Está historia si más no, puede ser bonita.

Cae el agua por la cascada en el Montseny, y al llegar a la poza rompe las pequeñas piedras que allí se encuentran. Al atardecer, antes de que la noche entre, se acercan las Brujas a recoger los pedacitos de piedras que han sido cortadas, con los que, las brujas, se dedican hacer collares, y en las noches de luna llena, acuden a mojar los abalorios en el remanso de la alberca.

La Luna, en la fase de luna plena y radia un sistema de reacción con las piedras de la montaña cuando el agua las ha cortado y ejerce una fuerza a las brujas y hadas, que les anula la fuerza de la gravedad, cual en su día descubrió Isaac Newton, por eso tienen la facultad para poder volar.

En el principio de los tiempos, cuando, no sabemos como ni porque, se formo la vida en el archipiélago de planetas del universo estelar, es eso que alguna religión llama Eden. Es precisamente donde la vida se crea y, me han contado sigue naciendo la vida. Aquello es el paraíso todos van desnudos, no hace frio, ni calor. Se vive en cuevas o chozas, cada pareja elige el trozo de tierra necesario para vivir. El trabajo, es el esfuerzo necesario para crear alimento. La enseñanza, es como la de los animales, el instinto.

Nadie manda, ni nadie obedece, nadie vigila, pero todos mantienen respeto a la vida.

Cuando alguien incumple ese respeto, el cual no está programado en el cerebro, que no es otra cosa que un servicio central, inmediatamente se produce un corta circuito y es expulsado del Eden, volviendo al principio de su tiempo en otro planeta. Volvemos a nacer en la Tierra, y aquí desarrollamos otra vida alejada de la original, donde nos matamos los unos a los otros.

Las brujas y las hadas, las autenticas, son las guardianas para que no nos salgamos del recinto, nosotros decimos penitenciario.

Se que algunos de ustedes que me leen no habrán llegado al final cansados de mi historia, pero los que han aguantado, como auténticos valientes, se merecen mi respeto para que les explique quien me ha contado este relato, porque yo no me la he inventado, no.

Verán, desde joven soy aficionado a pasear por el Monseny, nunca he visto, y he visto algunos, atardeceres en otoño como los de esa sierra. Un día encontré a las brujas, a pesar de lo que digan, son encantadoras, e hice amista con una de ellas y la he visitado más de una vez. Siempre he querido saber su nombre, nunca me lo había querido decir, hasta está última luna llena me lo dio a conocer, en su honor les he contado la historia.

Se la conoce como La Bruja Pirula.

Eduard Martínez Lledó

febrero 2023