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“ESTE LIBRO QUE HA LLEGADO A MIS MANOS ES UN TRASPASO DEL ESTANDARTE QUE ME IMPULSA A SEGUIR ESCRIBIENDO”: TAMARA PEQUEÑO, comentarista del poemario SIN NOMBRE PROPIO

Tamara Paloma

La primera sensación que me ha causado Sin nombre propio es un nudo en la garganta; luego, una sensación de amargura, de bronca, no por el poemario, sino porque de inmediato, su contenido nos envuelve en el clima de lo que significa esta lucha por la libertad que nuestras madres han tenido que emprender, para que quienes somos de la generación de los nacidos –y, principalmente, nacidas– en los setenta y ochenta, hoy podamos tener una conciencia distinta de lo que debería ser la justicia en esta relación de géneros.

Y claro, esta lucha sigue, 50 años después de esta primera edición de Sin nombre propio que muestra la lucidez –y seguramente para la época– el desparpajo por parte de una poeta de 20 años.

Se trata entonces de una celebración por el esfuerzo editorial que significa publicar poesía y que es siempre una lucha, pero se trata al mismo tiempo, de un acto de conmemoración de 50 años de sacrificios, porque las cosas no han cambiado en la dimensión que deberían haber cambiado, aunque quizás, hoy, algunas, algunos, tenemos algo más de conciencia como sociedad; es decir, sin haber logrado curarnos de la enfermedad de fondo –porque es sistémica– por lo menos vamos dándonos cuenta del daño y la gravedad que nos embarga.

Este es un libro altamente político que se aleja radicalmente de lo panfletario y que, en su amalgama de temas pone en debate relaciones de poder que se dan desde el campo más cercano, más intimista hasta lo que ocurre a nivel macro. Este poemario nos da señas de una voz poética que se muestra rebelde contra lo establecido, pero que es, además, una voz Demasiado humana.

La voz poética que hallamos exige libertad para ser lo que en esencia necesita para vivir. Esta voz reclama tiempo, espacio, respeto para ejercer una vocación que es, por supuesto, también un reclamo existencial. Lo cual no es exclusivo de las poetas, esta necesidad le sucede a las abogadas, a las maestras, a las mujeres policías, a las técnicas, a las obreras y empleadas, básicamente, acontece con las mujeres que forman una familia o con aquellas a las que se les termina imponiendo el cuidado de su familia de origen y que, adicionalmente, a sus trabajos –bien o mal remunerados– deben ser trabajadoras de su hogar dejando de lado la posibilidad de crecimiento vocacional hasta que los hijos logran independencia o, en algunos casos, hasta la viudez. Ocurría con las haikunas en el siglo XII y continúa sucediendo en el Perú del siglo XXI en el que conviven el individualismo de la posmodernidad neoliberal y el oscurantismo de la Edad Media.

En esta mirada antisistema, la voz poética de Sin nombre propio, también, se enfrenta a quienes hacen del arte una moneda de cambio para obtener reconocimiento. Esta voz pone en evidencia el círculo de poder en el campo de las artes, y destapa al exhibicionismo narcisista que usa el conocimiento informativo más que, como un insumo para construir una mejor sociedad, como parte necesaria en el juego de la dominación.

En la Casa Museo José Carlos Mariátegui, expone Tamara Paloma. En la mesa la autora Sonia Luz Carrillo, la profesora de la Universidad de Palermo, Italia, Giovanna Minardi y el editor y poeta Josué Barrón. Martrs 8 de agosto de 2023

Entonces, frente a la pregunta ¿Qué le dice este libro de hace 50 años a una mujer que escribe ahora, qué vive y registra las circunstancias actuales?

Que quede claro, que no represento a nadie y que somos muchas las mujeres de mi generación que escribimos, cada cual con su sensibilidad y, en consecuencia, con su propia percepción de los hechos; pero desde mi perspectiva, este libro que ha llegado a mis manos es un traspaso del estandarte que me impulsa a seguir escribiendo, no para un círculo que vaya a darme la bendición o el permiso de continuar –porque no necesitamos de esos permisos–no, para el reconocimiento público (que puede llegar a tiempo, a destiempo, o no llegar… poco importa), sino que me impulsa a seguir escribiendo como un compromiso con mi propio derecho a la expresión, de no callar lo que se hace imprescindible decir, que es, también, una manera de autocuidado, porque lo que se calla, se descompone por dentro y termina envenenándonos.

Detrás de este poemario está el trabajo de una obrera de la palabra; es decir, hay tiempo, hay esfuerzo, hay dolor, hay conciencia de una lucha de poderes, hay un grito de reclamo por libertad que, hoy, muchas de las mujeres, por tratar de darlo, han sido asesinadas.

Por eso, es que este poemario me produjo, como confesé al inicio, un nudo en la garganta, porque me conmovió su actualidad y me dolió profundamente que sigamos sufriendo por lo mismo, pero al mismo tiempo, me convenció de que cuando se vuelvan a celebrar 50 años más de esta edición, estaremos celebrando el haber logrado, al fin, romper con la esclavitud del siglo XXI, que aún es tan invisible, para muchos.

Tamara Paloma



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