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Llegar a Nueva York: El fin de mi infancia y el comienzo de mi vida (a que nadie lo lee todo!)

Tenía siete años y era marzo del 1994. Lo único que quería mientras mi familia se bajaba del avión y corríamos hacia mi padre, era comer, y comer mucho. Recuerdo haber tomado un taxi y haber mirado por la ventana. Veía a gente, carros, calles y árboles. Yo sabia lo que eran, pues también los había en mi país. Lo que no sabia mientras veía los carros, las calles y los árboles, era que mi llegada a Nueva York no solo sería diferente, sino que sería más que eso...sería el fin de mi infancia.
Mi primera semana en Nueva York estuvo llena de sorpresas. Lo primero que comí fue una pizza, extra queso. El apartamento donde nos quedamos estaba cerca de la estación del tren, así que en mi primera noche en Nueva York, me la pasé despierta escuchando a los trenes pasar cada cinco minutos. Mi padre nos llevó a conocer el área donde vivíamos. Es graciosa la manera en que en ese entonces veía las cosas. Miraba con asombro a cada tienda y persona que pasaba.
Una semana después de llegar a Nueva York, mi padre me llevo a la escuela...ya saben, lo que es ser niña y no tener voz ni voto. Fui aceptada en el segundo curso durante la tercera semana de marzo. Era una clase bilingüe, pero todos los estudiantes hablaban inglés, una lengua que era desconocida para mí. Era la niña que invadía su mundo, la niña que no le hablaba a nadie.
Ese mismo año pasé a tercero en Septiembre. Aunque no me diera cuenta en ese entonces, el tercer curso en la escuela cambió mi vida. En tercero, oí de todo...comentarios racistas, insultos y explicaciones de como se hacen los bebes. Recuerdo como otros estudiantes se burlaban de mi país de origen. Aunque esos comentarios me han plagado gran parte de mi corta vida, todo empezó en tercer grado, cuando solo tenía ocho años. Cambiaron mi manera de ver a los que me rodeaban, cambió mi comportamiento. Al pasar de los años, me hice muy solitaria. En las clases, me sentaba sola y en un rincón, Siempre evadiendo contacto con los otros estudiantes. También aprendí cómo se hacen los bebés, algo traumatizante para una niña que pensaba que los bebés eran traídos de París, como mi madre había dicho. Además, debo decir que los niños de hoy ya no tienen la misma inocencia que antes, o que en mi país. Recuerdo que cuando era aun mas pequeña, mi tía me había dicho que los bebés eran regalos dejados por ángeles en las puertas. De pequeña siempre me ponía a pensar de donde había venido yo, si de París o de los ángeles...ya nunca sabré.
Recuerdo mi niñez en México. Puedo decir que viví más años de mi infancia allá, en aquella casa que casi ya no recuerdo. Recuerdo que en ella, jugaba con mi prima, Karen, quien era dos años menor que yo. Teníamos un patio amplio. Por un lado mi madre tenía rosales y otras flores, y por el otro había dos columpios. Siempre que nos subíamos a los columpios, mi prima y yo cantábamos, y sólo recuerdo las risas de mi tía y mi madre que nos escuchaban desde la cocina. En las noches, jugábamos a que uno de los cuartos era una granja y teníamos que meter a los puerquitos imaginarios antes que se escaparan y se hicieran estrellas. Sé que se nos escaparon muchos ya que recuerdo aquellas noches llenas de estrellas.
Aquí ya no se pueden ver muchas estrellas por la noche. Tal vez es porque aquí ya nadie tiene esas granjas que mi prima y yo teníamos. Aquí ya no tenía quién me ayudara a detener los puerquitos antes que se escaparan y se hicieran estrellas. Esto fue lo que perdí al dejar México, dejé mi infancia. Aquí aprendí a hablar inglés; ahora ya hasta el español se me ha olvidado un poco. Poco a poco dejé mi niñez, y formé parte del grupo del cual al principio fui rechazada; fui una víctima de la conformidad. Hablaba de lo que mis compañeras querían que hablara. Opinaba lo que sabia les gustaría oír. Después de unos años de tratar de ser parte del grupo, supe que en realidad nada de eso me importaba y me alejé.
Ahora, ¿quién soy yo? Soy una chica con unos intereses muy raros. Bueno, eso dice mi madre. Yo me quiero mucho, y me considero muy normal. Mis pasatiempos favoritos son leer y escuchar música. De música soy fanática del rock, pero también me gustan las baladas que me hacen llorar. Mi grupo favorito es Café Tacvba, un grupo de México; son algo raros pero hacen muy buena música. Hace algunos meses pude verlos en un concierto, el cual se me hizo un momento realmente emocionante. También soy fanática de otros grupos de rock que mi madre categoriza como "puros ruidos". Soy también fanática del fútbol, y mi equipo de corazón es el Manchester United. Podría decir que pocas cosas me emocionan a tal grado de obsesionarme como el fútbol y los libros. Con el fútbol, he llorado, he gritado, me he reído...en fin creo que viendo el fútbol, soy el ejemplo perfecto de lo que es tener una crisis de nervios.
Hace unos meses oí esto: "Vive la vida, día a día, minuto a minuto, y recuerda que nunca habrá un día como este, porque cada día es único...y el presente solo se vive una vez..." Eso de vivir el "hoy" es muy serio para mí. Debo admitir que es desesperante vivir con la incertidumbre de no saber cómo habría sido el vivir una experiencia que no se realizó. ¿Será que a todos nos pasa? ¿Será que todos tenemos una duda, una pregunta en el aire de lo que hubiera sido de nosotros si hubiéramos hecho tal cosa? Es Triste Darse Cuenta de todo lo que uno no ha hecho por miedo, complejos o dudas absurdas. Es triste darse cuenta de Todas Esas Oportunidades que uno deja pasar....de todas esas oportunidades que nos pudieron cambiar la vida. Pero ya no tiene sentido pensar en eso, solo le estoy robando segundos a mi futuro por estar pensando en mi pasado. En todo esto he pensado estos últimos meses. Por eso, he decidido vivir, día a día, minuto a minuto, siempre dispuesta a llorar, sea por tristeza o por alegría, a reír, a pedir perdón y a perdonar...a ver finalmente todas esas cosas que un día ignoré...a escuchar esa canción que tanto me gusta, a querer y dejarme querer. Un día un amigo me hizo una pregunta que me causó terror. Me preguntó, “¿Conoces la felicidad que produce bailar bajo la lluvia?” Recuerdo que le respondí que “eso era de las películas.” Nunca le dije que después de eso, cada vez que llueve, veo atraves de la ventana como cae la lluvia, siempre imaginando lo que sería bailar bajo ella, siempre imaginando aquella felicidad. Aquel amigo fue quien me dijo que debía ser una guerrera de la vida, como todos aquellos guerreros que luchan por vivir, por conseguir sus sueños, aquellos que luchan por dejar una huella de su corazón en este mundo donde todo lo que hacemos es una huella marcada en su memoria. Aquellos guerreros que nunca se quejaran con esas palabras tan clásicas y tan aterradoras, “si yo hubiera...” Aun no soy una guerrera de la vida, pero estoy en plena batalla y aunque perdí muchas cosas por mis miedos, y aunque sé que muchas de esas cosas pudieron haber cambiado mi vida, estoy contenta, porque de alguna manera, lo que he vivido me ha hecho en la persona que ahora soy, y aunque me falta mucho para madurar, me acepto como soy.
Yo soy así, una chica algo dramática, sarcástica pero todavía con ganas de soñar. Así soy yo, siempre dispuesta a vivir cada día con intensidad. Sé que no necesito suerte para encontrar mi camino, pues la suerte es solo un deseo y el triunfo exige actos. Lo único que necesito es soñar, fijar mi mirada en una meta...y dar el primer paso. Solo me queda pensar en todos los momentos que perdí al venir a Nueva York. No me arrepiento de haber venido; he disfrutado de mi vida y cosas maravillosas me han pasado. Pero sí me arrepiento de haber perdido mi niñez a los ocho años. Llegar aquí fue un momento que definió mi vida, la razón por la que soy como soy. Nunca más pude ver el mundo como cuando tenía ocho años. Nunca más tuve esa inocencia. Me gusta mi manera de ser, pero aun así, a veces pienso en esos puerquitos que se hacían estrellas...Todavía recuerdo aquel día de marzo de 1994, mientras veía los carros, los árboles. Era el fin de mi infancia, pero era más que eso...era el comienzo de mi vida.
Paola


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