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25 Discos Que Te Romperan El Corazon

25 Discos Que Te Romperan El Corazon

Por José Luis Ruiz

Dicen que la melancolía es la dicha de estar triste. Pues para aquellos que se recrean en la autocompasión hemos confeccionado una lista de 25 Discos. Una colección de álbumes infalibles si el objetivo es que se te ponga un nudo en la garganta. Y, dependiendo del momento y el estado de ánimo, no es descartable que rompas a llorar… La coartada para realizar esta torturada lista no es otro que la reedición de “Songs Of Leonard Cohen”. No se trata del disco más deprimente del bardo de Montreal (en ese sentido “Songs Of Love And Hate” se lleva la palma), pero sí el que contiene sus mejores canciones.

El debut de Leonard Cohen (en la flamante revisión se añaden un par de temas extras y el formato presentado es el de libro) es la obra maestra por antonomasia del folk literario. Nunca el erotismo sonó tan desesperado, ni la soledad tan bellamente triste, ni la religiosidad tan profana. La mayor parte de las canciones hablan de ‘affairs’ que no funcionan. El amor es una lucha por ver quién tiene el poder. Todo radica en quienes son nuestros maestros y profesores en la espinosa cuestión del corazón. Al final uno acaba siendo un extraño (“The Stranger Song”), siempre de paso por las relaciones (“Winter Lady”), diciendo adiós (“So Long, Marianne”, “Hey, That’s No Way To Say Goodbye”) o refugiándose en la quintaesencia del deseo pasajero (“Sisters Of Mercy”).

Un gran fan de Leonard Cohen fue Kurt Cobain, impulsor de otra de las piezas más agónicas ideadas por un ‘songwriter’: “In Utero”. Múltiples enfermedades, violación, tristeza (“Echo de menos el consuelo de estar triste” aúlla en “Frances Farmer Will Have Her Revenge On Seattle”), alienación y suicidio. Y como corolario un cierre escalofriante como es “All Apologies”. Todos estábamos avisados de lo que iba a pasar y… pasó. Los incrédulos pasaron a venerar de forma lamentable a Nirvana. En fin, cosas que pasan. No es extraño que en el último episodio de la tercera temporada de la magnífica serie “Perdidos” un enajenado y nihilista Jack escuche a todo volumen el “In Utero”. ¿Adónde va? A un funeral.

Otro par de artistas imprescindibles para los aficionados al lado oscuro son Nick Drake y Elliott Smith. El primero grabó su testamento en dos noches: el sublime “Pink Moon”. Voz, guitarra y algún que otro piano. Nada más. Espartano y sumamente efectivo. La depresión de Nick Drake alumbró un escueto discurso que corta la respiración y que tiene al menos dos de los momentos más brillantes de la música popular (la canción que da título al disco y “Things Behind The Sun”). Por su parte, Elliott Smith también murió de forma trágica a edad temprana y, al igual que Drake, posee una esencial carrera corta en la que la tristeza es tan dulce que se antoja difícil contener las lágrimas. “Elliott Smith” es un tratado de rabia contenida. Adicción a sustancias ilegales, mentiras y desamor. Sabiamente, Wes Anderson usó la vibrante “Needle In The Hay” en la escena de suicidio de “Los Tenenbaums”.

Cerca de los presupuestos estéticos de Drake y Smith se sitúan American Music Club y Red House Painters. O es lo que es casi lo mismo: Mark Eitzel y Mark Kozelek. Un par de grandes talentos que saben sacar el mejor de los partidos a la desesperación. “California” y el doble “Red House Painters” esconden tesoros del mejor ‘miserabilismo’: “Blue & Grey Shirt”, “Jenny”, “Grace Cathedral Park”, “Mistress”, “Katy Song”… No es indispensable ser tan sensible como Morrissey para que se te pongan los pelos de punta escuchando semejante exposición de lamentos.

Y canciones tan buenas como las citadas también las extraen de sus particulares fórmulas mágicas otros trágicos alquimistas como Low, Tindersticks y Nick Cave & The Bad Seeds. Mientras los primeros esgrimen un discurso minimalista al que le sacan un jugo increíble (sirvan como ejemplos las descarnadas “Sunflower”, “Dinosaur Act”, “Whore” y “Like A Forest”, todas ellas incluías en el fabuloso “Things We Lost In The Fire”), tanto Tindersticks como Nick Cave se valen de un soporte más florido… pero igualmente agónico.

Y como maestros tanto de Stuart Staples como de Nick Cave se sitúan el siempre enigmático Scott Walker y el injustamente olvidado Tim Hardin. Romanticismo y brutal honestidad a partes iguales de los que no encuentran consuelo salvo en ese refugio que es el arte. Por cierto que en el caso de Tim Hardin, otro de los que cayeron presa de la drogadicción más voraz, es vital encontrar la edición que comprime en un cd sus dos primeros discos. “Tim Hardin 2” también debe ser citado en esta antología del naufragio emocional. De hecho, se trata de un álbum más consistente que su predecesor (y tiene tres temazos tan definitivos como “If I Were A Carpenter”, “Lady Come From Baltimore” y “Black Sheep Boy”). Ahora bien “Tim Hardin 1” te noquea por piezas de fragilidad cristalina como “It’ll Never Happen Again”, “Part Of The Wind”, “Reason To Believe” o “How Can We Hang On To A Dream”.

Todos estos artistas se inspiran en momentos críticos, pero hay algunos que han entregado sus obras más psicológicamente desarmantes en situaciones insoportables. Verbigracia: Eels y Neil Young. La muerte de familiares o allegados inspiró a ambos a idear sendos tratados de la desolación más absoluta. “Electro Shock Blues” y “Tonight’s The Night” son puro ‘hard-listening’, ejercicios de auténtico masoquismo. Sólo aptos para sufridores… Hace falta valor para pinchar algún tema de estos dos discos en el típico ‘party’ de buen rollo. Hay otros discos que son premonitorios de que llega la Parca: “Closer” de los siempre inquietantes Joy Division. El gran Ian Curtis gozó del prestigio merecido una vez que se quitó la vida. Su legado es tan opresivo y claustrofóbico como brillante y sin parangón. Con Joy División nació y murió un estilo. Y no hay que olvidar que si “Closer” es asfixiante, “Unknown Pleasures” también aglutina suficientes motivos para estar en una lista de esta índole. Igualmente influyente es el genial “Berlin” de Lou Reed. La tremendista historia de Jim y Caroline. Drogas, prostitución, abusos y de postre un poquito de suicidio. “Transformer” posee los ‘hits’, pero “Berlin” es la desnuda verdad de un artista inconformista y esencial como pocos.

Que te rompan el corazón ha generado pingües beneficios artísticos. Artistas tan dispares como Bob Dylan, Billie Holiday, Sebadoh y Frank Sinatra dan magistrales lecciones de cómo uno intenta superar el fin de una relación. El dolor por el amor perdido incrementa la intensidad emocional de discos que son terapéuticos tanto para aquellos que los idearon como para los oyentes que buscan consuelo tras una separación.

Hay otros que sorprenden por su sinceridad. El estudio de grabación se convierte en una especie de confesionario. Casi da verguenza que te suelten de sopetón y a la cara verdades tan íntimas. Y si encima es gente como John Lennon, Bob Mould o Joni Mitchell uno no sabe ni cómo responder. O sí. Hay que rendirles pleitesía. Es necesario mucho coraje para desnudarse así ante el gran público. Y lo mejor de todo es que el envoltorio en el que introducen esos mensajes sin censuras no puede ser más excelso.

Mención aparte merece Bruce Springsteen. “Nebraska” es un álbum tan valiente que sigue causando estupefacción un cuarto de siglo después. Grabado en un cuatro pistas, Springsteen se vale de su grave voz, una guitarra y una harmónica para desentrañar el misterio de la América más profunda. Tétricas historias de ‘killers’ y ‘losers’. El ‘Boss’ se acaba preguntando con razón cómo es posible que la gente encuentre razones para seguir creyendo.

Y, por último, dos autores con poca suerte, pero con mucha influencia en generaciones venideras. Alex Chilton y Jeff Buckley. El tercer disco de Big Star es tan errático como hermoso. Es un álbum deslavazado que tardó una eternidad en ver la luz (tres años) y con temas tan hirientes como “Holocaust” o “Kangaroo”. Dicho sea de paso de ésta última composición hacía una versión Jeff Buckley. El malogrado hijo del mercurial Tim dio en la diana a la primera con “Grace”. Es una ‘masterpiece’ que en sus mejores momentos (“Grace”, “Last Goodbye” y “Lover, You Should’ve Come Over”) alcanza cotas sublimes. Y encima tiene la versión entre las versiones: “Hallelujah” de Leonard Cohen, el causante de este repaso a un ramillete de discos perfectos para instantes de bajón. Eso sí, se recomienda no abusar…

LA LISTA (por orden cronológico):

-Frank Sinatra: In The Wee Small Hours (1955)
-Billie Holiday: Lady In Satin (1958)
-Tim Hardin: Tim Hardin I (1966)
–Leonard Cohen: Songs Of Leonard Cohen (1968)
-Scott Walker: Scott 3 (1969)
–John Lennon: Plastic Ono Band (1970)
-Joni Mitchell: Blue (1971)
–Nick Drake: Pink Moon (1972)
-Lou Reed: Berlin (1973)
-Neil Young: Tonight’s The Night (1975)
-Bob Dylan: Blood On The Tracks (1975)
–Big Star: Third/Sister Lovers (1978)
-Joy Division: Closer (1980)
-Bruce Springsteen: Nebraska (1982)
-Hüsker Dü: Candy Apple Grey (1986)
–American Music Club: California (1988)
-Sebadoh: Bubble And Scrape (1993)
–Red House Painters: Red House Painters (1993)
-Nirvana: In Utero (1993)
-Tindersticks: Tindersticks (1993)
-Jeff Buckley: Grace (1994)
-Nick Cave & The Bad Seeds: The Boatman’s Call (1997)
-Elliott Smith: Elliott Smith (1998)
-Eels: Electro Shock Blues (1998)
-Low: Things We Lost In The Fire (2001)



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