este debería presentar un borrador de la idea que se quiere llevar a cabo para que los expertos dependientes del Estado la desarrollaran y, una vez en manos de vuelta al Gobierno, este, la sometiera al veredicto público en el Parlamento para su aprobación o, rechazo.
Pienso, lo cual se entiende como evidente que, con una Monarquía, por muy parlamentaria que sea, no hay posibilidad de llevarse a cabo, tal gestión, ni siquiera de planteárselo.
La solución a lo sugerido únicamente tiene cabida en un Estado Republicano. Mientras no nos lo propongamos, el tema de república o monarquía, mi punto de vista es que no conseguiremos el bienestar social. Iremos como hasta ahora, según quién gobierne, mejor o peor.