Ella fue una meduza dulce y sutil, brillando en la oscuridad con una sonrisa de ensueno. Me llevo de la mano flotando hacia la profundidad enorme del silencio, introdujo una sonrisa en mi voluntad de hombre triste y me dejo alli pululando entre el breve espacio que hay entre el amor y el olvido.

Ella dejo su imagen pintada en mis entranas, se derramo como una bendicion milenaria entre todos mis rincones. Yo acudi al suicidio con el placer de mil caricias dibujadas en mi rostro. Cada tarde, por miles de horas, quede atonito sin palabras suspendido de su perfil hermoso y salvaje. Yo presentia la relevancia del momento y me quedaba inmovil, con la conviccion tremenda del aprendiz tratando de retener la luz entre mis manos, queriendo dibujar su contorno en mi lienzo etereo.

Ella me sonrio tantas veces, ella me beso tantas veces, tantas veces me llevo sobre sus alas que ahora las explicaciones no bastan para entender que hago aqui deambulando entre ocasos ajenos, dibujando rostros inconclusos en la arena, queriendo redimir el momento en que fui otro, lejano y mejor.
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Si tuviera que decir Algo Diria amor, si tuviera que sentir algo diria dolor.