Transcurre diciembre y comenzamos a mirar hacia atrás. Entre las cosas que se lleva el año están aquellas para las que nunca encontramos tiempo. Tal Vez Sea un buen momento para preguntarnos qué fue aquello que postergamos durante todo el año, y que probablemente sumaremos a la lista de propósitos del año entrante.
Según parece, tendemos a postergar aquello que nos da miedo o aquellos temas que sentimos nos obligan a hacer algo que no deseamos. Hay una creencia interna que supone que aquello de lo que no nos ocupamos finalmente se resolverá o desaparecerá por arte de magia.
Mi lista de "pendings" suele ser larga y agotadora. Si la enfrento con realismo, puedo notar de antemano tareas que nunca haré. Y sin embargo vuelvo a planificarlas cada comienzo de año. Tal Vez sea el momentos de sincerarnos y decretar que hay actividades que simplemente no haremos, por las razones que sea.
Tener claros los objetivos del año, verificar que no se contrapongan con nuestros valores personales, dejar de lado el perfeccionismo que nos inmoviliza (esto implica hacerlo aunque no sea de la manera más perfecta en que puedo lograrlo), quitarse el miedo al fracaso (que nunca es peor al no haberlo intentado), vencer el hábito de procastinar por privilegiar el placer inmediato, dejar de buscar excusas y disculpas para no accionar, son algunas de las cosas que nos pueden ayudar a cerrar los temas que venimos arrastrando.
