Hoy entra en vigor el Acuerdo de Alto el fuego en Siria pactado el sábado entre Rusia y Estados Unidos de América, en Ginebra.
Escena de la Guerra de la Independencia – Francisco de Goya
Eso si, paradojas del destino, mientras el secretario de Estado americano, John Kerry, y el ministro de exteriores ruso Lavrov, firmaban la resolución con una rubrica, y el pertinente apretón de manos, ante los disparos de las cámaras de los medios de información gráfica, otros disparos se seguían produciendo lejos del lugar donde estaban, pero estos eran de balas y producían muertos y heridos.
Ayer domingo, la prensa seguía publicando imagines del horror con que se vive en la región. Las bombas caen sobre las casas de civiles que gritan horrorizados, ¡hasta cuando van a estar intentándonos salvar! sin saber que el acuerdo de alto el fuego se va a producir hoy lunes. Las familias no saben que sus muertos son los últimos. Si lo supieran maldecirían al Dios que rezan por dejar que cayeran, sabiendo que la paz está sellada.
Claro que los que están enterados del acuerdo del alto el fuego, no creen que sea para hablar de paz. Solamente servirá para crear un cordón de ayuda sanitaria y para que puedan se evacuados heridos. Seguramente las ONGs podrán entrar medicamentos y algo de alimentos.
Después, como siempre los malos romperán la tregua y todo volverá a su cauce normal. Sonaran las bombas que caen del cielo. Las gentes miran hacia arriba por si fueran panes que les envían su Dios.
¿Quienes son los malos y quienes los buenos? Hay alguien sobre la capa la Tierra que lo sepa.
Dicen que la esperanza es lo último que se pierde. En Siria ya la han perdido. Con los malos morían a golpe de machete, ahora con los buenos, por las bombas que les tiran desde los aviones.
Que clase de gentes somos los que nos llamamos a nosotros mismos de primer mundo, cuando firmamos acuerdos para llevar la paz y tenemos estómago para irnos a dormir diciendo que dos días más tarde lo ponemos en funcionamiento. Mientras tanto sigamos matando, cuantos más mejor.
Casa de locos – Francisco de Goya
El león mata para defender su territorio y su familia; la leona lo hace para comer ella y su prole, dejando las sobras para las aves y animales carroñeros, con la muerte subsisten. El ser humano mata por el placer de matar.
¿Qué especie de animal somos? Si se ha llegado a un acuerdo, que entre en vigor en el mismo momento. Que la noticia corra como reguero de pólvora entre los combatientes, y se deje de matar.
