Si, ya sé que es lo políticamente correcto, lo que le decimos a Nuestros Hijos apenas pisan un parque, una guardería o hay otro niño o hermanito con quien jugar y cede, sí digo bien ceder los juegos.

No seamos tan hipócritas, a ver: ¿Quién Quiere prestar su auto o bicicleta o cualquier otro vehículo que tenga a un perfecto desconocido que conoció en el parque de diversiones o en la facultad? O esos días de mucho calor en que nos tiramos al sol y nos enchufamos con el iPod a escuchar música, ¿Quién, sinceramente quiere prestarle su tan deseado equipito de muisca al hermano que justo vino a acostarse al mismo lado habiendo tanto lugar donde estar? O cuando nos regalan ese libro adorado que tanto quisimos leer y alguien se lo quiere llevar un ratito para leer y enseguida me lo devuelven, ¿están seguros que están de acuerdo con eso?

Nooooooooooooooooooooo. Nadie lo está. El tema es que se trata de una norma adquirida a fuerza, a puro manual de educación y buenos modos. No es un instinto natural, ni tampoco se nos ocurre ir al sicólogo o pedir disculpas publicas sí “no queremos prestar.

Entonces tampoco le pidamos, ni exijamos milagros a nuestro pequeños Hijos, ni pongamos carita de madres toda entrega y sin sentido de la propiedad privada cada vez  que nuestros hijos se niegan a compartir. Seamos sinceras, y digámosles la verdad: NADIE quiere compartir de lo propio pero no queda más remedio que hacerlo, porque eso es vivir en sociedad, eso es lo que está bien, y eso es lo que espera la vecina, la maestra, la sicóloga y la madre del amiguito nuevo, y porque también existe la posibilidad de que ese amiguito, tenga un juguete mucho más lindo o interesante para prestar…

Si, ya sé, este argumento no es el mejor ni el más moral, pero créanme que muchas veces y ante un público de mirada critica, es el que mejor funciona.