En julio del 2006, un pastor protestante llamado WillBowen, propuso a su comunidad "El reto de los 21 días" con el propósito de ayudar a eliminar cualquier rastro de Queja o lamento y sus nocivas consecuencias para el individuo.
Su propuesta fue muy simple, colocarse una pulsera de color morado con la leyenda UN MUNDO Sin Quejas y lo mantienes durante 21 días sin emitir ningún tipo de queja o crítica, ni siquiera las que parezcan “sencillas”, tales como "me duele la cabeza", o más complejas del tipo "nada me está saliendo bien" o “me molesta este tipo de personas”
Si durante este periodo de 21 días el participante se olvida y se descubre en alguna queja o lamento, tiene que cambiar la pulsera de muñeca y volver a empezar.
La mayoría de los participantes logró superar este reto, pero les tomó un mínimo de cinco meses. Este tiempo evidenció la presencia de la cultura de la queja en nuestras vidas.
Empieza un nuevo año y todos hacemos, mentalmente o por escrito, una lista de propósitos para el 2022. Yo te propongo agregar este reto de 21 días sin quejas, sin críticas y sin hablar mal de nadie.
Las ventajas serán tan evidentes que vale la pena el intento: mejora el ánimo, cambia la mirada sobre todo lo que se vive, menos dolores físicos y espirituales, relaciones más favorables, mayor autoestima, y lo más importante: serás una persona más feliz y armoniosa.
Porque lo que vemos afuera, en verdad está dentro. Lo que critico de otros es lo que me crítico. De lo que me quejo es lo que detesto de mí misma, de mis actitudes. Aquello en lo que enfoco mi atención lo atraigo y lo instalo en mi vida, perjudicial por donde se lo mire.
La queja es mucho más invasiva que la pandemia y tan destructiva como cualquiera de ellas. Da igual si es acerca del clima, del gobierno, la inseguridad, la salud, o lo que fuera. Baja la vibración personal y la de quienes nos rodean. Y en verdad el único resultado visible es sentirnos peor y no hacernos responsables de lo que no nos gusta de nosotros mismos.
