Recorriendo Islandia hay una constante en relación al paisaje: el terreno volcánico por donde quiera que vayas.
Por algo se le llama "tierra de hielo y fuego". Algunos de los muchos volcanes siguen activos y entre los famosos no se puede dejar de nombrar el Snaefellsjokull, el volcán por donde Julio Verne introduce a la expedición en su novela "Viaje al centro de la Tierra".
Tanta actividad geológica en el subsuelo de la isla implica que Son Muy abundantes las zonas donde se puede observar dicha actividad de primera mano, contemplando (especialmente en el sur y el oeste de la isla) géiseres, fumarolas y Fuentes Termales Adaptadas para el baño.
De hecho más del 80% de la energía que se consume en Islandia procede de energía hidraúlica y geotérmica, teniendo que importar solo el 15% restante (combustibles) para la automoción y la navegación.
Es tal la abundancia de la energía geotérmica que todos los hogares de Islandia gozan de calefacción gratis, así como muchas calles de las ciudades están provistas, debajo del asfalto, de tuberías con agua caliente para impedir el hielo o nieve.
Igualmente es habitual ver viajando, fuentes Termales Adaptadas para el baño, al aire libre, con mayor o menor infraestructura. Lo peor es el desnudarse con el viente gélido que siempre suele soplar, pero una vez dentro del agua se está de maravilla, siendo curioso que al salir no se tiene el mismo frío que al entrar a la balsa o piscina.
Géiseres y lodos hirvientes también son muy curiosos. Siempre acompañados de un olor a azufre (similar a los huevos podridos dicen) que impregna la pituitaria. Parecería que estás en el infierno si no fuera que vas casi siempre, incluso en verano, bien abrigadito con tu polar y cortavientos pues el clima de allí es así.
En resumen, una isla curiosa que hay que visitar por muchas cosas. Es un paraíso de la naturaleza.
