Ostia Antica, Ostia para los antiguos romanos, está tan a un paso de Roma que se va en algo más de media hora en un tren de cercanías.
Constituye una interesante visita para contemplar un antiguo asentamiento romano, constituyendo, si sólo se va a estar en Roma, una interesante alternativa a la visita típica a Pompeya, con 8 horas de ida y vuelta y que, a mi juicio, exige visitar igualmente Herculano y Nápoles.
Ostia fue fundada en el siglo IV a.C. siendo, desde el primer momento, considerada el puerto de Roma dada su ubicación en la desembocadura del Tíber.
Entre el II a.C y el III d.C tuvo su máximo esplendor con sucesivas mejoras y ampliaciones en las instalaciones portuarias, siendo las más significativas las de los emperadores Claudio y Trajano.
Paseando su Decumano Máximo, de 2 km de longitud, y el Cardo Máximo, se aprecia sin ningún género de dudas el poderío que, en su época, tuvo tanto la República como el Imperio Romano.
Ambas calles, además del Foro, templos, teatro, termas y grandes casas de ciudadanos principales, están repletas de hospederías, tabernas, casas de cambio y, sobre todo, enormes almacenes donde se depositaban, en su camino a Roma, las más variadas mercancías llegadas de los confines del entonces mundo conocido.
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