Era una de esas noches después del Trabajo en la que estaba muy cabreada con la vida. Tenía unas ganas inconmensurables de desahogar mi frustración, una idea inverosímil cruzó mi mente : quiero boxear. En ese momento no recordé las tardes que veía el box con mi viejo en esa vieja televisión en blanco y negro, nisiquiera recordé que mi abuelo fue boxeador, yo sólo quería golpear a la vida, quería desahogar mi furia a golpes. Pasé por la escuela de box varias veces pero como siempre era muy tarde y estaba cerrada, lo tomé como una senial , aún no, pero algo tengo en claro, voy a boxear, asi sea lo último que haga.

Estas semanas el tiempo parece ir en cámara lenta, las obras se han detenido por el invierno y paso varias horas dibujando planos en la oficina, si salgo es para ver algúnas estructuras en la fábrica del puerto, he ido tantas veces que siento que conozco esos rincones de memoria, camino entre las gigantescas gruas que cargan como si nada a las inmensas partes de los barcos, me imagino el tamanio descomunal de los barcos, me siento una hormiga.  Algúnos obreros parecen no darse cuenta de lo guapos que son y me sonrien tal vez pensando ahí va de nuevo la seniora rara que siempre esta mirando las columnas y apuntando cosas en su libreta como una loquita, yo pienso que ver tanta carne joven en overoles me va a afectar de algún modo.

Trabajar en construcción siendo mujer, es de por sí un poco perturbador, sobretodo si se es como yo, un poco fantoche sin carácter, 15 meses en esa empresa y aprendí a ser menos sensible por todo, a no dejarme aplastar por tanto hombre, aprendí a defender mi posición e ideas con todos los argumentos posibles, también aprendí a renegar, discutir y luego actuar como si nada, son cosas de trabajo y punto. Hay días en los que no me molesta haberme convertido en otra, en una mujer dura que ya no le duele nada, hay otros días en los que me siento vulnerable y no puedo creer que cambié. En conclusión, ya no lloro en los rincones sino que quiero dar golpes, quiero demostrarle a la vida que ya no me aplasta como en el pasado, que estoy aquí para dar la pelea.

Un nuevo supervisor de obra vino a trabajar con nosotros y me llevo tan bien con él que espero que no renuncie como los otros, ojala que en el verano cuando empecemos a trabajar en más obras como locos, no nos peliemos también como locos. Es la primera vez en toda mi vida que me siento tan cómoda en mi trabajo, lo mejor de todo es que mi colega, el que dijo que iba a renunciar, no lo hizo, para mí fue como un milagro concedido.

Estaba a poco de dar el examen de manejo cuando ocurrió un percance, como sigo en el eterno proceso de nacionalización y como voy a cambiar mi apellido, necesito cambiar mi firma, minúsculo detalle que detuvo mi inscripción y heme aquí resignada a que a mí todo se me dé en difícil, el miedo a manejar se ha convertido en frustración y verguenza, mi jefe está un poco harto de que le pida a otros colegas que me hagan de chofer para ir a las obras. Ese maldito detalle me oprime porque es una de las razones por las que aún no pido un aumento.

De pronto mi vida se llenó de planes: la construcción de nuestra casa, el road trip por Estados Unidos, el viaje en globo, el voluntariado en Africa, el nuevo tatuaje, el puto brevete, el boxeo, volverme vegetariana, aprender a nadar y un largo etcétera. Nunca me ha gustado planear nada porque es de mal agüero pero esta vez es diferente, tengo tantas ganas de todo, será la crisis ad portas de los 40´s?  Es difícil de explicar, tengo una furia contenida contra esta vida, quiero mostrarle mi venganza, estoy viva y ya no muerta en vida.


Acabo de ver este documental "Blood Brother", uno de los mejores que he visto en mucho tiempo, simplemente hermoso y demasiado conmovedor.