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El Apocalipsis

Cuando era pequeño, al ver pasar por la calle a señoras con una barriga muy gorda, siempre me extrañaba y un día preguntando a mi madre le dije,

–¿Mira mamá que señora más gorda? Rápidamente obtuve respuesta

-No es que esté gorda es que en la barriga lleva un niño pequeñito, un bebé.

Pasaron los días, quizás semanas, y le iba dando vueltas a mi cabeza, preguntándome, como podía entrar a la barriga de las señoras un niño pequeño, aunque sólo fuera un bebé, no lo veía claro.

Al final, otro día volví a preguntar

-Mamá, ¿Cómo entra un niño pequeño en la barriga de una señora?

-Pues porque lo trae una cigüeña- Me contesto mi madre

-¿Dónde?

-En el pico, donde va a ser

-¡Ah!- Me di por contestado

Pero la verdad, es que no me quedo muy claro y seguía dándole vueltas, a intentar saber de buena tinta de dónde venían los niños.

Al final me enteré. Comentando con los compañeros del colegio, más o menos, de mi edad, me aclararon, democráticamente, quiero decir que es donde coincidieron la mayoría, aunque no todos. Se llegó a la conclusión que la teoría más lógica es que, a los niños, no los traía ninguna cigüeña, los niños venían de ¡París!

Son cosas que pasaban en aquel tiempo. Era una sociedad a la que se engañaba con cualquier cosa. Los que vivimos aquella época sufrimos mucho el engaño. Nos tuvieron durmiendo, pero no dormidos, por eso hoy tenemos, más mala o más buena, democracia.

Aunque con esto de que los bebes venían por medio de la cigüeña, en vez de decirnos a las claras que Vienen de París, no he quedado muy conforme. Ahora nos quieren hacer creer que los niños vienen en pateras. Es así de normal.

Nadie nos explica la verdad. En las Pateras Vienen niños, adolescentes inclusos bebes, unas veces acompañados y otros solos. Ya sea porque se embarcaron, sin nadie familiar a ellos o, porque murieron en la trayectoria.

Todos vienen corriendo, huyendo, evitando caer en manos de verdugos que los ajustician sin ser reos

Quieren escapar del miedo de la guerra, del hambre y saben que más allá de las estrellas que ven alumbrar cada noche en el cielo, hay otra clase de vida –aunque falte mucho por lograr- a la que ellos también tienen derecho a conseguirla. Los que estamos a este lado de las estrellas no somos quienes para prohibirles que lleguen. Así pues, los niños, ni los trae la cigüeña, ni vienen de París, ni llegan en pateras. Vienen huyendo de los cuatro jinetes del Apocalipsis.

Que quede claro.  



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