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JACQUELINE ALENCAR, inolvidable

SIN JACQUELINE ALENCAR DESDE HACE UN MES , desde hace un mes, el mundo ha dejado de contar con una de sus habitantes más sencillas, generosas, inteligentes , solidarias y gentiles. La conocí hace más de dos décadas, al recibirnos a Ricardo Falla Barreda y a mí, con su esposo , el poeta peruano español Alfredo Pérez Alencart , en la ciudad de Salamanca. A partir de ahí, ya fuera en esa hermosísima ciudad o en nuestra Lima natal, la amistad , la compresión, la solidaridad, el trabajo literario en colaboración fueron las constantes en nuestros encuentros y en nuestras comunicaciones remotas.

Mujer fina, editora notable y ensayista de estilo depurado, había nacido en Bolivia y, desde muy joven se asentaron con Alfredo en Salamanca. Precisamente a esa ciudad, hace unos años, el sábado, 25 de junio de 2011, según confiesa, escribió el bello texto de homenaje y gratitud a Salamanca. texto que fuera publicado inicialmente el 19 de mayo del 2014 en CREAR EN SALAMANCA, periódico en el que ha venido publicando a lo largo de los años y que también le ha rendido homenaje. La nota la republicó el pasado 18 de mayo en su cuenta de Facebook.

Decir Jacqueline Alencar es mencionar a Alfredo Pérez Alencart, el incansable promotor de sueños, mago de la amistad y la producción poética, querido amigo , quien ha dedicado a su compañera de vida y labores, madre de José Alfredo , ya joven profesional, numerosos y bellos poemas.


Apunte de Miguel Elías , estupendo artista salmantino que ha reproducido con tanto acierto la conjunción de finura y solidez de nuestra amiga. :

Aquí el breve texto, agradecimiento y despedida de esta inolvidable, muy querida amiga, de la Ciudad de Salamanca, publicado en su muro pocas semanas antes de partir a la Casa del Padre. Disfrutemos de su lozana prosa, recordémosla siempre en esa elegante discreción, esa dulzura con la que premio la vida de todos los que tuvimos el regalo de conocerla. Hasta siempre, Jacquie, hasta el reencuentro, amiga.

SALAMANCA: Por si mañana no te lo puedo decir

Por si no puedo decírtelo mañana, hoy te digo que me enamoré de ti a primera vista, cuando pude ver tus encrespadas torres apareciendo mientras me dabas la bienvenida hace más de cinco lustros. Cuando dejaba atrás mis palmeras tropicales, donde el hombre se marchita sangrando los árboles del caucho para hipotecarse toda la vida. Dejaba mis orillas del río Acre para instalarme en las del río Tormes, donde ya anidan mis recuerdos. Déjame decirte que me he acostumbrado a acariciar tus piedras de Villamayor. Me he acostumbrado al color dorado de tu piel. Al azul de tu cielo que se pone gris cuando me entristezco con la llegada del invierno. Y que llora en mis atardeceres sin crepúsculo.

Salamanca, no podría dejar de transitar por tu Rúa Mayor, que me lleva a la plaza de mis encuentros debajo del reloj. El que marca mis horas y mis días entre tus murallas que me envuelven en un abrazo eterno. Por si mañana no te lo puedo decir, quiero que sepas que en ti encontré la paz, esa que no se compra con dinero, sino a precio de sangre y mucho dolor. Me reencontré con Él y fijé mi estancia en una Estación donde pude recalar sin fecha de partida. Por si no te acuerdas, te digo que hice pacto contigo en la reconstrucción de tus muros. A cambio de que me protejieras en los tiempos de frío invernal. Quiero que sepas que si no te veo mis colores empalidecen. Quiero ver amarillearse el tiempo en otoño, despedirme de tus cigüeñas. Ver los esqueletos de los árboles para luego asombrarme cuando recobran la vida y el verde de la Esperanza. En Tejares tejí una cadena de amor para aprisionar a tus gentes y llevarlos hasta mi río que tiene aguas vivas y eternas que no se secan. Empújalos con ese poder que tienes para encantar a los que de ti gustan. En una especie de vasallaje de amor. Actúa como feudo protector que no el de antaño que esclavizaba.

Déjame recorrer tus alrededores. Bordearte por Monforte, La Alberca, El Cabaco, Miranda, San Martín, Cepeda… en la Sierra de Francia. Aun en Monleón donde se siente el abandono. Ver la belleza olvidada de las Quilamas… No quiero olvidarme de tus encinas, tierra charra. Olfatear la chacina. Embriagarme en tu sopa de ajo.Quiero recorrerte entera pues falta todavía. Volver a Ledesma y endulzarme en sus rosquillas. Perderme en Villaseco, Vitigudino… Perfumarme con los almendros en flor cerca de las tierras lusitanas, que me llaman con las saudades de un fado melancólico.

Salamanca, quiero escuchar el tamboril y la flauta. Comer unas patatas bravas por Anaya. Déjame clamar por los huérfanos de todos los tiempos, resguardada por los pilares del Fonseca. Clamar como una de las voces proféticas en busca de tu ayuda. No me impongas el ayuno involuntario de tus caricias. Déjame seguir construyendo fuertes que te guarden de los vendavales. De los vientos fríos del Norte. Déjame ser tu sur cálido que puede traerte palabra que alumbre tus senderos en medio de la niebla.

Déjame darte mi gratitud porque gocé de tu apacibilidad.

Jacqueline



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