Es difícil no hablar del tema de la Violencia y la inseguridad en Venezuela en estos días. Los últimos hechos han cobrado notoriedad por la relevancia de las víctimas, pero bien sabemos (lamentablemente) que no es un tema nuevo para el país.
Tod@s somos víctimas, pero tambien tenemos responsabilidad como victimari@s. Si bien es cierto que el homicidio, el secuestro, y los robos son la máxima expresión de la violencia, no son hechos aislados de la violencia que perpetramos día a día hacia l@s demás y hacia nosotros mismos.
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Es muy fácil ser violent@ en un contexto como este, caemos ante la más mínima provocación, empezamos con el lenguaje y vamos escalando.El/la que hoy toma un arma no empezó ayer, empezó descalificando, humillando, discriminando, agrediendo a l@s demás. Afortunadamente no todos llegamos a ese punto, pero no comprendo cómo exigimos justicia, o cese de la violencia en los mismos términos. Mis redes sociales están plagadas de comentarios como: "Queremos justicia, que maten a tod@s l@s delicuentes" o "que l@s metan en la cárcel para que l@s torturen, y l@s violen y así aprenderán" Y eso son los más leves. El lenguaje institucional, así como las noticias tampoco promueven prácticas coherentes de respeto e inclusión.
No puedo dejar de reconocer la responsabilidad del Estado (aunque se crea que es sólo del Gobierno) en hacer cumplir las leyes con firmeza y rectitud y proveer los medios necesarios para la reforma de l@s re@s, pero quiero también que nos reconozcamos comos co-responsables en esta situación. Somos responsables cuando practicamos la violencia doméstica, la violencia infantil, de género, verbal, psicológica, cuando somos violentos con nuestro entorno, con los animales. Cuando discriminamos al que piensa diferente, al que viste diferente, al que no escucha la misma música que nosotros, al que se sienta en el autobús a nuestro lado, al que nos presta un servicio y tratamos de mala manera.
La violencia no se transforma con violencia. De hecho, seguimos viendo como mientras creamos más cuerpos policiales, una medida confrontativa, incrementa la violencia y el número de armas que le dan sustento a los actos delictivos. La violencia necesita educación, reflexión, justicia, transformación, humanización, reconciliación y reconstrucción. Necesita que entendamos sus orígenes tanto como sus consecuencias. Las necesidades no cumplidas, y las soluciones disociadas. Necesita que le pongamos rostro, y ese rostro es el tuyo, que le pongamos tu nombre, porque aunque no lo creas, eres tu gran parte de la solución.
La exigencia del cese de la violencia tiene que empezar con nosotr@s, con nuestras acciones del día a día. Hay que reconocer que con esos detalles vamos alimentando esta espiral inmensa que posteriormente nos arrastra. Por eso te pido, que revises en qué proporción tu estás contribuyendo diariamente a la violencia que tanto te aqueja. Como un detalle que te parece insignificante se maginifica en el tiempo y el espacio e hiere más que una bala.
No debemos callar nuestra voz, pero debemos dar pasos hacia lo que queremos. Exigir con humanidad y humildad y no con insultos y amenazas. Así el día de mañana tendremos la certeza de que hicimos algo para construir el país, el mundo en donde queremos vivir y que ya no somos simplemente las "víctimas"
Reflexiona. Actúa. Transforma.
